Estoy varios minutos esperando a que alguien salga y me brinden información sobre el estado de la joven, pero eso no ocurre. No soporto la espera. Por eso quería estar ahí dentro. No saber lo que sucede es insoportable.
Bajo la cabeza cerrando los ojos, hasta que siento a alguien a mi lado, que coloca una mano en mi cabello, acariciándolo cariñosamente. Levanto la vista para encontrarme unos ojos marrones preocupados. Es mi secretaria, Margot, una mujer de más de 50 años, con unas pocas canas salteadas en el nacimiento de su cabello negro. Me mira con pena, con compasión y sabe que no lo soporto. Esta mujer a mi lado me conoce. Comprende cómo me hace daño pasar por lo mismo nuevamente.
Trae consigo una camisa blanca y me la coloca alrededor de los hombros. Había olvidado que estaba desnudo de cintura para arriba y descalzo. Ese era el menor de mis preocupaciones.
Aparto la vista de sus ojos para no ver lástima en ellos. Mis manos están rojas por la sangre de la chica que atropelle. Sangre que causé por mis imprudencias, siento que se me pega a la piel como un tatuaje, recordándome mi condena.
Me froto las manos intentando inútilmente borrar la mancha, pero no hay forma. Margot detiene mis movimientos frenéticos con sus manos, y suspirando me acerca una bolsa negra. Mis ojos captan con atención ese feo paquete. Parece gastado de tanto uso. Creo que es la misma que vi en la escena del accidente.
La mochila de ella.
Mis ojos interrogantes van hacia mi secretaria, que capta mi pregunta silenciosa.
- Esto es de la chica. Me la dio un policía - dice mientras se sienta a mi lado en el suelo del pasillo del hospital.
No sé cómo habrá sabido del accidente, debe haberla llamado John. La verdad es que esta mujer es una de las pocas personas que me hacen sentir menos m****a. Además de ella, mi abuela, mi chofer y mi abogado no tengo a nadie más. La conozco desde que comenzó a trabajar para papá, y ahora pasó de ser su mano derecha a ser la mía en la oficina.
Acaricia mi brazo y reajusta la camisa en mis hombros que se estaba resbalando.
Nos quedamos en silencio, está comenzando a amanecer y es todo lo contrario a lo que siento en mi interior, total oscuridad.
- Te van a interrogar más adelante cuando tengamos información sobre la situación de la señorita. Les he pedido que no te molesten hasta entonces - le agradezco con una inclinación de la cabeza y continua, señalando hacia la bolsa con una mano. - Lo estuve revisando. No hay mucho que nos sirva para saber quién es ella. No hay ninguna identificación, ni donde vive. Sólo pude encontrar un par de pantalones y blusas, ropa interior y un cepillo de cabello. No hay ni cartera ni móvil, y en la zona donde ocurrió el accidente tampoco había ninguna otra pertenencia que nos indique quien es.
La miro asombrado. Ella baja la cabeza apenada, sabe lo jodido de la situación. No es posible que una persona joven en esta época salga a la calle sin un móvil. Estiro la mano y vacío en el suelo ante mí, todo el contenido de la bolsa. Efectivamente, no hay nada de utilidad, sólo un pintalabios rojo que dice Made in USA y todo lo demás que me contó Margot.
Giro mi cabeza asombrado hacia ella y le pregunto:
- ¿Quieres decir que estamos en presencia de una desconocida? ¿No sabemos dónde vive o si tiene familia? Ni siquiera que edad tiene - esto último lo dije más como una afirmación que como una pregunta.
- La policía no ha obtenido nada hasta ahora. Han preguntado en los alrededores del bar, en comisarías o en las calles, pero ni rastro. Al parecer sólo lo tiene a usted - dice mirándome a los ojos y luego agrega - De momento...
Ahora estoy peor que antes. Que no sepamos quién es empeora la situación. Si muere, ¿qué será de ella o de su familia? No lo sabrán, no estarán aquí para apoyarla. Nunca podrán ir a visitarla al cementerio. Deben estar preocupados buscándola. Quizás sólo sea una simple señorita que salió de casa está mañana llena de ilusiones y ahora está debatiéndose entre la vida y la muerte.
