Andrey por primera vez desde que conocía a Encarnación le levanto la voz.
— ¿Qué ocurre contigo Carmelina? — Necesito hablar algo importante con usted, antes que se entere por otro lado. — Soy todo oído Carmelina. — Recuerda que en el entierro de su esposa le dije — Recuerda que en el entierro de su esposa le dije que iba a viajar, que después le contaría los detalles a mi regreso. — Si, creo haberlo escuchado, de que se trata. — Bueno señor Alexio, me han otorgado la tutela de una ahijada mía, ya que ella no tiene familia y soy su único pariente que tiene ella, tuve que ir por ella a Inglaterra, después de resolver algunas cosas en Venezuela por la parte legal de ella. — Que me quieres decir con todo esto Carmelina. — Que la joven esta ahora en la mansión y hoy hubo un inconveniente con ella, al aparecer los reporteros que aparcaban a la entrada de la mansión le tomaron fotos y tal vez tenga inconvenientes en eso mañana en las noticias. Alexio por primera vez que conocía a Carmelina le levanto al voz — Maldición Encarnación porque me hablas de esto hasta ahora. — Por ese mismo detalle, por la manera que me lo diría. — Sabes que perdí a mi esposa hace unas semanas y ahora tu traes a la casa a una jovencita, la cual le han tomado fotos y sabrá cual serán los intereses de esos reporteros con la noticia de mañana. — Perdóneme señor Andrey, fue una falta de imprudencia mía. — Ya lo hecho, hecho esta, lo único que no quiero es que esa pequeña mocosa este merodeando por allí, así que voy a aceptar que se quede, pero que no se atraviese en mi camino. — Lo comprendo señor Andrey, yo hablare con ella y pondré reglas que ella debe acatar. — Bueno si no tienes nada más que decirme, puedes retirarte. — Con permiso señor y otra vez discúlpeme. — Dile a Iván que venga, necesito hablar con el. — Si señor y gracias. Al quedarse solo Andrey, se asoma al ventanal del estudio y mira las estrellas. Por el tono de la voz de Iván al entrar, Andrey se imagino que el sabía la verdad de la jovencita. Iván adivinó que Andrey veía pocas posibilidades de que la joven se quedara más tiempo. Lo cierto era que él confiaba mucho en Encarnación y en el trabajo que ella hacía en la mansión como ama de llave. Sabía que si ella le pidiera cualquier cosa el lo aceptaría. — Me llamaste Andrey. — Si necesito saber quienes eran los reporteros que aparcaban en la entrada de la mansión. — Eran de noticieros importantes y revistas señor. — Quiero que los contactes a todos y que no quiero ninguna noticia de esa jovencita en los periódicos de mañana. — Ok señor, y los que no quieran hacer eso que me pide. — No se como pero no quiero nada de noticias mañana, por cierto en unos días espero a mi suegro de vista. — Y que hará Encarnación con la muchacha. — Dile que la ponga hacer algo en la mansión, no quiero flojos en mi casa. — Entonces le diré eso a Encarnación. — Te puedes retirar Iván y por favor mañana volveremos ir a la empresa. — Entendido señor, con permiso me retiro. Ya era casi media noche cuando por fin terminó de hacer sus cosas. Una capa de gris se veía entre el lienzo del cielo. Y un recuerdo atravesó su corazón como una daga al recordar el momento en que su esposa había muerto, el recuerdo fue vivido de nuevo. Las hojas secas y lodo pegados en los vaqueros de su mujer y el cuerpo tan débil, le dolía, verla de esa manera, un embarazo de cuatro meses se veía, mientras el sudor se le enfriaba con el aire helado y húmedo. Lo que ya había pasado no lo podía deshacerse. Un acto terrible. Un final y un principio que en aquel momento se unían para siempre, en el dolor más profundo. Los colores del mundo habían cambiado para él, los cielos mantuvieron sus tonos apagados. El viento lloró entre susurros. No se oyeron sirenas que gimieran a lo lejos. Dejó escapar un largo suspiro y volvío al presente, con aquel dolor que lo atravesaba en el pecho al recordar a su amada. Andrey al salir del despacho hecho una furia, miró la silueta de una joven que se dirigía a la habitación de invitados. Andrey nunca le habían agradado las personas misteriosas y ella se había convertido ya en una. El asociaba una característica con una gran insensibilidad, aunque, para ser sincero lo le agradaba que nadie estuviera caminando a altas