Kurt Vonnegut decía: ¨ Se aprende más acerca de la vida por los accidentes que nos ocurren, una y otra vez ¨; sin embargo, yo sigo cometiendo los mismos errores. Sigo estropeando todo a mi paso como un jodido tsunami.
Todo ocurre en cuestión de segundos. Mis nudillos se ponen blancos alrededor del volante y mi cara impacta con la almohadilla flotante frente al asiento. Un fuerte dolor invade mi cabeza y me encuentro aturdido. La botella de whisky ahora está hecha pedazos con fragmentos de vidrio por doquier. Toco mi frente con mi mano derecha y veo sangre que brota de ella. No sé si proviene del golpe en la frente o de mi mano cortada, quizás sea de ambas.
Me paralizo. Un nudo se instala en mi garganta. Silencio absoluto, solo escucho mi pulso en los oídos. Y una voz en mi interior que me grita: "Otra vez no, por favor"
Pero, ¿qué ha pasado?
Enfoco la vista al frente y lo que veo es impactante: El parabrisas está cubierto de sangre.
M****a. ¿Qué he hecho?
Mi vida se detiene en ese momento. En mi cabeza se reviven imágenes desgarradoras de hace 4 años atrás, cuando lo que sucedió aquel día me consumió, me despedazó, me destrozó… Me costó mucho tiempo después mirar hacia delante, aunque no sintiera ganas de nada, aunque estaba vacío por dentro. Pensé que llegaría un día en el que todo comenzaría a doler menos y tendría un respiro, pero que equivoqué. De forma muy retorcida hoy revivo esa angustia, ese miedo paralizante.
Un silencio ensordecedor invade mis oídos y mi aliento se vuelve pesado. Esto no me puede estar pasando nuevamente.
Miro mis manos sin saber cómo reaccionar, cierro los ojos y respiro entrecortado.
Una de mis manos va directo a la manilla de la puerta sin que yo sea consciente de nada. Estoy en estado de shock con un nudo en la garganta que me dificulta la respiración.
Abro la puerta con manos temblorosas, bajo un pie y luego otro hasta que mi cuerpo está completamente fuera del auto. Camino en cámara lenta hacia el frente, y entonces, siento que puedo desfallecer en cualquier momento.
Mi corazón se detiene. Mis manos sudan. Mis rodillas se flexionan ligeramente sin poder sostener el peso de mi cuerpo. Siento náuseas, estoy a punto de desmayarme. Me apoyo contra el lateral del carro. Mis ojos se oscurecen ante la escena que tengo delante. Y sólo 3 palabras cruzan mi mente una y otra vez.
< La he matado. La he matado. La he matado. La he matado >
Un cuerpo inerte se encuentra tendido en el suelo frente al auto. Es una muchacha joven, con el cabello rubio cubriéndole el rostro manchado de sangre. Al igual que su camiseta blanca, y a su lado, mucha más sangre desparramada por el suelo. tiene una mano extendida por encima de su cabeza y la otra bajo su cuerpo desfallecido. Lleva un pantalón de tela negro, una camiseta sin mangas. Observo una pequeña mochila a pocos metros de distancia, que sospecho que sea suya.
Mis ojos viajan nuevamente hacia su cuerpo y busco con la mirada el subir y bajar de su pecho al respirar, pero no hay ningún movimiento aparente. Sólo un cuerpo inactivo y sin vida.
Otra vida en mis manos. Otra muerte sobre mis hombros. Otro peso sobre mi alma maldita. Una vez más mi corazón aplastado. Esos mismos recuerdos amargos cruzan mi mente una vez más, atormentándome, echándome en cara lo injusta que es la vida al ponerme nuevamente en la misma situación.
- La he matado - afirmo en voz baja.
Permanezco en el mismo lugar sin poder moverme. Sólo presenciando la escena y esperando a que la tierra se abra y me trague. O que de repente me caiga un rayo encima. Pero nada de eso sucede.
Estoy atrapado en el lugar. Mi cerebro me dice que reaccione, pero mi cuerpo no quiere cooperar. Imágenes aparecen desde el fondo de mi mente. Mi vista se nubla regresando al pasado. Autos incendiados, sangre, gritos, fuego, humo… dolor.
- ¡Alguien que llame una ambulancia! - escucho que gritan a mi lado.