Soy un monstruo. Un monstruo sin piedad. ¿Cómo se me ocurre conducir de esa forma? ¿Cómo puedo ser tan inconsciente y repetir mis errores? Errores que siempre terminan arrebatando la vida de otros. Arruiné su vida de la peor forma posible. Pensaba que mi vida era vacía y sin sentido. Ahora me doy cuenta que no tengo vida, soy un cuerpo vacío, sin alma. No tengo derecho siquiera a respirar el mismo aire que el resto de los mortales.
- No hagas eso - dice mi secretaria con voz seria. - No fue tu culpa. No te comas la cabeza pensando que eres el culpable, porque no fue así, Eisner. Verás como todo se resuelve.
Siento que lo dice más para sí misma que para mí, como si de esa forma intentara creérselo. ¡Joder, soy un puto demonio!
El tiempo de espera transcurre lento. Los segundos se vuelven horas y mi estado de ansiedad empeora. Me estoy devanando los sesos maldiciéndome mentalmente una y otra vez. M****a. ¿Qué hago? ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Podré vivir el resto de mi asquerosa vida sabiendo que he matado a otra alma inocente? Creo que no, no podré.
Margot no se ha movido de mi lado. De vez en cuando habla conmigo, pero no le pongo atención. No tengo cabeza para nada.
Transcurridas unas 8 horas, quizás más, hasta que al fin aparece un hombre alto y fuerte, de edad avanzada, usando lentes y ropa verde. Se ve agotado, con su pelo y boca oculta tras el uniforme de cirujano. Su semblante me dice que no trae buenas noticias. Mi estómago se contrae. Llevo ambas manos a la cabeza y me aferro a mi cabello con fuerza, intentando aliviar el fuerte dolor que de repente me golpea en esa región.
La mataste. La mataste. La mataste. Reprocha mi mente torturadora una y otra vez.
Siento un nudo en el pecho. Estoy hiperventilando. No puedo sostenerme en pie, los siento flácidos y sin fuerzas. El pulso se me acelera. Una capa de sudor cubre mi frente. Tengo la boca seca y mucho mareo. Creo que voy a vomitar.
Me apoyo a la pared nuevamente intentando obtener algo de equilibrio. Mis ojos están perdidos. Por un momento no sé dónde estoy. No escucho nada. No veo nada. Sólo sé que quiero ser yo el que esté en esa camilla. O mejor aún, bajo tierra, alimentando a los gusanos. Nadie me extrañaría.
Mi mente se desconecta completamente. Bajo la vista al suelo y aguanto la respiración. Hasta que siento un fuerte golpe en mi mejilla derecha y abro los ojos de golpe.
< Pero qué demonios...? ¿Me acaban de pegar?>
- Te he pegado para que reaccionaras - me dice el doctor, ahogando una risa y después poniéndose serio nuevamente. - ¿Me has escuchado lo que te dije? - lo miro frunciendo el ceño, no lo oí decir nada antes. Toco mi mejilla y lo miro con odio. ¿Cómo se atreve a pegarme? - No es momento de entrar en pánico. No es momento de tener un ataque de ansiedad. Te estaba diciendo que está viva, por lo menos por ahora.
Yo no entro en pánico, que conste. Yo soy fuerte, y él no es nadie para ponerme un dedo encima, y menos decirme que… espera. ¿Qué ha dicho? ¿Está viva?
Un cubo de agua helada imaginario cae sobre mí y el alivio me hace soltar el aire que no sabía que estaba conteniendo. Enderezo mi espalda, cuadro mis hombros y espero a que continúe hablando, prestando atención a cada pequeño detalle. Ya no me importa que me haya pegado, al contrario, me lo tengo bien merecido, me merezco miles más.
- Ha sufrido un traumatismo craneoencefálico severo – me explica. - El impacto le provocó un hematoma cerebral, el cual hemos drenado en una cirugía de urgencia. En el TAC que le realizamos, observamos edema cerebral, por lo que le hemos inducido un coma.
