Corrió emocionado hasta que encontró a la gente agrupada en la calle. El sudor se acumuló en su frente, no sólo por el ejercicio; sino que también por los nervios que lo invadían. Paró justo antes de introducirse en la multitud, asesando. Algunas personas tenían caras conocidas, vistas en reuniones algunas veces. De repente, escuchó - ¿Teodoro? - sus ojos se abrieron, buscando el sonido.
-Ah, es cierto, es él - por un lado, dos personas salieron de entre la multitud - ¿no es un milagro o será una alucinación? - uno de ellos bromeó.
-Oh, chicos - Teo los saludó.
Se acercaron uno a cada lado y los dos pusieron una mano en sus hombros - No te has escapado de casa, ¿verdad? - con pesadez, recibió las palmadas de los dos chicos que tenían una gran sonrisa en el rostro.
-Claro que no - sonrió, arreglándose la ropa - me han dado permiso de asistir a clases.
-¡Qué bien! - el de la izquierda, vestido con un traje cafés, dio otra palmada - estarás en nuestro grupo.
El otro, con camisa gris y pantalón negro, agregó - Vamos, debemos apartar lugar. Que sea cerca de la puerta; así podemos escaparnos cuando queramos.
Teo asintió; aunque un poco inseguro y temeroso. Se acercaron a la gran entrada sostenida por redondos parales gigantescos. No subieron las gradas; puesto que toda la gente estaba esperando a que las puertas del salón se abrieran. Algunos, sostenía un reloj en su mano; mientras las agujas se movían, una de ellas dio un salto y marcó las tres de la tarde. Pronto, las grandes puertas rechinaron. El aire fue succionado al interior. Las ropas ondearon, el cabello fue jalado; en tanto el espacio era descubierto.
Una línea de fuertes postes abría el camino desde la entrada hasta llegar al escenario construido al fondo. A los lados se encontraba el área vacía donde los estudiantes se acomodaban para recibir la clase. Muy pocos tenían el privilegio de asistir a tal evento, sólo los hijos de los burgueses, gente de la clase alta y estudiantes sumamente aplicados podrían entrar al salón. Como ventaja para Teodoro, él pertenecía a ambas categorías, inteligente y rico.
-Vamos, vamos - el de traje cafés los llamó. Tomó la manga de Teo y empezó a correr hacia adentro.
-Toma el rincón - el otro gritó a unos pasos atrás.
La multitud se abultó queriendo entrar todos al mismo tiempo. Teo fue empujado de un lado a otro; mientras su amigo lo jalaba y el otro lo empujaba para atravesar la selva de personas. De pronto, fue jalado con fuerza. En el proceso, empujó a la gente que se atravesó antes de salir del torrente humano - Sentémonos ahí.
En todo el salón no había sillas ni bancas, sólo era un enorme espacio vacío y limpio. El lugar donde el chico señalaba era la pared del fondo de todo el lugar, donde la luz no llegaba. Un poco reacio, Teo lo siguió; puesto que el prefería un lugar cerca del escenario donde pudiera escuchar claramente al profesor. Sin embargo, no podía negarse a pasar el rato con sus amigos, ya que no podría hacerlo después de clases - Oliver, no me jales tan rápido - susurró, tropezando con sus propios pies.
Oliver paró sólo cuando estuvo en el sitio deseado - Lo siento, es que si nos tardábamos alguien más nos ganaba el lugar.
-¿quién más querría sentarse en este lugar? - reclamó, un poco molesto. Oliver se limitó a sonreír cuando sus ojos se desviaron a la parte trasera de Teo.
-Estoy aquí - el otro chico habló desde atrás. Teo se volteó para ver su rostro cansado - Me quedé atrapado en la multitud. Los perdí de vista por un momento.
Oliver rio - Teo casi se pierde también, pero logré salvarlo - soltó una risa baja.
Los ojos de Teo lo fulminaron - Por poco caigo y era aplastado por tu culpa.
-Eres muy lento Teodoro, necesitas agilizar los pies - Oliver señaló con la barbilla al otro chico - Mira, sino te hubiera jalado te habrías perdido como Edgar.
-Bueno, sentémonos antes de que alguien más venga - El chico de ropa gris se camuflaba muy bien en la oscuridad - oye Oliver, ¿has visto quién está por allá? - susurró; mientras el otro chico se acercó con curiosidad.
Mientras ellos hablaban, Teo se pegó a la pared y se sentó en el espacio solitario del fondo, con las piernas dobladas a sus costados. A través de las piernas de los dos chicos inquietos, vio a las personas sentarse en grupos, alineadas cerca de la parte baja del escenario. Únicamente ellos eran los únicos que pasaban desapercibidos bajo la sombra del pilar. Un momento después, sus amigos se sentaron distraídamente donde estaban hablando.