horas de la noche por la casa. Debía admitir que Encarnación había influido en ese punto de vista, al dejar que la pequeña se quedara en casa, pero como que la joven había roto las normas. Tendría que hablar con su ama de llaves mañana, ahora necesitaba descansar.Aquel día se hizo una pesadilla para el cuando esa mañana le llevasen esa bandeja como la preparaba su esposa eso lo molesto mucho, que llego a la empresa sin comer nada. Llevaba viviendo unos días terrible con el fallecimiento de su esposa, real eso era cierto pero aun le dolía su partida y más que llevaba un hijo de meses en su vientre. Al menos, no había ninguna fotografía que lo hiciera recordar ese fatídico día. Él habían sido personajes muy populares para la prensa, pero su vida familiar había quedado completamente al descubierto para los periodista. Andrey miraba por el ventanal de su oficina recordando todo aquello que había pasado. Cuando Iván entra sin ser sentido a la oficina.— ¡Andrey!.Él voltio la cabeza. Sus ojos no expresaban emoción alguna. Durante un segundo, no pudo recordar quien lo llamaba, porque estaba sumido en sus pensamientos.— Iván que pasa. —dijo por fin. El no pareció darse cuenta del tiempo que él tardó en responder. — Todo el mundo se ha ido Andrey q
Andrey Vladímir Románov Pankratov sabía que su esposa había muerto y, para su desgracia, estaba embarazada de su primer hijo. Cuando tuvo el accidente que la llevó a la muerte, durante el tiempo que estuvo casado con ella era muy feliz, pero lo que no esperaba era aquella tragedia tan fatal en su vida. Ver el entierro, el ataúd de su esposa donde tenía algunas flores encima y, alrededor de la tumba, había algunos amigos y familiares con los ojos humedecidos que ellos habían conocido en su vida. El padre de su esposa se había marchado minutos antes con el corazón destrozado. Estaba muy triste y necesitaba descansar, llevaba mucho tiempo sin dormir y el viaje a Rusia desató en él un estrés que el médico le mandó reposar. Él tampoco podía decir nada al respecto, ya que también necesitaba descansar de todo aquello. Su relación con su esposa era única y especial, pero el no tenerla a su lado más le dolía más que nada en el mundo. En su interior tenia una auténtica guerra de desgaste, ya
Mientras Branyelith recorría los pasillo del convento, hacía la dirección de la madre superiora, Encarnación esperaba por ella allí. Ella oyó comentarios que se hacían a sus espaldas y no pudo evitar sonreírse. Aquella mañana acababa de ser informada que después de muchos años en el convento, alguien vendría por ella. Aún ella era un chica inocente, sus compañeras la invitaban a qué se escapara con ella de noche, su decisión siempre había sido no... para ella sus hábitos eran leer y dormir temprano. Se enteró un día que sus compañeras fueron castigadas por las hermanas del convento sin contar la notificaciones a sus padres.Eso a ella la entristecía ya que sus padres habían muerto en un accidente aéreo dónde ella por la gracias de Dios se salvo, pero no pensaba más en ello solo a veces tenía pesadilla. Sus compañeras y el resto de las hermanas del convento la iban a extrañar mucho porque era una chica muy carismática y traviesa. Ella formaban un buen equipo, así le dolía dejar aquel l
Branyelith llevaba ya un rato en la amplia habitación donde su madrina la había llevado, y después de haber estado leyendo media hora, por lo que tenía la garganta seca, quería ir a la cocina. Se incorporó y examinó la habitación para comprobar que todo estaba en su lugar. Efectivamente, la habitación seguía siendo un lugar seguro y hermoso para ella. Desgraciadamente, en el exterior todo había cambiado. Para siempre. Salió de puntillas y cerró la puerta. El escucha que nadie estaba por allí, era su oportunidad de comer algo y beber un poco de agua como lo hacía en el convento donde ella había estudiado. Dos plantas más abajo, estaba la cocina, y allí se encontraba Valeria la cocinera. Cuando ella había llegado su madrina se la había presentado. Le había dejado un plato de macarrones con queso guardado si le daba hambre, ella lo agradeció profundamente mientras lo metía en el microondas. Aquella semana, para Brany era horrible, siempre tenía pesadillas de la muerte de sus padres, y