Dasha
—La única manera de que me devuelvas mi libertad es haciendo lo que debes hacer. Tu deber es conversar con mi padre respecto a tus acciones en el pasado. No seré yo la persona que te delate, serás tú misma la que tome la responsabilidad de decírselo a nuestro padre —indiqué, limpiandos las lágrimas que se acumularon en mi rostro. Acomodé mi maleta, y me preparé para irme.
No deseaba tener esta conversación. No deseaba hablar con ella.
—Sé que tengo que hacerlo, sin embargo, necesito que me des un poco de tiempo —casi me rogó y asentí—Sé que me equivoqué, terriblemente, en especial contigo. Cometí un grave error al involucrarme de forma romántica con el mejor amigo de Maximiliano, no obstante, no tenía que haberte tratado de la forma en que la hice. Lamento mucho, hasta el día de hoy, el haberte amenazado con quitarte la vida en aquel entonces y por haberte tratado de matarte hace un tiempo. Lo siento, Dasha, y aunque mis disculpas no cambiarán la manera en que me ves ya que ante tus ojos son una mala persona, una mala madre y una mentirosa que te ha hecho mucho daño, espero que algún día seas capaz de perdonarme.
Se puede perdonar, pero, nunca nadie puede llegar a olvidar del todo.
—Por supuesto que puedo otorgarte mi perdón, aunque eso no borrará las heridas del pasado. Para mí, te convertiste en una mala persona y nunca dejarás de serlo. Desde el día en que supe quien eras en realidad, cambié por completo. Tú, fuiste la que me cambió.
—Admito que hay varias cosas que han sido mi culpa y acepto la responsabilidad de mis actos —susurró, con un hilo de voz. Este tema era delicado, y un secreto, un enorme secreto—Como he dicho antes, mi única esperanza es que me perdones, no que olvides, sino que me perdones.
Suspiré, cerrando los ojos y pensando en sus palabras con mayor atención. Puede que haya llegado el momento adecuado para dejarlo ir, para liberarme a mí misma del pasado tormentoso que sigue atormentándome a cada segundo.
—Te perdono, madre, sin embargo, quiero que prometas que en algún momento podrás hablar con mi padre sobre lo que sucedió en aquel entonces —junté nuestras manos. Ha pasado demasiado desde la última vez que tuvimos alguna especie de contacto físico —Y quiero, que tengas en claro que esto no logrará que nuestra relación sea igual, simplemente nos dejaremos en paz la una a la otra. Nos respetaremos y dejaremos de hablar del tema, nos saludaremos y respetaremos siempre ¿Está bien eso para ti?
—Todo está bien, mientras pueda sentirme bien conmigo misma y me prometo que no voy a hacerte daño una vez más. Prometo no herirte jamás —plantó un beso en mi mejilla y asentí.
—De acuerdo, las cosas serán así a partir de ahora —continué, con una sonrisa en el rostro.
Una herida más comienza a cicatrizar, a pesar que no he conseguido encontrar la cura.
Luka
4 de febrero, 2003.
—¿Ya no te has hartado de jugar estos estúpidos videojuegos, Luka? —Katya se recostó en mi cama y esbozó una mueca mientras observaba los juegos que me encontraba jugando— Ay, Luka. No entiendo cómo es que tú tienes la capacidad de ver algo tan sangriento y horrible.
—Así como tú tienes la capacidad de gastar el dinero mal habido de la familia —me di cuenta como se quedó callada— Ahí lo tienes, he tocado tu fibra sensible.
—También lo disfrutas, no digas que no —ella arruinó la nariz y en ese mismo momento Dasha apareció frente nosotros — Niña ¿Qué haces aquí con los adultos?
—No seas mala con Dasha. Entra Dasha, no te preocupes —ella era la menor de los tres pues tenía diez años recién cumplidos. Ella estaba parada junto a la puerta con una expresión de terror y apenas me acababa de dar cuenta de eso— ¿Qué pasa, pequeña?
—¡Estoy sangrando! ¡Estoy sangrando! ¡No sé qué me pasa! —Puse atención y no logré ver ni una sola gota de sangre a lo largo de todo su vestido celeste.
—¿Dónde estás sangrando? ¿Cómo te puedo ayudar, Dasha? —Apenas noté cuando mi hermana se acercó a ella y la abrazó.
— ¿Qué parte de tu cuerpecito está herido?
—Mis partes íntimas —sollozó más alto y fue en ese momento que lo comprendí todo; a mi hermanita pequeña ya le había llegado el periodo por primera vez y no era consciente de ello.
