Vamos tropezando contra todo nosotros también. No nos alcanzan las manos para arrancarnos la ropa.
Somos dientes que muerden, labios que se entreabren henchidos de placer, ganas que han explotado entre los dos como si fuera una pompa de jabón que nos hace resbalar por las calles de la lujuria. No podemos contener ni un solo ronroneo, estamos como poseídos el uno por el otro y siento que este hombre me va a volver lo suficientemente loca como para perder la entereza y eso es algo que no me puedo permitir.
Aunque es evidente que me lo estoy permitiendo ahora mismo.Cierra un puño sobre la tela de mi escote y tira hacia abajo rompiendo todo con su fuerza descomunal haciendo que un pecho salgo fuera justo delante de su boca que no demora en sacar la lengua y lamer el pezon rebotante. Yo grito...no puedo evitarlo y dejo caer la cabeza contra la puerta.
—Me tienes loco. Muy hambriento de saber como te sientes conmigo enterrado en ti —sus ansias paren frases entrecortadas.
—Joder, callate —exijo que su boca me chupe de nuevo en el mismo sitio.
No quiero que sobre un pedazo de piel sin que él me devore. Quiero que su boca sepa a mi cuerpo y que el suyo me posea como si no fuese posible hacerlo mejor que esto.
He perdido el norte de todo mientras él me dibuja entera con sus desesperadas ganas que compiten con las mías, y no sé cual de los dos gana.
—No quiero —por fin responde en un jadeo ronco.
Tiro de su camisa y le castigo haciendo que sus botones revienten y rueden por la habitación. Suelto un quejido cuando veo la escultural anatomía de semejante espécimen y sonríe engullendo mi pecho porque sabe que me gusta lo que veo y va entendiendo lo que quiero de él.
Se que es fuerte, que sus manos van a hacer locuras en mi cuerpo y el toque de una peligrosa violencia que pone en cada mordida y apretón a los que me somete, me hace perderme todavía más en las ganas que tengo de sentirle dentro de mi.
Ya es tarde para razonar, arrepentirse o pensar en la verdadera naturaleza de lo que estoy haciendo aquí.
Ya nada puede hacer que detenga el frenesí que nos consume. Si todo tiene que irse al demonio, que al menos haya valido la pena el instante más ardiente que he vivido y de seguro viviré. Me desnuda completamente y gime mi nombre acompañado de otras palabras que no entiendo al tiempo que se arrodilla frente a mi, mete los dedos dentro de las tiras finas de mi tanga negro y huele mi sexo húmedo por él.—¡Vamos, Samuel! —suplico patética. Le deseo.
Siento mi piel erizarse desde los pies hasta mi cabeza y cuando sube mi pierna hasta poner mi rodilla sobre su hombro y me da un lenguetazo a toda la costura de mi sexo, araño la madera detrás de mí con la cabeza tan pegada a esa puerta que siento que me podría fundir con ella.
—Joder, m*****a mujer...como tú me gustas —farfulla metiendo dos dedos con facilidad dentro de mí —¡Dios, me tienes perdido y todavía no te he hecho nada!
—Sí, por favor. Sigue —vuelvo a rogar.
Él, complaciente amante impone un ritmo frenético entre sus dedos que entran y salen sin parar y su lengua que combina vueltas y vueltas sin cesar alrededor de mi hinchado y latente clítoris.
Le tiro del pelo tan fuerte que creo que le estoy arrancando el cabello y entonces su otra mano me aprieta por todos lados. Mis pechos son castigados por dedos implacables que sé que me van a dejar cardenales por donde quiera. Mis nalgas chocan contra la puerta a medida que intensifica sus lamidas y estoy a nada de irme en su boca.—Estoy cerca —tomo su rostro con ambas manos y me pego más a su boca, necesito sentir más.
—Ven aquí —se detiene y lloriqueo —. Tengo que follarte ya. No puedo más, me a reventar la polla.
No me importa nada lo soez de su vocabulario porque le necesito todavía más que antes. Saca una tira de preservativos de su bolsillo del pantalón y arranca uno para colocarselo. Aparto de mi mente las ganas de quejarme por ver lo preparado que anda por la vida pero es que nada importa. Solo yo, estando desnuda y de pie delante de un hombre al que solo he podido quitarle la camisa y que me provoca cosas jamas sentidas en mi vida.
Tira de mí y lo siguiente que sé es que estoy gritando junto con Samuel porque me ha clavado el falo enorme y duro sin previo aviso. Solo me sentó a horcajadas sobre él y el placer va in crescendo.
—Maldita seas.
—Joder, tío, ¿que coño me haces?
—¿Lista para follar en serio?
Busco su boca, muerdo su labio con violencia y el muy maldito sonríe canalla como parece que le encanta y me empuja hacia arriba aguantandome de la cintura.
