Las luces se han encendido pero ninguno de los dos dice nada.
Yo me abofeteo mentalmente por tan absurdo comentario. Lo que he dicho les ha dado una equivocada idea de que estoy dispuesta a hacer cosas, que en realidad no pretendo hacer. Tengo mis límites.Sus ojos me devoran. Los de él, ella tiene otra expresión un poco más inquietante. Casi macabra. Es una mujer extraña...por supuesto es una impresión a priori.
—¡Déjala, Samuel!
Tras la orden de su mujer, el rubio se aleja y desde ese momento todo parece ser de otra forma.
Él toma asiento en su silla detrás de su escritorio mientras su hermosa esposa se sienta en el brazo de esta y apoya su cuerpo en el de su marido para explicarme lo que ha pasado antes, mientras yo soy incapaz de moverme del sitio, aún. Prefiero no resccionar demasiado. Soy cauta. Espero.
—Solo estábamos jugando, Nikky —explica él, recuperando su tono profesional.
—Siéntate —ordena ella entonces.
Se ve que le gusta que le obedezcan. Supongo que me han montado una encerrona y aún no entiendo bien en qué consistió.
Me acerco a la silla frente a ambos y me siento poniendo sobre mis piernas, mi bolso.
—Eres muy hermosa —explica la morena —. Has aparecido de la nada y comprenderás que no me gusta que cualquier mujer ronde a mi marido y a él tampoco. Es un poco...reservado. Digamos.
Mientras me explica cosas que no sé por qué han asumido sin apenas conocerme, él va escribiendo sin mirarme en ningún momento. Ha mutado a un tipo serio y todo lo distante que ya me habían explicado que era.
—Entiendo —me limito a decir. Vuelvo a ser cauta.
La siguiente hora la pasamos entre presentaciones y entrega de documentos que demuestren mis cualidades para el puesto. Se firman los contratos pertinentes y me informan de sus expectativas acerca de mi trabajo con su club, y fuera también.
Sobre todo evalúan mi disponibilidad a tiempo completo. Es un empleo que demanda bastante de mí.Por suerte para todos, no es algo que desconozca y efectivamente estoy más que cualificada para desempeñarlo. Me dedicaba a las relaciones públicas antes de que mi maldito ex me metiera a la cárcel.
Ella me pide como su marido, que la llame por su nombre: Sheyla. Y lo demás son banalidades. De la fiesta del siguiente mes no se habla nada cosa que me resulta obvia y luego de una merienda, me informan que tendré una oficina al lado de la de Samuel y que en las reuniones de sus empresas es posible que deba asistir para evaluar posibles futuros clientes.
Queda claro que soy soltera, con todo el día disponible para trabajar y que nada me impide estar a su servicio.
Ese hombre nunca más vuelve a mirarme el rostro y eso me preocupa. No sé como se puede seducir a un tipo tan frío y distante que ni siquiera hace contacto visual conmigo.
Contrario a la que pensaba, ellos no lucen muy enamorados aunque se ve que son un enorme equipo en sus negocios.
Y entonces, Samuel me comunica...
—En dos días viajaré a España y vendrás conmigo. Veré como te comportas con algunos socios que se me resisten en el club —me mira por primera vez en toda la tarde.
—Voy a arriesgarme a prometer que conseguiré esos clientes para ustedes —él alza una ceja en tanto su esposa sonríe.
—Espero seas tan eficiente como te vendes.
Dicho esto que para nada me agrada, se levanta y se marcha sin decir una sola sílaba más y su mujer me palmea el hombro al acercarse a mi y masculla...
—Ya irás conociendo a mi marido —asumo que le excusa por su frialdad —. Que no te engañe su manera prepotente de ser, es un buen tío. La mayor parte del tiempo.
No sé por qué, tengo la sensación que detrás de esas palabras hay algo más oculto y que ella es la primera sorprendida de las dos en cada cosa que ha dicho.