—Ay, mi amor, es que acaba de llegarte tu primer periodo —Katya le explicó con delicadeza— La sangre de la que tú hablas es la sangre que tu cuerpo debe expulsar cada mes por necesidad y no es algo que deba causarte miedo. Ya eres una mujer ahora, Dasha, ya no eres una niña. Mira, yo igual me asusté mucho cuando vi que estaba sangrando por primera vez y lloré, lloré mucho. Pero, después mamá me ayudó y jamás volví a asustarme de eso.
—¿En serio? ¿No es nada malo? —Preguntó con ternura.
—Lo que escuchas pequeña, ya eres una mujercita y no es nada malo, en lo absoluto—le dio golpecitos en el hombro—Te acompañaré a que te des un baño y luego te enseñaré a usar una toalla higiénica ¿Está bien?
Dasha asintió con miedo y me causó muchísima ternura.
—Bien Luka, iré a ayudar a nuestra hermanita —me dijo y ambas desaparecieron de mi vista en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo, mi padre apareció en mi cuarto usando gafas oscuras y un largo abrigo de cuero, típico de un mafioso de su categoría.
—¿Qué sucede con tus hermanas, Luka?
—A Dasha le acaba de llegar su primer periodo y Katya la ayuda a relajarse y entender que es lo que sucede en su cuerpo.
—Ay, mi hija más pequeña ya ha dejado de ser tan pequeña —suspiró—Iré a ver cómo se encuentra luego que reciba la ayuda de su hermana, mientras tanto yo necesito enseñarte algo.
—¿Algo como qué? —Apagué el televisor y el videojuego.
—Me he puesto a pensar por unos instantes y me he dado cuenta que ni siquiera he tenido el valor de enseñarte cómo se jala un gatillo. Un gran error que he cometido, por lástima.
Mis ojos se agrandaron un poco y sentí un golpe en el pecho. Me pregunté si estaba hablando en serio.
—¿Hablas en serio, padre? ¿Por qué tendría yo que aprender cómo se jala un gatillo? —Inquirí. Con los nervios de punta.
—Porque eres mi hijo y algún día podrías llegar a ser el dueño de todo, y ocupar mi cargo —me explicó—Tienes que aprender todo lo que he aprendido a lo largo de mi vida. Te enseñaré a hacer todo lo que no te he enseñado.
—Padre ¿A ti qué te hace pensar que deseo convertirme en el capo de la mafia Romanov? —le aclaré con dureza, realmente no comprendía cómo es que pretendía enseñarme cosas que yo no necesitaba ni quería.
—Mira, Luka, yo tengo que dejarte algunas cosas bien claras y espero no verme obligado a repetir esto en el futuro ¿Entendido, muchacho? —Asentí con furia como respuesta a su interrogante—Tu destino ha sido pertenecer a la mafia desde el día en que naciste, y ese destino lo tienes porque eres mi hijo. Y nada, en lo absoluto, va a cambiar eso.
—¿Y encima lo dices como si fuese algo fácil? ¿Crees que es mi deseo hacer todo lo que me has propuesto? ¿Qué me parece agradable tomar una pistola o decidir si alguien vive o muere debido a que ha hecho algo en nuestra contra? ¿Jugar al lavado de dinero o a vivir escenas salidas de cualquier película de ciencia ficción? —Le grité.
Todo esto era una verdadera locura. No pensaba hacer esa clase de cosas.
—Cuidado con cómo hablas del trabajo que nos ha dado todo lo que tenemos. Tampoco fue mi decisión tomar el camino que tomé para poder tener una vida mejor, en la que pudiese acceder a una vida digna, que cubriera mis necesidades básicas. Naciste como el hijo de un respetado capo y a pesar que te atrevas a intentar convertirte en otra persona, nunca vas a dejar de ser el hijo de un criminal. Nunca dejemos de ser quienes somos en realidad, no importa lo mucho que lo intentemos una y otra vez.
—Según entiendo, necesitas que comprenda que nada logrará que pueda escapar de esta vida por completa. Es como un tatuaje que no puede ser borrado por ninguna razón —arrastré las palabras—Y que, claro está, voy a ser el próximo capo ruso.
—Luka, en ningún momento yo te he dicho que eres tú el que va a heredar la mafia. Simplemente, necesito que aprendas un par de cosas por mí ¿Lo harías por tu padre, Luka? Di que sí —Estuvo a punto de rogarme, por lo que comprendí que no podía decirle que no.
—¿Gano algo con eso? —Desvié mi respuesta por unos cuantos segundos. Necesitaba ganar tiempo para poder pensar mucho mejor.