—Eres maravillosa y me vas a volver loco. Lo sé.
No digo nada. Le dejo que me bese los pechos, que muerda donde quiera y me marque la piel porque estoy tan cachonda y tan llena de él que nada más me importa.
No hace falta que haga mucho cuando tengo mi primer orgasmo.
—Dios, que caliente —gime y le araño la espalda.
Estoy tirándome salvajemente a un tío casado y no puede importarme menos.
Mis pechos se pegan al sudor del suyo y me percute con una fuerza que jamas había sentido de ningún hombre.—Tengo que ir más adentro —gruñe.
Parece que no pudiera tener bastante de mí. De la forma furiosa con que me toma y nos levanta a los dos del suelo, me aferro a sus brazos y me lleva contra una mesa al lado de la puerta, me pone de cara al espejo, sube una pierna a la mesa que me sirve de apoyo y tomando mi barbilla con una mano y la polla con la otra, se guía otra vez dentro de mí sin dejar de mirarme al espejo.
—¡Más, Samuel, necesito más!
Un orgasmo nuevamente se empieza a construir dentro de mi y entonces sus manos, ambas a la vez, van a mis pechos, pellizcan duro...muy duro, mis pezones y yo grito apoyando las palmas en el espejo por los fuertes empujones que me da en cada arremetida.
—Mi madre, mujer. Eres una locura.
Entre jadeos y gemidos. Gritos y aullidos de los dos nos vamos consumiendo y cada vez necesitando más del otro.
Una, dos, tres y diez, y veinte veces más entra y sale de mi. Los pies se me levantan del suelo y algún punto tengo miedo de reventar el espejo.
Me toma las manos de pronto, las pone en mi espalda y tirando con la otra mano de mi pelo empapado en sudor, brama justo antes de correrse y arrastrarme con él:
—La catedral del placer soy yo, cariño —me muerde la barbilla mientras bombea dentro de mi su orgasmo y me mantiene maniatada con rudeza erótica —. Y tú te has convertido en mi más devoto evangelio.
¡Joder!
—Ha sido increíble —comentó sincera mientras sale de mí y yo intento recuperar el ritmo cardíaco.
—Ha sido el inicio de la noche —se desnuda y me besa con suavidad el cuello —. Vamos a la ducha y luego pasaré la noche entera dentro de tí.
Sí, por favor.
Quiero eso y lo quiero mucho más de lo que pensaba.Lo extraño es que se comporta de forma muy dulce ahora que ya me ha follado a lo bestia y el comentario que ha hecho al final, no lo voy a olvidar nunca en mi vida.
(...) Pasan unos días..., once exactamente desde que volvimos.Aquel viaje aún sigue fresco en mi memoria y cada noche cuando estoy sola en mi cama, vienen a mi mente los recuerdos de aquella estancia. Tres días de sexo sin descanso. Momentos muy calientes en la piscina, el jacuzzi. Instantes en los que nos arrancabamos la ropa y no podíamos ni llegar a la cama. Reuniones con clientes que pude conseguir mientras él me masturbaba bajo las mesas de cenas de negocios. Follamos en todos los elevadores del jodido hotel y ahora resulta, que ese mismo hombre que tanto me devoró en España, aquí es un maldito engaño. Un témpano de hielo que luego de enviarme una cantidad innecesaria de ropa y lencería a mi casa, supongo que para renovar todo lo que fue destrozando en España, se volvió el mismo tío árido y hosco de antes. Cosa que agradezco. De cierta forma. Sobrellevar todo esto con su mujer delante, es complicado.
Justamente ella, que la tengo delante ahora mismo porque me ha mandado a llamar a su despacho me mira de arriba abajo y se muerde los labios como evaluándome. Es extraño, no me da buena espina.—Quiero darte un voto de confianza, Nikky —finalmente habla.
—Gracias, Sheyla.
Me indica que me siente en la butaca frente a ellos y su marido ni se inmuta. Escribe y escribe sin mirar ni a una ni a la otra.
—Mañana daremos una fiesta privada para clientes muy exclusivos que solo vienen una vez al mes —explica.
¡Bingo!
Lo que esperaba saber en algún momento ha llegado muy pronto.—Entiendo —me limito a decir.
Veo o creo ver, que Samuel detiene lo que está haciendo para oír a su mujer sin que ella lo note.
—Quiero que estés presente. Voy a arriesgarme a darte a conocer entre mis clientes más secretos y necesito que te hagas cargo de uno en especial.
Si marido finalmente reacciona y se da la vuelta en su silla para mirarla. Ella le hace un gesto para que le deje hablar y él espera, sin dejar de mirarla.
—De acuerdo —acepto —.¿En qué consiste mi colaboración exactamente?
Samuel por primera vez en muchos días me mira y luce nervioso. No sé por qué pero decido ignorarlo.
