Capítulo 3

Branyelith llevaba ya un rato en la amplia habitación donde su madrina la había llevado, y después de haber estado leyendo media hora, por lo que tenía la garganta seca, quería ir a la cocina. Se incorporó y examinó la habitación para comprobar que todo estaba en su lugar. Efectivamente, la habitación seguía siendo un lugar seguro y hermoso para ella. Desgraciadamente, en el exterior todo había cambiado. Para siempre. Salió de puntillas y cerró la puerta. El escucha que nadie estaba por allí, era su oportunidad de comer algo y beber un poco de agua como lo hacía en el convento donde ella había estudiado.

Dos plantas más abajo, estaba la cocina, y allí se encontraba Valeria la cocinera. Cuando ella había llegado su madrina se la había presentado. Le había dejado un plato de macarrones con queso guardado si le daba hambre, ella lo agradeció profundamente mientras lo metía en el microondas.

Aquella semana, para Brany era horrible, siempre tenía pesadillas de la muerte de sus padres, y en el que ella fuera un milagro que tuviera viva. Su madrina Encarnación había sido un regalo de Dios. Cuando llegó la noticia de que ella iba hacer su tutora, y que iría a el convento a buscarla, pero ella nunca se imagino que iba a estar en aquella mansión tan grande y en un cuarto para ella sola. En ese momento fue sorprendida por Iván y le dijo.

— El tejoncito a salido de su madriguera.

— Si… Y usted que hacer aquí.

— Encarnación me ha dicho que quieres conocer la mansión.

— Si, pero no quiere que lo haga sola y no se porque.

— Bueno el señor de la casa es un poco delicado y si te ve por hay husmeando puede molestarse, y como Encarnación ahora es tu tutora debe cuidar de ti y ahora yo me convertiré en un guía para ti.

— Entonces Iván estas aquí para acompañarme a conocer la mansión y todo los lugares de aquí.

— ¿Qué te gustaría conocer Branyelith?

— Al llegar a la mansión me llamo mucho la atención el jardín, es muy bello.

— Si, es muy hermoso y lo cuida un jardinero llamo Román.

— También me lo presentaras.

— Si, ahora termina de comer y te llevo al jardín.

Cuando salieron al jardín algunos reporteros llevaban días frente a la mansión. Aunque no le tomaban mucho cuidado ese día, hubo un alboroto grande cuando Brany salio de la casa. Llevaba esos días sin saber de Andrey Vladímir Románov Pankratov y aprovecharon el momento de tomar algunas que otras fotos de la joven. Cuando Iván se dio cuenta de los reporteros, tomó a la joven y la metió de nuevo en la mansión.

— ¿Qué pasa Iván quienes son esas personas?

— Mi pequeña son reporteros y es mejor evitar algún escándalos con ellos, ya le han tomado fotos y eso no le va a gustar a el señor Andrey.

— Así es que el señor de la casa se llama Andrey, bonito nombre.

— Bueno ya vio el jardín ahora vamos, entremos y vaya a su cuarto mientras llega su madrina.

Sin embargo después que Iván se fue, la casa estaba demasiado silenciosa, demasiado vacía. Branyelith se sobresaltó con el sonido de un portazo fuerte. Estaba temblorosas y asustada porque no sabía quien había hecho eso. «Venga», se dijo mientras se sentaba en la cama, No se molestó en salir de la habitación. Mientras pasaba el día encerrada, llego la noche, y en la habitación de Andrey aquellas penumbra de la noche le resultaba reconfortante.

Andrey recordaba perfectamente la primera vez que vio a su esposa, cuando se conocieron el momentos que se casaron, los momentos felices que pasaron juntos. Y en ese momento el dolor volvío, y comenzó a lanzar todo lo que encontraba a su paso. Hasta llegar a un rincón de la habitación, donde estaban un retrato de su mujer y el juntos, en la entrada del jardín y cayo al suelo llorando del sufrimiento. En eso entro Iván a la habitación, porque en el momento que llegaba escucho todo el alboroto.

— ¿Qué es lo que te pasa Andrey?

— Vete déjame solo Iván, no quiero a nadie diciéndome lo que tengo que hacer.

— Vamos Andrey, tienes que recuperarte, deja el pasado atrás llevas tres semanas en lo mismo, pensando en tu difunta esposa, déjala descansar en paz.

— ¿Cómo podría hacerlo si en cada rincón de esta casa están sus recuerdos, no puedo Iván no me lo pidas.

— Vamos Andrey, deja de lanzar las cosas por lo menos, y un consejo vamos al despacho, allí te esta esperando Encarnación que necesita decirte algo importante, antes que te enteres por otro lado.

— ¿Qué han hecho lo reporteros hoy, han molestado a los sirvientes, con sus preguntas necia?

— Es mejor que lo sepas por la misma Encarnación.

— Esta bien en un momento bajo, y por favor dile a Zarina que venga a recoger todo esto.

— Esta bien Andrey, le diré a Zarina que suba.

— Y gracias otra vez Iván.

— Siempre estaré aquí para ti Andrey.

Brany no sabía si iba a poder sentirse cómoda en aquel lugar desconocido. Ese día se le había pasado por la cabeza irse de allí, pero a donde no tenía a donde ir. Estaba sola en el mundo, solo su madrina era su familiar y su tutora hasta que cumpliera 25 años y apenas tenía 22 años. Le había parecido algo posible, pero, ¿cómo iba a conseguir salir adelante? No tenía trabajo y lo único que sabía hacer era cocinar, cocer y hacer manualidades, lo que había aprendido en el convento, un internado de señoritas.

Respiró profundamente y se apartó el cabello del rostro. Volvió a acercarse al ventanal de la habitación y el cual tenía una pequeña terraza y miro las estrellas del cielo, su madrina le había dicho que dentro de unos meses iba a nevar porque llegaría el invierno pronto. Apoyo su cuerpo y la cabeza contra la pared, pensando en la tragedia que ella había pasado, única sobreviviente, un milagro de Dios, en ese accidente aéreo, donde murieron sus padre. Entonces varias lágrimas posaron en sus mejillas como perlas destiladas del dolor y los recuerdos.

Mientras que en la mansión para Encarnación era el primer desafio que tendría con Andrey para convencerlo de que Braye se quedara con ella en la mansión. Y estaba dispuesta a afrontarlo, siempre había vivido con ellos desde que sus padres murieron, nunca había puesto a prueba su habilidades, pero esa vez lo haría por su ahijada. Lo único que tenía en el mundo Dulce era ella, y trataría de hacer todo lo posible por ella.

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