¿Cómo?
Traumatismo craneoencefálico, hematoma cerebral, cirugía de urgencia, edema cerebral, coma. Sus palabras se repiten en mi cabeza, intentando entender todo lo que ha dicho. Estoy completamente perdido, pero pienso en lo último. ¿Coma? ¿Entró en coma?
- ¿En coma? ¿Qué quiere decir con que le indujeron un coma? ¿Va a morir?- De momento no lo sabemos - me responde. - Sedamos a la paciente y pusimos su cerebro “a dormir” mientras monitoreamos su actividad. El objetivo es proteger al cerebro y darle tiempo al cuerpo recuperarse, ya que en este estado el órgano necesita menos sangre, oxígeno y glucosa.- ¿Y cuánto tiempo va a estar en coma?- Eso tampoco lo sabemos. El tiempo depende de la recuperación de la paciente. Te aseguro que la mejor medida es esta, no vamos a permitir que muera por hipertensión intracraneana. Puede estar así días, meses o años, al igual que un coma espontáneo, pero por supuesto, el menor tiempo posible, para así evitar complicaciones más graves.El corazón se me cayó a los pies. La dejé en estado vegetativo. Es incluso peor que la muerte.Días, meses o años. Repito en mi mente.- Te aseguro que haremos todo lo que esté en nuestras manos para que los daños sean
Tres semanas después:Miro la hora en la computadora de mi oficina donde estoy trabajando.Joder, el tiempo pasa volando. Paso mis manos por el rostro, estoy exhausto, demasiadas horas de trabajo. Termino de arreglar unos papeles que tengo sobre el escritorio y apago la computadora. Me acerco al mini bar de mi oficina y me sirvo un poco de whisky. Desde esta mañana no había vuelto a tomar. Ya extrañaba la sensación quemante en mi garganta. Me termino lo que queda en el pequeño vaso de cristal y vuelvo a llenarlo.Camino hasta la gran ventana de cristal de mi oficina y pierdo mi vista en la ciudad. Desde aquí todo se ve en miniatura: los autos, las personas deambulando por las calles. El hospital se encuentra en el centro de la ciudad, así que desde aquí puedo verlo todo perfectamente. Aunque a veces prefiero no ver nada más allá, que todo sea oscuridad y tranquilidad.Minutos
A veces me pregunto de dónde estas niñas sacan esas ideas siendo tan pequeñas. Alessa me está pidiendo un imposible. No se puede ir por la vida besando a desconocidas que están en un profundo sueño comatoso. Sería como aprovecharme de su estado.- ¿Que por qué no la besas? – vuelve a repetir la pregunta la enana. - En la película de La Bella Durmiente, ella despierta con el beso del príncipe. – me dice con expresión de que es obvio lo que dice. – Bésala, Lue – esta vez es una orden.Miro hacia la cama y luego a Alessa que espera una respuesta.- No la puedo besar, enana. Yo no soy príncipe y ella no puede decirnos si está de acuerdo con el beso o no.- Para mí sí que eres un príncipe - contraataca ella cruzándose de brazos.- Para mí también – reafirma Anna haciendo el mismo gesto que su hermana, pero sonriendo.- La Bella Durmiente es un cuento ficticio, no es real, enanas. Si fuese real, no hubiera enfermos en los hospitales en
- ¿Estás segura? Enana, ¿estás segura que abrió los ojos?Sé que Alessa nunca jugaría con algo así, pero no puedo evitar que las dudas surjan en mi mente. O quizás un poco de esperanza.Anna se acerca a nosotros y los tres nos quedamos mirando a la joven como si hubiéramos descubierto el secreto del código de Da Vinci. Bajo a Alessa al suelo y me acerco a Bella, inspeccionándola, parece igual que antes. Su frecuencia está bien, su presión y saturación de oxigeno también según el monitor.Sostengo una de sus manos y aprieto fuerte, pero no hace ningún movimiento.Suelto el aire que estaba conteniendo y suspiro. Demasiado bueno para ser verdad.Me vuelvo hacia las niñas.- Deben estar cansadas. Vamos para que duerman que ya es tarde.Ellas asienten, y como siempre, ambas toman mis manos, una a cada lado. Las acompaño hasta llegar a su habitación.Preparo las camas y las arropo, dándoles un beso en la frente y
