Maggi respiró hondo antes de comenzar a hablar, consciente de que cada palabra que dijera podría cambiar la manera en que Lucía la veía. Sabía que la honestidad era su única opción, pero eso no hacía más fácil encontrar las palabras adecuadas.—Lu, sé que todo esto es... un poco abrumador —empezó Maggi, su voz reflejando su nerviosismo —. Hace aproximadamente dos meses, Hyunjae y yo nos conocimos en aquel incidente de la mazmorra. —Recordó brevemente el caos de aquel día, donde el peligro y la adrenalina los habían unido de una manera inesperada, sin mencionar que él guardaba —. Fue después de eso que empezamos a salir.Lucía la observaba con una mezcla de asombro y escepticismo, su ceño aún fruncido pero sin la dureza inicial. Se cruzó de brazos, inclinándose ligeramente hacia adel
La oficina de Hyunjae estaba bañada en la luz tenue de una lámpara de escritorio, creando un ambiente sombrío que contrastaba con la serenidad que solía irradiar. A su alrededor, las estanterías llenas de documentos y libros daban fe de su meticulosa organización y de la mente calculadora que los había colocado allí. El silencio en la habitación era casi palpable, roto solo por el suave zumbido del aire acondicionado y el ocasional crujido de la silla de cuero en la que estaba sentado.Hyunjae, con su celular en la mano, marcó el número de uno de sus contactos de confianza, un cazador de rango A con quien ya había trabajado en varias ocasiones. Este hombre había demostrado ser eficiente y discreto, dos cualidades que Hyunjae valoraba profundamente. Sabía que este encargo sería delicado, pero no podía dejar pasar lo que había sucedido pese a que había d
A la mañana siguiente, Hyunjae llegó temprano a la oficina. Las calles estaban tranquilas, con pocos autos en movimiento y el aire fresco de la mañana le ayudó a despejar la mente mientras se dirigía al edificio. El ambiente en la oficina era todavía silencioso, con solo el zumbido lejano de las computadoras y el ocasional sonido de papeles moviéndose. Hyunjae se instaló en su escritorio, rodeado por la suave luz que entraba a través de las persianas, mientras revisaba los documentos que Herbert le había dejado. Estaba concentrado, sumergido en su trabajo, cuando escuchó el familiar tono de llamada en su teléfono.Herbert lo había citado a su oficina. El hombre, siempre impecable en su vestimenta, lo recibió con una expresión grave que Hyunjae reconoció de inmediato. No había tiempo para trivialidades. Herbert fue directo al punto, y su voz resonó en l
La reestructuración de las creencias tras la aparición de las mazmorras había sido una tormenta que sacudió al mundo entero. Durante siglos, la humanidad había depositado su fe en religiones tradicionales, pero con el advenimiento de los cazadores y los poderes que desafiaban la lógica, la Santa Sede emergió como una fuerza imparable, imponiendo su doctrina como la nueva verdad.Hoy en día, la Santa Sede se alzaba como una institución todopoderosa, con "santos" y "santas" a la cabeza, cazadores bendecidos con habilidades curativas que parecían otorgadas por los mismos dioses. Estos individuos no solo eran admirados por su capacidad de sanar, sino también por su papel esencial en la supervivencia de la humanidad. A medida que las mazmorras continuaban apareciendo y desapareciendo, liberando miasmas tóxicos que corrompían el entorno y causaban enfermedades misteriosas, los cazadores, anim
Cuando Hyunjae salió de la oficina con la caja en las manos y dejando que su jefe continúe con su trabajo, se encontró inesperadamente con Robert en el pasillo. Robert estaba de pie junto a las ventanas, observando la impresionante vista panorámica de la ciudad, la vista panorámica de la ciudad se extendía ante ellos, con rascacielos que se alzaban como gigantes de acero y cristal, y calles que parecían diminutas arterias desde esa altura. Era una vista imponente, que reflejaba el poder y la influencia del gremio que Herbert había levantado con tanto esfuerzo.Robert, con los brazos cruzados, miraba hacia la ciudad, pero su mente estaba en otra parte. No sabía cuánta atención estaba prestando, pero podía sentir su presencia tranquila a su lado. Robert entrecerró los ojos, como si estuviera sopesando ciertas cosas, reflexionando sobre los extraños instintos que siempre se activaban cuando Hyunjae estaba cerca. Aunque no sentía desagrado hacia él, había algo en el secretario que le gener
Hyunjae se cambió rápidamente a su pijama, una cómoda pijama de ositos que había comprado en un impulso ya que venía en una pack de parejas como promoción especial, aunque nunca imaginó lo mucho que le agradaría usarla. Al regresar al comedor, la mesa ya estaba dispuesta, con la comida servida con esmero. Maggi lo esperaba, sentada tranquilamente, con una expresión de satisfacción al ver que había llegado a tiempo para cenar juntos.Se sentó frente a ella, sintiendo una oleada de felicidad sin un motivo específico, simplemente porque estar con Maggi siempre lo hacía sentirse así, en paz. Tomó el primer bocado de pescado, notando cómo el sabor de las verduras se había impregnado en la carne tierna y jugosa, haciendo que cada bocado fuera una experiencia deliciosa. Las papas, doradas en los bordes y suaves por dentro, completaban el plato de manera perfe
Hyunjae se levantó temprano esa mañana, con el peso de la noticia aún fresco en su mente. El sol apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, llenando la habitación con una suave luz dorada. Maggi, todavía medio dormida, notó su inquietud cuando él se giró para mirarla.—¿Todo bien? —preguntó ella, su voz ronca por el sueño.Hyunjae suspiró y asintió, aunque su expresión lo delataba.—Maggi, tengo que contarte algo, —comenzó, mientras se incorporaba para sentarse en la cama—. Me han asignado un trabajo importante, y tendré que salir del país en unos tres días.Maggi se despertó por completo ante esas palabras, y su corazón dio un vuelco. Aunque sabía que este tipo de situaciones eran comunes en su profesión, la idea de separarse, aunque solo fuera por unos d
Santiago Hernández, con su típico sombrerito blanco ligeramente inclinado hacia un lado, se recostaba en su silla, con un vaso en mano, observando a Hyunjae con una mirada sagaz y curiosa. Por otro lado Hyunjae con la mirada perdida momentáneamente en el vaso que sostenía, se permitía un breve respiro. Fue entonces cuando la voz de Santiago rompió la cómoda quietud.—Oye, Hyunjae, —dijo Santiago, con un tono que llevaba una mezcla de observación y camaradería—, he notado que desde que has llegado, estás diferente.Hyunjae, que justo en ese momento había levantado el baso a sus labios, se detuvo, mirándolo con sorpresa. No había esperado ser tan transparente ante el hombre mayor.—No le entiendo, Santiago, —respondió, bajando el vaso—, ¿a qué se refiere?El anciano cazador sonrió con astucia, como si est