De pronto, los dos se giraron a verlo - Teo - Oliver se inclinó hacia él. La distancia era un poco notable; así que tuvo que susurrar con fuerza - mira quien ha venido - en la oscuridad, su mano cubierta por una manga cafés se alzó. Cubierta por la espalda de Edgar, señaló a la otra esquina del salón - ¿no es una belleza?.
En el lado superior derecho, cerca del escenario, una joven bella, se sentaba con la espalda recta y las manos unidas al frente. Sus labios rojos resaltaban de su piel blanca, suaves y un poco abultados. Su vestido, formaba una curva esbelta desde su espalda hasta el inicio de la falda que se extendía sobre el suelo. Su cabello negro sujetado hacia arriba, le daba un semblante serio a su cara. Era como un afrodisíaco para los ojos, haciendo difícil separar la vista.
-Es una belleza rara, una en un millón - Oliver siguió hablando.
-Sí, ¿pero qué hace aquí? - Escuchó a Edgar.
-¿por qué no?, es su derecho - Oliver no paraba de hablar - Además, ¿no es mejor para nosotros?. Podremos verla todos los días.
-Sólo por eso, pero creo que es innecesario.
Ciertamente, en ese grupo de casi cien personas sólo había unas pocas chicas y la mayoría estaban ahí por el privilegio de ser de una buena familia. Asimismo era el caso. La joven pertenecía a una familia de un estatus mucho más alto que el de Teo; sin embargo, a él no le importaba. Él estaba ahí únicamente para aprender; así que apartó la vista de la mujer y se fijó en los dos del frente - ¿ustedes, chicos, a qué han venido?.
Los dos jóvenes se vieron entre sí, luego miraron a Teo - Mis padres me obligaron - sus voces se mezclaron, convirtiéndose en una sola. Los dos se vieron de nuevo y rieron.Teodoro se sorprendió - ¿en serio no les importa ni un poco estar aquí?.Oliver bufó - ¿para qué?, prefiero estar en la calle que aquí sentado.-Cualquier lugar es mejor que este - agregó Edgar. Después, el de ropa gris lo miró - ¿y tú por qué has venido?.-Cierto - exclamó el otro - es muy extraño que tus padres te dejen salir, ¿también te obligaron?.Teo meneó la cabeza - No, logré convencerlos para que me permitieran asistir. Quiero conocer otros lugares. Si gano el examen me dejaran ir.Los ojos de Oliver se abrieron - Oh, te irás lejos y aún así te patrocinarán el viaje - suspiró, poniendo una mano en el suelo para apoyar su peso en ella - A mi me amenazaron con que si no venía aquí, dejarían de darme dinero.Edgar colocó una mano en el hombro de Oliver, sonriendo - Realmente eres mi hermano. Mis padres me han
La señora sonrió - Es algo bueno - luego, sus ojos se desviaron al espacio vacío entre Teo y la puerta - ¿regresaste acompañado? - preguntó con calma - ¿tus amigos están aquí?.El aire se escapó de sus pulmones - No, he vuelto solo.La señora lo vio, con la espalda erguida - Abre la puerta - pidió.Teo exhaló suavemente a escondidas. Después abrió, caminando; en tanto empujaba la puerta. No se atrevió a negarse porque sería extraño; así que se paró a un lado, descubriendo el interior del cuarto. Desde la entrada, los ojos de su madre pasaron por cada rincón de la habitación. El corazón de Teo palpitó en su pecho, temeroso que descubriera la mentira. Los ojos recorriendo en un círculo hasta posarse en el joven parado estático sosteniendo la puerta a su espalda.La señora lo miró sin decir nada - ¿pasa algo? - preguntó, conteniendo los nervios.La señora negó, desviando la mirada. Tomó los extremos de su vestido, girando para marcharse - Creo que vi mal - volteó la cabeza, dedicándole
-¿has dormido bien? - su padre le preguntó.-Sí - sonrió - aunque anoche me quedé estudiando hasta tarde.-¿a sí?, ¿cómo han estado las clases?.-Muy bien, me parecen bastante interesantes - tomó los cubiertos - ¿iremos a un lugar en especial hoy?.Su padre se aclaró la garganta; en tanto partía lo que estaba en su plato - Sabrás que hoy no iremos de paseo, ¿verdad?.Teo levantó los ojos - ¿entonces? - sintió cierta ansiedad.-Bueno - su padre no lo miró - Sabrás que al tener más privilegios, también adquieres más responsabilidades - las manos de Teo se mantuvieron fijas a cada lado del plato - te asignaré nuevas tareas. Dependiendo de tu desempeño, veremos si eres digno de marcharte a otro lugar - los ojos oscuros del señor se enfocaron en él - ¿crees poder mantener las clases junto con tus tareas?, no te cargaré mucho; pero depende de lo que tú desees.-¿qué pasa si no quiero hacerlo?.-Naturalmente, no tendrás derecho a marcharte aunque ganes el examen.Su corazón dio un brinco - L