Al parecer el sonido estridente de mis neumáticos atrajo la atención de algunas personas curiosas que ni siquiera sé de dónde salieron. No aparto la vista de enfrente. Mis ojos siguen fijos en el suelo. Mi mente lejana. Mi corazón en la boca. Mis puños cerrados. Mi respiración agitada. Y mi maldita alma hirviendo en mi cuerpo.
- Y a la policía también - dice otra voz.
- ¿Está muerta? - pregunta una mujer.
- ¡Claro! ¿No la vez? - le responde otro hombre.
- ¡Dios mío! ¡Qué horror! – exclama alguien más.
No oigo más nada a mi alrededor. Solo un pito ensordecedor en mis oídos, ese que anuncia la explosión de una bomba en mi cara. Mis ojos miran un punto fijo en el suelo, pero mi mente viaja a aquél día. Sangre por doquier, fuerte olor a gasolina, a ácido, a fuego, el humo inundando mis pulmones… la sensación de ahogo, la sensación de muerte, la sensación de mi mundo en ruinas…
Hoy hace 4 años de aquello y, sin embargo, se siente como ahora, tan vívido, tan real, tan cruel.
¿Tan maldito estoy que la vida me hace pasar por lo mismo una segunda vez?
Es curioso cómo puede cambiarnos la vida de un momento a otro. Hay caminos que parecen rectos y de repente todo se quiebra, aparecen grietas y se hace imposible seguir avanzando en esa dirección. Lo más malo de esas grietas es que es casi imposible lograr repararlas.Desde aquel fatídico día me convertí en una persona fría, calculadora, rebelde, inseguro y mi autoestima se fue a la mierda. Ese día comencé a odiarme a mí mismo, a detestar cada parte de mi cuerpo, a esperar a que todos durmieran para maldecirme una y otra vez en soledad, a compadecerme de mi mala suerte. A causa de esa desgracia, me convertí en esta porquería que soy hoy. Quizás esa sea el motivo de que hoy, precisamente hoy, el karma me haga volver a revivir todo aquello.Segundos, minutos u horas después, no sabría decir con exactitud cuánto tiempo me encuentro perdido en ese lugar oscuro en
Estoy varios minutos esperando a que alguien salga y me brinden información sobre el estado de la joven, pero eso no ocurre. No soporto la espera. Por eso quería estar ahí dentro. No saber lo que sucede es insoportable.Bajo la cabeza cerrando los ojos, hasta que siento a alguien a mi lado, que coloca una mano en mi cabello, acariciándolo cariñosamente. Levanto la vista para encontrarme unos ojos marrones preocupados. Es mi secretaria, Margot, una mujer de más de 50 años, con unas pocas canas salteadas en el nacimiento de su cabello negro. Me mira con pena, con compasión y sabe que no lo soporto. Esta mujer a mi lado me conoce. Comprende cómo me hace daño pasar por lo mismo nuevamente.Trae consigo una camisa blanca y me la coloca alrededor de los hombros. Había olvidado que estaba desnudo de cintura para arriba y descalzo. Ese era el menor de mis preocupaciones.Aparto la vista de sus
- ¿En coma? ¿Qué quiere decir con que le indujeron un coma? ¿Va a morir?- De momento no lo sabemos - me responde. - Sedamos a la paciente y pusimos su cerebro “a dormir” mientras monitoreamos su actividad. El objetivo es proteger al cerebro y darle tiempo al cuerpo recuperarse, ya que en este estado el órgano necesita menos sangre, oxígeno y glucosa.- ¿Y cuánto tiempo va a estar en coma?- Eso tampoco lo sabemos. El tiempo depende de la recuperación de la paciente. Te aseguro que la mejor medida es esta, no vamos a permitir que muera por hipertensión intracraneana. Puede estar así días, meses o años, al igual que un coma espontáneo, pero por supuesto, el menor tiempo posible, para así evitar complicaciones más graves.El corazón se me cayó a los pies. La dejé en estado vegetativo. Es incluso peor que la muerte.Días, meses o años. Repito en mi mente.- Te aseguro que haremos todo lo que esté en nuestras manos para que los daños sean