—Aprenderás a sobrevivir en el mundo en que te encuentras por mi culpa. Así que levántate, y dejemos de perder el tiempo hablando de cosas que ambos ya sabemos muy bien. Te enseñaré a usar un arma y un par de cositas más ¿De acuerdo?
—De acuerdo, padre —acepté, con un nudo en la garganta.
Usar un arma te convierte en otra persona, matar a alguien cambia tu vida para siempre. Dejas de sentir, y empiezas a pensar que la vida de otros te pertenece.
A Maximiliano Romanov no le importaba nadie, más que sí mismo, aunque aseguraba adorar a su familia. A él lo único que le interesaba era el poder.
Mi padre me llevó hasta un campo bastante alejado, acompañado de varios hombres, y me dejó un momento a solas para luego regresar con un arma de fuego en la mano.
—Esta es un arma automática, y a partir de hoy, ella va a ser tu mejor amiga y tu más fiel compañera de batalla —susurró.
—¿Por qué? —Cuestioné nervioso.
—Ella va a salvarte la vida en varias ocasiones y vas a agradecerle una y otra vez —se paró detrás de mí—Presta atención y mira como cargo el arma y luego disparo. Esta vez para que entiendas, le dispararé a aquel punto rojo que está en la pared.
Por unos momentos, no hubo ni un solo ruido. Sin embargo, él cargó el arma con rapidez y luego jaló del gatillo disparando una bala. El sonido fue ensordecedor para mí y sin darme cuenta, una lágrima brotó de mis ojos en un completo silencio. El corazón se me detuvo y antes que mi padre girara a verme, me limpié el rostro sin más. Esa fue la única reacción que pude tener gracias a la impresión.
—Es tu turno, Luka —trató de invitarme a hacerlo tal y como él lo hizo.
—Está bien —aunque seguí los pasos con lentitud, cuando disparé el arma, la bala golpeó el punto rojo.
—¡Eso es, m*****a sea! ¡Le has dado en el primer intento! Tienes talento para esto, igual que yo —su rostro era de total sorpresa. Lucía muy contento por la nueva habilidad que acababa de descubrir en uno de sus hijos.
—¿Acaso lo hice bien? —Bajé la mirada, no podía creer del todo lo que acababa de suceder.
—Mucho más que bien. Eres muy bueno en esto hijo mío —dio un golpecito en mi hombro con orgullo.
Ese día jamás lo olvidaré, por más que los años pasen y vayan matando mi memoria.
—Esta noche llega una carga bastante grande —Katya salió al balcón mientras fumaba un cigarrillo, y me ayudó a dejar de pensar en el pasado— ¿En qué piensas que te ha tenido tan distraído, hermanito? Ay, Luka, tienes que poner los pies sobre la tierra.
—Recordaba la primera vez que tuve una pistola entre los dedos...—observé mis manos. Ese día no lo he olvidado, debido a que para mí significa un pésimo momento en mi vida. Aquello generó un trauma que no puedo superar.
—Esa historia me la has contado muchas veces, no obstante, a pesar que me encantaría hablar sobre ello nuevamente, tenemos que hablar sobre el cargamento —me dio su cigarrillo para que yo terminara de fumarlo, así que acepté.
—Ah sí, adelante. Dime todo lo que tengas que decirme —le pedí.
—Hoy llegarán diez toneladas de coca y tendremos que ir a recogerlas. Llegarán al puerto de Múrmansk. Es un puerto importante, por lo que hay que darle la atención que se merece —aclaró.
—¿Es la droga que surgió del trato con los italianos? ¿Por qué tendremos que ir a recogerlas nosotros y no un par de nuestros hombres? —Interrogué, recordando que esto nació de la conversación que mi hermana menor, Dasha, tuvo con el jefe italiano porque mi padre le pidió ayuda.
—¡Porque son diez malditas toneladas de coca, Luka! Y es un puerto muy visitado —Gritó—Es evidente que merece nuestra atención.
—Dime la hora a la que descargarán la coca...—exigí—Es lo que merezco por lo menos, saber información de primera mano sobre esta carga.
—A las dos de la mañana, a esa hora no hay muchos guardacostas. Los otros lo han decidido así y papá ha estado de acuerdo en ello —dijo.
—Bien, diles a nuestros hombres que saldremos a esa hora y que nosotros dos solo iremos a supervisar si el cargamento es de buena calidad.
—Te veo a esa hora, entonces.
Katya salió dejándome a solas de nuevo. Estuve el resto del día acostado en la cama disfrutando de buena comida y de un pequeño descanso pues, en la noche tendría que volver al trabajo.