No me compro la imagen de pareja perfecta que suelen dar. Detrás de esos ojos profundos de ambos, hay más desdén del que yo puedo adivinar en dos horas al lado de ambos....Los siguientes dos días de los que habló el Señor Straits, fueron como una maratón para mí.
Me sentí una esponja llenándose de información constantemente y poniendo a prueba mis propios límites.
Trabajar en un club como este, lleno de luces, colores, ropa cara, gente con un estatus vip y elegantes perfumes y estilos, me resultó un contraste increíble con la cárcel de la que acabo de salir prácticamente.
Claudio ni me ha llamado. No sé si es por alguna especie de vigilancia que me tienen montada o simplemente están dándome el tiempo de reunir la suficiente información para redirigir el rumbo de la investigación. El resultado es el mismo: he tenido que ponerme en contacto yo.
Sin embargo he tenido que llamarle varias veces hasta dar con él y me ha obligado a recibirle en mi casa. Nada de exposición al aire libre para nuestros encuentros...me ha dicho.
Hoy tengo que viajar con Samuel y necesito el permiso de mis superiores para hacerlo. A fin de cuentas soy una reclusa.
Tengo todo listo para viajar estos dos días y cuando paso la cremallera del neceser siento el timbre.
Camino hacia la puerta, todavía no noto que tengo una bata de seda roja y nada más debajo cuando abro la puerta y los ojos que no esperaba encontrar, se comen mi cuerpo con la vista.
—¿Samuel?
Me sale una especie de quejido ronco y creo que el miedo a que Claudio pueda llegar justo cuando lo ha hecho mi jefe, me devora.
No dice nada. Su fría personalidad parece descongelar ante la reacción de mi cuerpo desnudo prácticamente y cuando noto los pezones endurecerse bajo su fija mirada, me cubro los pechos con un brazo y me excuso.
—Pasa, lo lamento mucho no te esperaba —camino hacia atrás sin saber como darme la vuelta, sigo desnuda y ni tanga llevo. Si me doy la vuelta me verá el culo.
—¿Siempre abres la puerta así de...,cómoda? Es una interesante forma de cumplir con tus obligaciones.
No sé si sea una buena elección de palabras pero invento una rápida sonrisa y niego siñencioda y nervisoa cuando le veo acercarse.
—Acostumbro a ver mujeres desnudas a menudo —llega a mi oído y apoyando las manos en mis caderas se inclina y susurra —. No voy a abalanzarme sobre tí porque me hayas mostrado tu esplendorosa belleza. ¡Relájate!
No puedo estar más incómoda que en este momento. Es muy poco sutil la manera en que me aborda y siento entre los dos un deseo que no pretendo sentir y el trata muy mal, de esconder.
Los pulgares se abren hasta unirse en mi ombligo y sus ojos ven como lo hacen. Aprieta un poco y finalmente deja ir la tela de mi poca ropa hasta que suspiro silenciosa.
—¡Buenas tardes!...¿Interrumpo algo?
Si estar desnuda frente a un hombre con el que trabajo es incómodo a pesar de su intento por insinuar una seducción que en realidad no existe, estar frente a dos es el tope ya de la vergüenza.
Y si encima uno de ellos es el policía que me ha puesto en esta situación frente al supuesto empresario de la mafia que ahora conoce el tacto de mi cuerpo desnudo, ya es para colapsar.—¿Qué dices Nikky...? —se muerde el labio Samuel sin dejar de mirarme los ojos —.¿Interrumpe o no interrumpe algo, tu amigo?
¡Dios, ayúdame!