—Él se llama: Ian Moskav, es un político muy importante ruso y quiere conocerte. Te vió en el catálogo de los nuevos activos y nos interesa mucho que invierta en la ampliación del club. Solo desea tu compañía y que le convenzas de que es buen negocio. Nada más.
—¡Sheyla, no! —él le advierte y su voz enciende mi cuerpo.
—Dijimos sin límites, Samuel.
No entiendo a qué se refieren pero tampoco tengo alternativas. Voy a entrar a esas fiestas antes de lo esperado y al parecer con alguien peligroso. Si apellido me suena de algo, creo que Yanko lo mencionó en alguna ocasión, no estoy segura. Pero de ser así, sería perfecto. Mi ex solo se mezclaba con gente peligrosa así que este es un pez gordo que tengo que atrapar en mi red. Igual me libro de todo esto antes de lo previsto.
—¡Cuenten conmigo!
Los ojos de Samuel Straits viajan hasta mí y son una amenaza latente; pero así como él me ha ignorado todo este tiempo, yo tengo que ignorarlo ahora para cumplir mis objetivos cuanto antes.
Tengo que llamar a Claudio hoy mismo.
Hay gente que llega a nuestra vida y sabemos solo de mirarlas, que serán trascendentales en nosotros. Personas épicas para nuestras historia y que nos acompañarán en los momentos más intensos, significativos y memorables que podamos vivir; pero lo que yo no podía proveer en el momento en que conocí a Samuel, es lo inmensamente necesario que se volvió para mí desde una mirada suya hasta un peligroso desdén. Sin querer entender por qué, él controla mis emociones y ni siquiera lo sabe. Desde que me hizo suya en aquel hotel de España algo cambió en mí y ninguno de los dos tiene la suficiente consciencia como para entenderlo y menos, tan pronto en esta historia. Una vez que doy mi aprobación para la fiesta, Samuel se yergue y su postura es de protesta yo decido largarme y que se encargue si mujer de contestarlo. No se me puede olvidar lo que he venido a hacer aquí y desde luego tengo que conseguir que las cosas sucedan lo más rápido posible porque este hombre me puede y necesito salir de
Sin querer tomar una decisión así, me suelto del agarre de Samuel y me posiciono al lado del ruso. He entendido que solo alguien igual de brutal que Alessio puede salvarme sin morir en el intento.—Ahora soy suya, Samuel —su mujer se pone a su lado y sonríe tomando su mano laxa —. Este mes le pertenezco. He aceptado su oferta.Alessio me mira a mi y solo a mí. Semejante hombre es capaz de darme un tiro pero no puede. Eso hace que entienda que mi desición es la correcta.Si fue capaz de matar a nuestro hijo, puede hacer lo que sea. —Tienes este mes, Moskav —masculla Alessio —. Más vale que la uses todo lo que puedas porque volverá a mí y lo hará por su propia decisión. Ya lo verás...esa mujer es mía y solo te la dejo por el bien de nuestros negocios.Tengo ese mismo mes para solucionar todo y alejarme de esta basura lo más rápido que pueda. De Alessio ni la policía puede protegerme.—Si le da una sola palpitación de más por tu culpa en este mes, considérate muerto —amenaza Ian.—Tengo
Si me dan a elegir entre todos los caminos que puedo tomar ahora mismo, no tengo idea de cual me mataría primero.Con Alessio sé que vamos de lo sublime a lo ridículo, puede ser igual de cruel que de amoroso, él es como quiere ser siempre. Sin cambios. En su vileza no hay hipocresía. En cambio con Samuel no tengo nada. Nunca tuvimos una oportunidad y su lejanía precipitada creo que lo evidenció bastante cuando se puso al oto extremo de mi solo porque se dió cuenta de que por mucho deseo que exista entre los dos, no tenemos una posibilidad. Al menos no una cómoda.Y finalmente llega a mi vida este ruso, villano y galán a la misma vez. Me salva del peor de los destinos y a la vez me embarca en una situación inesperada: ¿cual de todas es la mejor encrucijada a descubrir? —Espero verte el lunes. Han pasado cosas y cosas muy serias.Solo eso le digo a Claudio cuando lo llamo antes de subir a la limusina del ruso y le adjunto una foto que le hice mientras hablaba con la rubia que mencionó