Faltando poco más de media hora para que el cargamento de coca llegará al puerto indicado, Katya y yo salimos acompañados de nuestros hombres de confianza. Llegamos justo cuando el cargamento era descargado por aquellos que trataban de hacerlo más rápido para no tener problemas con la estúpida justicia, me refiero a los malditos guardacostas o a la policía misma.
—Muy bien ¿Qué tenemos por aquí? —susurré acercándome a la mercancía. Observé la fila que conformaban los paquetes que contenían el cargamento.
—Hemos traído los diez kilos que surgieron de aquel trato que llevaron a cabo con nuestro jefe. Mencionó que se lo entregáramos de inmediato y nos fuéramos sin más, así que es hora de que nos vayamos.
—Esperen un momento —señalé—Ustedes no pueden irse de aquí hasta que yo mismo haya probado la coca ¿Entendido? Son diez kilos de coca y no voy a desperdiciar miles de dólares si esto no resulta ser lo que creo ¿Cierto? Tienen que esperar a que yo la pruebe.
Los tres hombres asintieron con miedo, algo que de una u otra forma aumentó mi sospecha, por lo que rápidamente saqué la navaja de uso personal de uno de los bolsillos de mi chaqueta y con ayuda de esta, hice un pequeño corte en uno de los empaques. Cuando este ya estuvo abierto, pasé uno de mis dedos y lo llevé a mis labios. Extrañamente, aquello no causaba el mismo efecto de la cocaína, es más se trataba de un ingrediente muy usado en la cocina.
—Hijos de puta... —solté con fiereza— ¡Hijos de puta! —aventé una de las cargas al mar debido al enojo que se concentraba a lo largo debmi cuerpo.
—¿Qué pasa, jefe? —Pablo, uno de nuestros hombres, me preguntó poniéndose alerta.
—Pasa que esta m*****a basura no es cocaína, sino no más que harina de cocina...—escupí con fuerza sobre el piso.
—¿Qué carajos has dicho, Luka? —Katya frunció el ceño y su mirada se volvió oscura.
—Qué esta m****a no es más que harina. Estos imbéciles han querido vernos la cara —eché mi cabeza hacia atrás, sabiendo que si no me controlaba iba a explotar de la ira—Escúcheme bien, sé que no es su culpa que su maldito jefe haya querido verme la cara con esta estupidez, así que les voy a permitir seguir con su vida, pero, les daré un mensaje que debe llegar a su jefe: Si ese imbécil no deja de fastidiarme la vida a mí y a mi familia, juro que voy a cortarle los huevos por mi propia cuenta. Cueste lo que me cueste.
Esos hombres asintieron de nuevo, muertos del susto, y corrieron a la lancha luego de tirar toda la harina al mar.
—¿Ya ves? Katya, te dije que los italianos no eran nuestros amigos. No sé cómo mi padre ha podido confiar en ellos nuevamente luego de que intentaran acabar con todos una y otra vez. Esos italianos no son de fiar, m****a, Katya, juro que quiero matar a mi padre ahora mismo...
Solo puedo dar una verdadera opinión de Franco, ya que no he olvidado la conversación tan delicada que pude mantener con él tiempo atrás en la fiesta de cumpleaños de mi hermana. Él es diferente a su hermano, son como dos polos opuestos.
—¡Luka! No digas esas cosas sobre nuestro padre —me regañó, aunque en el fondo se encontrara igual de molesta.
—¿Qué? Katya? Hace tiempo que nuestro padre dejó de manejar correctamente la mafia. Hizo que el negocio creciera y nos llenara de dinero, sin embargo, eso ya ha dejado de ser así. Él se conforma a hacer tratos estúpidos con sus propios enemigos, y eso puede costarle estar en la cárcel o la muerte. Y yo no voy a ir a la cárcel porque mi padre sea un imbécil ¿De acuerdo? Si tú quieres, puedes irte al infierno con él.
—Tampoco estoy de acuerdo en lo que nuestro padre ha estado haciendo. Y tampoco me agrada la persona en la que se está convirtiendo nuestra hermanita menor —negó—No me gusta que se involucre en esas estupideces que comete mi padre.
Se debe a que Dasha ama a papá, a pesar que diga lo contrario la mayor parte del tiempo.
—Ya hablaremos en casa respecto a nuestras inconformidades. Ahora, necesitamos irnos y hablar con papá sobre lo que acaba de suceder...
Cuando estaba a punto de subir al automóvil junto a mi hermana, evidentemente molesto por lo que acababa de suceder, sirenas de policía se escucharon a lo lejos. Maldición, ellos vienen por nosotros.
Nada puede ir peor.