—¿Te importaría esperarme abajo Samuel? —pregunto sin dejar de mirar a Claudio. Estoy muy nerviosa.—Sino me presentas a tu amigo, prefiero quedarme —sisea cruzando los brazos y se da la vuelta.—Soy su novio.Abro los ojos detrás de Samuel, asombrada por lo que acaba de inventar Claudio y no puedo creerlo. ¿Acaso se volvió loco? Si para el club soy soltera y con todo mi tiempo libre para ellos.–No, no lo es —intento hacer una seña.—De acuerdo, su ex —arregla el maldito policía. —Nunca hablaste de eso.Samuel está incómodo lo sé. Y yo también y sigo desnuda. —Porque no hay nada que decir —recalco.Pasan unos incómodos segundos hasta que mi jefe, carraspea y se da la vuelta para empujarme hacia atrás por los codos y cuando me pone lejos de la vista de mi supuesto ex, comunica:—Esperaré a que te vistas y bajo —luce enfadado, no entiendo por qué —.Estoy en el coche, dos minutos tienes nikky.Asiento y él se da la vuelta y sale con paso seguro de mi casa. Me pongo un albornoz por en
La puerta pega contra la pared cuando él empuja sin dejar de besarme y morderme los labios, el cuello, el inicio de mis pechos y mi razón. La pierdo entre sus dedos.Vamos tropezando contra todo nosotros también. No nos alcanzan las manos para arrancarnos la ropa.Somos dientes que muerden, labios que se entreabren henchidos de placer, ganas que han explotado entre los dos como si fuera una pompa de jabón que nos hace resbalar por las calles de la lujuria. No podemos contener ni un solo ronroneo, estamos como poseídos el uno por el otro y siento que este hombre me va a volver lo suficientemente loca como para perder la entereza y eso es algo que no me puedo permitir.Aunque es evidente que me lo estoy permitiendo ahora mismo.Cierra un puño sobre la tela de mi escote y tira hacia abajo rompiendo todo con su fuerza descomunal haciendo que un pecho salgo fuera justo delante de su boca que no demora en sacar la lengua y lamer el pezon rebotante. Yo grito...no puedo evitarlo y dejo caer
Hay gente que llega a nuestra vida y sabemos solo de mirarlas, que serán trascendentales en nosotros. Personas épicas para nuestras historia y que nos acompañarán en los momentos más intensos, significativos y memorables que podamos vivir; pero lo que yo no podía proveer en el momento en que conocí a Samuel, es lo inmensamente necesario que se volvió para mí desde una mirada suya hasta un peligroso desdén. Sin querer entender por qué, él controla mis emociones y ni siquiera lo sabe. Desde que me hizo suya en aquel hotel de España algo cambió en mí y ninguno de los dos tiene la suficiente consciencia como para entenderlo y menos, tan pronto en esta historia. Una vez que doy mi aprobación para la fiesta, Samuel se yergue y su postura es de protesta yo decido largarme y que se encargue si mujer de contestarlo. No se me puede olvidar lo que he venido a hacer aquí y desde luego tengo que conseguir que las cosas sucedan lo más rápido posible porque este hombre me puede y necesito salir de
Sin querer tomar una decisión así, me suelto del agarre de Samuel y me posiciono al lado del ruso. He entendido que solo alguien igual de brutal que Alessio puede salvarme sin morir en el intento.—Ahora soy suya, Samuel —su mujer se pone a su lado y sonríe tomando su mano laxa —. Este mes le pertenezco. He aceptado su oferta.Alessio me mira a mi y solo a mí. Semejante hombre es capaz de darme un tiro pero no puede. Eso hace que entienda que mi desición es la correcta.Si fue capaz de matar a nuestro hijo, puede hacer lo que sea. —Tienes este mes, Moskav —masculla Alessio —. Más vale que la uses todo lo que puedas porque volverá a mí y lo hará por su propia decisión. Ya lo verás...esa mujer es mía y solo te la dejo por el bien de nuestros negocios.Tengo ese mismo mes para solucionar todo y alejarme de esta basura lo más rápido que pueda. De Alessio ni la policía puede protegerme.—Si le da una sola palpitación de más por tu culpa en este mes, considérate muerto —amenaza Ian.—Tengo
