Al día siguiente, Brany decidió buscar al jardinero para agradecerle por haber cuidado de la gatita. Lo encontró en el vivero, un rincón mágico del jardín donde las rosas de todos los colores se mezclaban con otras flores exóticas, creando un mosaico de aromas y tonalidades que parecían sacadas de un sueño. El viejo estaba sentado en un banco de madera, contemplando con serenidad el fruto de su trabajo. Brany se acercó con curiosidad, no solo por agradecerle, sino también para descubrir por qué el jardinero había llamado a Mijail "Andrey" el día anterior.

—Es increíble lo que hace con sus manos —dijo Brany, admirando el entorno—. Este lugar es mágico.

El jardinero la miró con una sonrisa cálida, sorprendido por su presencia.

—¿Cómo está Vero? —preguntó el viejo, refiriéndose a la gata.

—Está bien, aunque a veces se escapa al jardín —respondió Brany—. Parece que ya se ha acostumbrado a este lugar.

—¿Y cómo no? Este jardín es un refugio para todos, incluso para las almas inquietas como