Me recompongo un poco antes que me vean en esta nueva faceta que se ha apoderado de mi alma de hielo y voy escaleras arriba hasta entrar en el dormitorio de los médicos. Encuentro a Fredek roncando con la boca abierta en un sueño profundo. Lo sacudo con fuerza hasta que logro despertarlo del todo.- Vamos imbécil, míralo con tus propios ojos.Corro de nuevo fuera de la habitación, escaleras abajo, hasta estar junto a Bella nuevamente. Él me sigue, aunque llega un poco después que yo, sofocado. Sus pintas me hacen sonreír internamente. Viene en calzones, camiseta y descalzo. Pero me complace que comparta mi locura y mi urgencia.Aunque, yo estoy en traje, tengo una imagen que mantener.Fredek se queda paralizado cuando la ve con sus ojos abiertos como plato. Es bastante joven, hace un par de años se graduó como especialista en neurocirugía, el mejor de la facultad de medicin
Mi día transcurre lento. Estoy en una junta con varios supervisores de la clínica que están hablando de presupuestos y de llevar a cabo nuevas inversiones. Yo la verdad es que les presto atención a medias. Ya es mediodía y no he sabido nada de Bella. No sé si terminaron de hacerle las pruebas o si está bien.Y lo peor es que al terminar esta aburrida reunión tengo que acercarme a la Organización “Miremos al Futuro”, porque hace unas horas avisaron que hay un problema con un paciente y un médico, hasta el punto de involucrar a la policía. Por esta razón, no me puedo escaquear. Hay asuntos como este, que debo atender personalmente.Mi móvil vibra sobre la mesa y lo reviso rápido pensando que es Fredek para darme información. Pero lo que me llega es un mensaje por WhatsApp, una foto de las niñas, junto a otros niños en un parque cercano.
Demoré más de lo esperado resolviendo el ¨ligero problemita¨ de la Organización, puesto que la madre de un paciente, en un intento desesperado de devolverle la vida a su hijo, apuntó con una pistola al pediatra que lo recibió. La pobre mujer no acepta la muerte de su hijo de 16 años, causada por una sobredosis. Los médicos no pudieron hacer nada por él, fue recibido en pésimas condiciones, era imposible hacer más.Es triste tener que ser testigo de casos como este. Las drogas cada vez afectan más a los jóvenes, causando serias consecuencias, y en la mayoría de los casos los familiares no llegan a saberlo hasta que ya es demasiado tarde.Luego de conversar con la policía y sedar a la mujer, regreso a la clínica para reunirme con Fredek y conocer los detalles de los resultados de las pruebas.Bella sigue descansando por lo que él me pide que hablemos en mi oficina.Me siento en mi escritorio y él se acomoda en la silla frente a mí, y esparce s
Después de un baño relajante en mi ático, vuelvo a la clínica. Saludo a las niñas antes de ir a la habitación de Bella. Creo que va siendo hora de ser valiente y hable con ella por primera vez.Han pasado ya nueve días desde que despertó. Por ahora ya no hay más estudios que realizarle. Según me informó la logopeda que la está atendiendo, ha comenzado con sus primeras palabras, aunque no son muy fluidas. Su cuerpo aún no puede sostenerse en pie, por lo que han decidido comenzar a enseñarle los primeros pasos en una semana.Por lo que me han dicho, la recuperación va a ser lenta, pero todo va a volver a la normalidad en unos meses. Bueno, todo menos su memoria.Cuando entro en su habitación ya es de noche, pero no tan tarde. Está todo oscuro, a excepción de una lamparita encendida en la mesita y las luces de la ciudad que se ve a través de la ventana.Su rostro se encuentra no tan pálido como hace unos días. Lleva un vestido blanco y el cabello tre