Si me dan a elegir entre todos los caminos que puedo tomar ahora mismo, no tengo idea de cual me mataría primero.Con Alessio sé que vamos de lo sublime a lo ridículo, puede ser igual de cruel que de amoroso, él es como quiere ser siempre. Sin cambios. En su vileza no hay hipocresía. En cambio con Samuel no tengo nada. Nunca tuvimos una oportunidad y su lejanía precipitada creo que lo evidenció bastante cuando se puso al oto extremo de mi solo porque se dió cuenta de que por mucho deseo que exista entre los dos, no tenemos una posibilidad. Al menos no una cómoda.Y finalmente llega a mi vida este ruso, villano y galán a la misma vez. Me salva del peor de los destinos y a la vez me embarca en una situación inesperada: ¿cual de todas es la mejor encrucijada a descubrir? —Espero verte el lunes. Han pasado cosas y cosas muy serias.Solo eso le digo a Claudio cuando lo llamo antes de subir a la limusina del ruso y le adjunto una foto que le hice mientras hablaba con la rubia que mencionó
—¿Te importa si me tomo un café? —ironizo y lanzo mi bolso al sofá. Estoy cansada, preocupada y llena de dudas, lo último que necesito ahora es más conflictos o una visita como la suya.—Estás en tu casa —se mofa —. Por mi no te cortes —añade y viene detrás de mí. Me quito los zapatos tomando por los tacones y los dejo sobre el suelo del hall, estoy tan cansada que recibir a Claudio ahora no me hace ninguna gracia.—No me has dicho como entraste —busco en los armarios las cápsulas del café. —Allanamiento de morada, puedes denunciarle si quieres —bromea sin humor —. Algunos trucos se aprenden en mi trabajo.—No te creo, Claudio. ¡Cuenta!Finalmente pongo el café y me empiezo a sacar del cuerpo las pocas joyas que llevo... incluidos los pendientes.—Tengo llaves —confiesa y alzo las cejas asombrada —. Te cuido, Nikky y cuando mi contacto en el club me dijo lo que había pasado vine para acá para esperarte. Cuando me llamaste estaba aquí, sentado en tu sofá. —¿Y entonces por qué no f
¡Madre mía!¡No me lo puedo creer! Pensé que tendría hasta el lunes para enfrentarme a la mirada acusatoria de Samuel y resulta que tengo un desayuno con él. —¿Es muy necesario que asista?Pregunto como su pudiera evitarlo. Él ha dicho que va a negociar mi servicio en ambos casos con los esposos Straits. —Sabes que sí —tuerce los labios y pregunta capcioso —. ¿ Hay algo que deba saber de tu relación con Samuel Straits? No sé como responder a eso y ser sincera sin decir la verdad. Una gran paradoja. No hay nada entre Samuel y yo dentro de todo lo que hay. Así de complicado es ese tema. Podría decir que es la única persona en tosa mi vida a la que verdaderamente le creo que no quiere nada más de mi que aquello que ha reclamado. El único que no me ha faltado el respeto jamás. Solo él tiene la nota de honestidad en mi vida, y eso, muy a pesar de que apenas nos conocemos...entonces diría que sí, que hay muchísimo que saber de lo que sucede entre Samuel y yo pero nadie lo entendería. A
—Me encanta como sabe tu boca —balbucea Samuel intentando seguir el beso y le aparto.Su mujer está mirándonos, tan tranquila con un hombro contra la jamba de la puerta y el móvil en la mano.—¡Samuel! —intento quitármelo en encima pero me da la vuelta y se pone detrás de mi tratando de retenerme, él no la ve.—Tranquila, querida —espeta con sorna Sheyla y entra dejando la puerta abierta —. Mi esposo y yo somos muy buenos compañeros, lo compartimos todo. No tienes que estar nerviosa. Sé que follar, sabe hacerlo tan bien que no podrías resistirte mucho. Lo hablamos en nuestra cama el día que te conocimos.—¡Cállate Sheyla! —él brama y me alejo —.¿Qué coño quieres? —Tú sabes bien lo quiero —ella responde y ambos se miran.—Yo me largo —mascullo dolida.Me siento más utilizada que antes. Está claro que los dos tienen una especie de pacto que parece que no está pero es indisoluble y he sido una idiota al pensar que entre nosotros había algo más. Ella se ha encargado de hacerme saber que