Después de un par de horas de tratar asuntos triviales, las piernas de Teo ya dolían por estar tanto tiempo parado. Se movió inquieto, intentando relajarlas - en un momento descansaremos - le informó su padre.Por la puerta, entró un hombre alto y serio. Teo lo reconoció como el tipo que vio afuera; pero el hombre no dijo nada cuando entró y escaneó toda el área. Tenía un cuerpo robusto, cubierto por un traje completamente negro. Dio pasos hacia los libreros y barrió la vista lentamente. Teo se quedó paralizado en el lugar. El hombre no saludó al entrar y no dijo nada al salir. Después, un señor mayor pasó en su lugar, apoyándose en un bastón con la espalda curvada, tratando de mantener la mejor postura posible, con una mano tras la espalda - Disculpa que mi guarda espaldas te haya importunado - a pesar de la vejez la alegría aún marcaba sus rasgos.-Descuida - su padre se paró. Dio un paso al lado; sin embargo, el viejo levantó una mano, deteniéndolo - Has cambiado de nuevo, ¿no te si
Debido al repentino encuentro con su madre, cuando llegó al salón, las puertas ya estaban abiertas. Todas las personas ya habían entrado; por tal motivo, corrió a la entrada. Puso un pie en las gradas cuando escuchó - Mira, ahí está - la voz se le hizo conocida; así que volteó. Sus compañeros se acercaban desde la pared al otro lado de la calle - ¡Teo! - Oliver corrió hasta él; mientras Edgar caminaba con más calma - ¿tuviste problemas? - habló con falta de aire al estar cerca - ¿por qué te retrasaste?.Teo se terminó de voltear - Mi madre me entretuvo hasta que se me hizo tarde.Los ojos de Oliver se ampliaron - ¿se dio cuenta que estábamos ahí?.-Tal vez sí - dijo nada más; pues no pudo saber los verdaderos pensamientos de su madre.-Bueno, entonces será complicado salir a divertirnos esta noche - Oliver bajó la vista; en tanto se acariciaba la barbilla con una mano.Teo abrió la boca - yo… - Dudó, con miedo de ir y ser descubierto.-Jóvenes - de pronto, una voz profunda se escuchó d
Al sentarse, los chicos pidieron algunas cosas que él nunca había escuchado antes. Sólo cuando la mujer se fue, tuvo el valor de levantar la vista de nuevo. Aunque los sofás rodeaban la mesa entera, los tres se sentaron en uno mismo. Con la vista hacia la parte interna del lugar. Los otros lugares estaban ocupados, el bullicio de la gente aumentaba conforme se iba llenando el bar.Pronto, la señora regresó. Teo, trató de mantener la vista en el rostro; mientras limpiaba sus palmas sudorosas en su pantalón. Parecía tener entre treinta años o más; pero su rostro estaba bien cuidado. Con las curvas de sus labios pintadas de carmesí. Ojos negros enmarcados por largas pestañas y una nariz corta. La señora se agachó para depositar, las bandejas en sus manos, en la mesa. Sacó las bebidas poniéndolas frente a
Los árboles tras las banquetas se agitaban con el viento. Al final del puente, también habían árboles al lado izquierdo que se movían de un lado a otro - Es silencioso, ¿no? - llegó corriendo; mientras Oliver se acercaba a la fuente - A esta hora los niños ya no andan haciendo ruido por todos lados.Teo intentó recuperar el aliento. Cansado por la poca actividad física que se vio obligado a hacer - ¿no es peligroso estar aquí a esta hora?, por eso los niños no salen - dijo acezando. Sus pulmones ardían.Cerca de la fuente, Oliver se giró - No - dijo con una mueca de poca preocupación, con las manos colgando descuidadamente a sus costados - Sólo les dicen eso para asustarlos. Relájate - movió los hombros al frente con la última pala
El hombre dio otro paso más. Como si se acercara de manera cautelosa para no asustarlo. La mano en su hombro se apretó - no son tan seguras como otros afirman - su altura era imponente. Incluso estando al final del puente podía igualarse a Teo.Teo cerró la boca. Tenía un punto en contra - Tú debes conocer muy bien estas calles, ¿no? - el hombre no respondió - Estoy con mis amigos, creo que no hay tanto peligro.Los ojos del señor se desviaron hacia atrás - Se ven muy valientes - había una pizca de sarcasmo en su tono. Luego, regresó la vista a Teo.Entonces, Oliver bajó la mano - nosotros hemos paseado todas las noches por aquí. Podemos defendernos de cualquier peligro - se puso al lado de Teo - si nos disculpas, seguirem