—¿Te importa si me tomo un café? —ironizo y lanzo mi bolso al sofá. Estoy cansada, preocupada y llena de dudas, lo último que necesito ahora es más conflictos o una visita como la suya.—Estás en tu casa —se mofa —. Por mi no te cortes —añade y viene detrás de mí. Me quito los zapatos tomando por los tacones y los dejo sobre el suelo del hall, estoy tan cansada que recibir a Claudio ahora no me hace ninguna gracia.—No me has dicho como entraste —busco en los armarios las cápsulas del café. —Allanamiento de morada, puedes denunciarle si quieres —bromea sin humor —. Algunos trucos se aprenden en mi trabajo.—No te creo, Claudio. ¡Cuenta!Finalmente pongo el café y me empiezo a sacar del cuerpo las pocas joyas que llevo... incluidos los pendientes.—Tengo llaves —confiesa y alzo las cejas asombrada —. Te cuido, Nikky y cuando mi contacto en el club me dijo lo que había pasado vine para acá para esperarte. Cuando me llamaste estaba aquí, sentado en tu sofá. —¿Y entonces por qué no f
¡Madre mía!¡No me lo puedo creer! Pensé que tendría hasta el lunes para enfrentarme a la mirada acusatoria de Samuel y resulta que tengo un desayuno con él. —¿Es muy necesario que asista?Pregunto como su pudiera evitarlo. Él ha dicho que va a negociar mi servicio en ambos casos con los esposos Straits. —Sabes que sí —tuerce los labios y pregunta capcioso —. ¿ Hay algo que deba saber de tu relación con Samuel Straits? No sé como responder a eso y ser sincera sin decir la verdad. Una gran paradoja. No hay nada entre Samuel y yo dentro de todo lo que hay. Así de complicado es ese tema. Podría decir que es la única persona en tosa mi vida a la que verdaderamente le creo que no quiere nada más de mi que aquello que ha reclamado. El único que no me ha faltado el respeto jamás. Solo él tiene la nota de honestidad en mi vida, y eso, muy a pesar de que apenas nos conocemos...entonces diría que sí, que hay muchísimo que saber de lo que sucede entre Samuel y yo pero nadie lo entendería. A
—Me encanta como sabe tu boca —balbucea Samuel intentando seguir el beso y le aparto.Su mujer está mirándonos, tan tranquila con un hombro contra la jamba de la puerta y el móvil en la mano.—¡Samuel! —intento quitármelo en encima pero me da la vuelta y se pone detrás de mi tratando de retenerme, él no la ve.—Tranquila, querida —espeta con sorna Sheyla y entra dejando la puerta abierta —. Mi esposo y yo somos muy buenos compañeros, lo compartimos todo. No tienes que estar nerviosa. Sé que follar, sabe hacerlo tan bien que no podrías resistirte mucho. Lo hablamos en nuestra cama el día que te conocimos.—¡Cállate Sheyla! —él brama y me alejo —.¿Qué coño quieres? —Tú sabes bien lo quiero —ella responde y ambos se miran.—Yo me largo —mascullo dolida.Me siento más utilizada que antes. Está claro que los dos tienen una especie de pacto que parece que no está pero es indisoluble y he sido una idiota al pensar que entre nosotros había algo más. Ella se ha encargado de hacerme saber que
La primera noche con Ian fue de lo más tranquila, sorprendiéndome gratamente. No estuvo en la casa en toda la noche y a pesar de que me dejó en claro que debía dormir en su cama, no tuve que hacerlo con él al menos. Eso me resultó tranquilizador y conseguí dormir un poco más de lo que esperaba.Estábamos cenando aparentemente tranquilos cuando de repente se levantó y se fue, sin más. Me estuvo mirando un poco intenso y sencillamente desapareció luego de dejar un beso en mis labios y ordenar en mi oído que su cama es mi sitio para dormir cuando esté aquí.No sé como he acabado así, ni en esta situación pero me sobrepasa pensarlo demasiado así que simplemente me dedico a lo importante y deambulo por la casa, descalza y con un vestido de lino blanco que arrastra el suelo mientras pienso cuando conoceré la verdadera mansión de ese hombre aquí, para poder recabar información definitiva. Necesito que esto dure lo menos posible. —¿Eres consciente de la belleza que te gastas?La voz de acen
—No me dijiste que era él, el anfitrión —reclamo mientras nos adentramos en el sitio.Es como un loft lleno de cuadros enormes en todas las paredes. La decoración minimalista, todo blanco y gris y desde fuera parece gente elegante de copas por una fiesta benéfica. —No es el anfitrión pero debe haber visto que llegamos y quiere asustarte —explica ofreciéndome una copa —. No le hagas la tarea fácil. Déjalo que sufra por verte en mis brazos.—Eso puede alimentar tu ego pero a mi me pone en apuros —bebo colgada de su brazo —. Cuando tu mes se acabe, vendrá a por mí y no es un tipo fácil de manejar.—No te adelantes —me besa la comisura —. Y dime, ¿qué hizo que una mujer como tú estuviera al lado de un tipo así que ni siquiera te valora?—La juventud, mi sumisión en la cama y la inexperiencia me puso a sus pies y me volvió su enferma obsesión, ahora solo queda un repugnante recuerdo de la mujer que fui con él. Y el miedo a la que sería si me veo de regreso a sus manos.Suspiro y bebo. E