El ruso

—¿Te importa si me tomo un café? —ironizo y lanzo mi bolso al sofá.

Estoy cansada, preocupada y llena de dudas, lo último que necesito ahora es más conflictos o una visita como la suya.

—Estás en tu casa —se mofa —. Por mi no te cortes —añade y viene detrás de mí.

Me quito los zapatos tomando por los tacones y los dejo sobre el suelo del hall, estoy tan cansada que recibir a Claudio ahora no me hace ninguna gracia.

—No me has dicho como entraste —busco en los armarios las cápsulas del café.

—Allanamiento de morada, puedes denunciarle si quieres —bromea sin humor —. Algunos trucos se aprenden en mi trabajo.

—No te creo, Claudio. ¡Cuenta!

Finalmente pongo el café y me empiezo a sacar del cuerpo las pocas joyas que llevo... incluidos los pendientes.

—Tengo llaves —confiesa y alzo las cejas asombrada —. Te cuido, Nikky y cuando mi contacto en el club me dijo lo que había pasado vine para acá para esperarte. Cuando me llamaste estaba aquí, sentado en tu sofá.

—¿Y entonces por qué no f
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