Tres semanas después:Miro la hora en la computadora de mi oficina donde estoy trabajando.Joder, el tiempo pasa volando. Paso mis manos por el rostro, estoy exhausto, demasiadas horas de trabajo. Termino de arreglar unos papeles que tengo sobre el escritorio y apago la computadora. Me acerco al mini bar de mi oficina y me sirvo un poco de whisky. Desde esta mañana no había vuelto a tomar. Ya extrañaba la sensación quemante en mi garganta. Me termino lo que queda en el pequeño vaso de cristal y vuelvo a llenarlo.Camino hasta la gran ventana de cristal de mi oficina y pierdo mi vista en la ciudad. Desde aquí todo se ve en miniatura: los autos, las personas deambulando por las calles. El hospital se encuentra en el centro de la ciudad, así que desde aquí puedo verlo todo perfectamente. Aunque a veces prefiero no ver nada más allá, que todo sea oscuridad y tranquilidad.Minutos
A veces me pregunto de dónde estas niñas sacan esas ideas siendo tan pequeñas. Alessa me está pidiendo un imposible. No se puede ir por la vida besando a desconocidas que están en un profundo sueño comatoso. Sería como aprovecharme de su estado.- ¿Que por qué no la besas? – vuelve a repetir la pregunta la enana. - En la película de La Bella Durmiente, ella despierta con el beso del príncipe. – me dice con expresión de que es obvio lo que dice. – Bésala, Lue – esta vez es una orden.Miro hacia la cama y luego a Alessa que espera una respuesta.- No la puedo besar, enana. Yo no soy príncipe y ella no puede decirnos si está de acuerdo con el beso o no.- Para mí sí que eres un príncipe - contraataca ella cruzándose de brazos.- Para mí también – reafirma Anna haciendo el mismo gesto que su hermana, pero sonriendo.- La Bella Durmiente es un cuento ficticio, no es real, enanas. Si fuese real, no hubiera enfermos en los hospitales en
- ¿Estás segura? Enana, ¿estás segura que abrió los ojos?Sé que Alessa nunca jugaría con algo así, pero no puedo evitar que las dudas surjan en mi mente. O quizás un poco de esperanza.Anna se acerca a nosotros y los tres nos quedamos mirando a la joven como si hubiéramos descubierto el secreto del código de Da Vinci. Bajo a Alessa al suelo y me acerco a Bella, inspeccionándola, parece igual que antes. Su frecuencia está bien, su presión y saturación de oxigeno también según el monitor.Sostengo una de sus manos y aprieto fuerte, pero no hace ningún movimiento.Suelto el aire que estaba conteniendo y suspiro. Demasiado bueno para ser verdad.Me vuelvo hacia las niñas.- Deben estar cansadas. Vamos para que duerman que ya es tarde.Ellas asienten, y como siempre, ambas toman mis manos, una a cada lado. Las acompaño hasta llegar a su habitación.Preparo las camas y las arropo, dándoles un beso en la frente y
Me recompongo un poco antes que me vean en esta nueva faceta que se ha apoderado de mi alma de hielo y voy escaleras arriba hasta entrar en el dormitorio de los médicos. Encuentro a Fredek roncando con la boca abierta en un sueño profundo. Lo sacudo con fuerza hasta que logro despertarlo del todo.- Vamos imbécil, míralo con tus propios ojos.Corro de nuevo fuera de la habitación, escaleras abajo, hasta estar junto a Bella nuevamente. Él me sigue, aunque llega un poco después que yo, sofocado. Sus pintas me hacen sonreír internamente. Viene en calzones, camiseta y descalzo. Pero me complace que comparta mi locura y mi urgencia.Aunque, yo estoy en traje, tengo una imagen que mantener.Fredek se queda paralizado cuando la ve con sus ojos abiertos como plato. Es bastante joven, hace un par de años se graduó como especialista en neurocirugía, el mejor de la facultad de medicin
Mi día transcurre lento. Estoy en una junta con varios supervisores de la clínica que están hablando de presupuestos y de llevar a cabo nuevas inversiones. Yo la verdad es que les presto atención a medias. Ya es mediodía y no he sabido nada de Bella. No sé si terminaron de hacerle las pruebas o si está bien.Y lo peor es que al terminar esta aburrida reunión tengo que acercarme a la Organización “Miremos al Futuro”, porque hace unas horas avisaron que hay un problema con un paciente y un médico, hasta el punto de involucrar a la policía. Por esta razón, no me puedo escaquear. Hay asuntos como este, que debo atender personalmente.Mi móvil vibra sobre la mesa y lo reviso rápido pensando que es Fredek para darme información. Pero lo que me llega es un mensaje por WhatsApp, una foto de las niñas, junto a otros niños en un parque cercano.