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Capítulo V: Nueva tarea

-¿has dormido bien? - su padre le preguntó.

-Sí - sonrió - aunque anoche me quedé estudiando hasta tarde.

-¿a sí?, ¿cómo han estado las clases?.

-Muy bien, me parecen bastante interesantes - tomó los cubiertos - ¿iremos a un lugar en especial hoy?.

Su padre se aclaró la garganta; en tanto partía lo que estaba en su plato - Sabrás que hoy no iremos de paseo, ¿verdad?.

Teo levantó los ojos - ¿entonces? - sintió cierta ansiedad.

-Bueno - su padre no lo miró - Sabrás que al tener más privilegios, también adquieres más responsabilidades - las manos de Teo se mantuvieron fijas a cada lado del plato - te asignaré nuevas tareas. Dependiendo de tu desempeño, veremos si eres digno de marcharte a otro lugar - los ojos oscuros del señor se enfocaron en él - ¿crees poder mantener las clases junto con tus tareas?, no te cargaré mucho; pero depende de lo que tú desees.

-¿qué pasa si no quiero hacerlo?.

-Naturalmente, no tendrás derecho a marcharte aunque ganes el examen.

Su corazón dio un brinco - Lo haré - declaró. Deseaba tanto esa oportunidad que no podía dar un paso atrás aunque tuviera que atravesar cualquier obstáculo.

-Ya que estás dispuesto, nos iremos después de comer.

Los puños de Teo se apretaron en los cubiertos. Mentalizándose para lo que lo esperaba. Sabía que no iba a ser fácil; pero no esperaba tener que lidiar con más que los exámenes. Al contrario de sus pensamientos, su padre le preparó obstáculos, aún habiendo dado el consentimiento verbal. Era consciente de su preocupación y de lo poco dispuesto que estaba para dejarlo ir. No obstante, Teo se lo había trazado como una meta que cumplir, era el siguiente paso para lograr la grandeza.

Al salir de casa su madre le encomendó a su padre cuidarlo mucho. Se marcharon con la promesa de volver temprano. Toda la cuadra antes de llegar a la academia era un área comercial. Con puestos de comida, de fruta y verdura; así, también habían oficinas donde los hombres se reunían a hablar de negocios. Al llegar a un par de puertas de madera negra, su padre se detuvo a saludar a todas las personas que se acumularon enfrente.

Todos eran hombres de alto estatus. Teo sonrió, abrazándose; mientras su padre se entretenía al abrir la puerta. Justo enfrente de ese lugar, había un restaurante, el cual tenía una entrada estrecha y no se podía ver lo que había en el interior. Observó con curiosidad. El área no se veía del todo limpia; así que dudó que a alguien fuera a interesarle ingresar a un lugar tan extraño. Sin embargo, mientras miraba, de repente un tipo salió de ahí.

Sus miradas se cruzaron cuando el hombre se paró en la puerta y notó una mirada en él. Teo se sobresaltó. Avergonzado desvió la mirada; pero no pudo evitar voltear a ver la espalda cuando el señor se fue alejando. En ese instante, el hombre giró la vista. Sus ojos se conectaron justo cuando su padre lo llamó - Teo, apresúrate.

Se giró, pasó por el camino que los señores desocuparon para su padre. Unas de las puertas negras se pegó a la pared del lado derecho. Entró al patio que dirigía a la oficina. Dentro, un escritorio se colocaba al fondo de la gran habitación. Con estantes con documentos importantes al lado derecho y sofás cómodos del lado izquierdo. Teo se acercó frente al escritorio; mientras su padre lo rodeaba para sentarse en la silla detrás - ¿qué debo hacer? - le preguntó.

La silla rechinó al ser depositado un gran peso sobre ella - Hoy escucharás todos los problemas que hay que resolver. Después, te asignaré los que serán tu cargo - sus ojos negros lo observaron de pie, luego agregó - no hay otra silla aquí, quédate a mi lado mientras pido que te traigan una.

-Está bien - rodeó el lugar y se colocó a un lado de su asiento.

Pronto, un hombre entró. Recto, con los hombros anchos; pero la barbilla baja. Como si temiera alzar la vista enfrente de su padre - Pasa, toma asiento - la voz de su padre cambió a una más ronca. Su ceño se endureció, resaltando una figura digna de respeto - ¿Qué noticias me traes?.

Los sillones estaban topados a la pared. El señor se sentó, con las manos apretando sus rodillas - Me temo que no son buenas noticias las que traigo - miró de lado a su padre. Temeroso de la reacción que este pudiera tener - La sociedad que formamos no está dando muchos frutos, hay una pérdida considerable con…

-¿No has sido capaz de administrar bien los recursos? - el hombre fue interrumpido por una voz gruesa - ¿cuantos errores has cometido?.

El hombre se frotó las manos en las piernas - No es culpa mía. Hay problemas con los recursos…

-Te recuerdo que la mayor parte del dinero en juego es mío. No vengas a informarme de los problemas que yo mismo me he dado cuenta que hay - su padre enderezó la espalda - en su lugar, resuélvelos inmediatamente antes de que retire mi capital.

El hombre bajo la cabeza. Sus manos se deslizaron hasta las rodillas y las apretó - Sí, comprendo.

-Sí no tienes nada más que decir, retírate.

El hombre se levantó con la cabeza baja. Caminó encogido hasta la entrada; pero al cruzar la puerta, su postura se recompuso al toparse con los demás que esperaban en el patio. Infló el pecho y alzó la barbilla. Dentro de esas personas, la mayoría era de su estatus o inferior, sólo su padre estaba un paso por arriba de él; no obstante, eso se debía a la pequeña sociedad que habían formado. Eso no incluía los otros negocios que el hombre podía tener aparte.

Su padre suspiró, recostándose en el respaldo de la silla; mientras el siguiente entraba. Cuando el otro llegó a la puerta, volvió a enderezarse, puso las manos en el escritorio y entrelazó los dedos con las piernas separadas bajó el escritorio. Su padre mostraba autoridad con todos los que trataba; pero era consciente que podía relajarse cuando estaban solos.

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