El dolor era insoportable. Ethan no podía ni hablar, cada músculo de su cuerpo estaba sumido en una agonía que ni siquiera un lobo podría soportar sin perder la cordura. Las articulaciones crujían, y su carne ardía como si estuviera sumergido en aceite hirviendo. —Muérdeme, ten un poco de mi sangre para que estés mejor—propuso ella pensando que se trataba de la sustancia tóxica que hacía a Ethan transformarse en esa criatura espeluznante.Ferus, dentro de él, luchaba por salir, ansioso por liberarse de la jaula humana que lo mantenía cautivo.Cloe observaba horrorizada cómo las facciones de Ethan comenzaban a transformarse, cómo su rostro de hombre se mezclaba con el de Ferus. En segundos, la metamorfosis era casi completa, y lo que antes había sido su amado, ahora parecía algo completamente ajeno, grotesco. Era el mismo ser, pero también era otro, y esa dualidad la desconcertaba, la hacía sentir impotente.Ethan sabía lo que pasaba. Reconocía la maldición que Vadim había invocado
Isabella, aún arrodillada, maldijo una y mil veces internamente, pues Cloe la ignoraba a propósito, y eso la hacía sentir más patética al estar esperando por el perdón de un ser más inferior a ella.Pero respiró profundamente y se consoló pensando que pronto podría desquitarse todo; solo debía seguir con el pedido de Caleb. Así que se mordió la lengua fuertemente hasta que se obligó a arrastrarse más hacia Cloe, y agarró sus manos, viendo cómo Cloe la fulminaba con la mirada.Cloe intentó jalar la mano que Isabella le tenía agarrada, pero Isabella se lo impidió mostrándose deplorable.—Luna, no me ignore, por favor —suplicó en un sollozo que convencía a Ethan, pero no a Cloe.—Vamos, mi luna, Isabella está arrepentida y también entendió que, si repite el mismo error, morirá bajo mis garras —intervino Ethan antes de dejarle un beso suave en el hombro a Cloe, quien todavía permanecía sobre su regazo.Isabella se tensó, no solo por lo cariñoso que se mostraba Ethan, sino por la amenaza.
Ya había caído la tarde cuando Ethan se encontraba en su salón privado, revisando un informe sobre un preocupante desvío de producción en una de sus empresas en Alemania. Aunque aquella filial era administrada por uno de sus alfas más competentes, Ethan no delegaba la supervisión total, realizando una inspección minuciosa al menos una vez al año. Esto le permitía evitar quiebras o pérdidas que pudieran afectar su territorio y, sobre todo, su reputación como Supremo.(Supremo, varios líderes de especies están aquí. Piden verlo con urgencia). La voz grave de un custodio resonó en su mente a través del vínculo mental.Ethan se detuvo, dejando el informe en la mesa de madera pulida. A su lado, Noa y Kael intercambiaron una mirada cargada de preocupación.—Esto no es normal—murmuró Kael, ajustando su postura como si esperara órdenes inmediatas.—Definitivamente, no lo es—respondió Ethan mientras se ponía de pie. Su mirada, que pasó de gris a dorada como el sol en un día furioso, estaba fi
El tono de Ethan era cortante, y el peso de sus palabras hizo que algunos de los presentes se removieran incómodos. Fue entonces cuando uno de los gobernantes tomó la palabra.—Como sabes, el creador de esas criaturas grotescas ha enviado sus experimentos contra nuestras especies. Varios de los nuestros han resultado heridos y, lo que es peor, se están convirtiendo en esas abominaciones. En cuestión de días, terminan muriendo. Hemos descubierto que una sustancia está causando estas transformaciones, pero lo que nos desconcierta es cómo algo tan simple puede matar a un ser inmortal. Sin embargo, hay una posible solución… —hizo una pausa, mirando directamente a Cloe—. Es la sangre de tu luna.La declaración cayó como un trueno en la habitación. Ethan, con un movimiento brusco, golpeó la mesa frente a él, partiéndola en dos. Se puso de pie, dejando ver como sus ojos brillaban con la intensidad dorada de su lobo interno.—¿Qué demonios están insinuando? —rugió, reverberando en toda la es
Cloe parpadeó varias veces, mientras su mente giraba en un torbellino de incredulidad. Apenas un segundo antes estaba en el salón, rodeada por los reyes sobrenaturales que exigían su sangre. Ahora, de manera inexplicable, se encontraba en una despampanante habitación, exageradamente decorada con detalles dorados y blancos, como si estuviera dentro de un palacio de algún sultán caprichoso.—¿Dónde estamos? —preguntó con voz apenas firme, mientras sus ojos se fijaban en Morgana, que permanecía impasible frente a ella.—En mi aquelarre. Para ser específicos, en mi habitación —respondió Morgana con aire despreocupado, dejándose caer con gracia en un pequeño sofá de diseño victoriano.La mente de Cloe aún luchaba por encontrar sentido a todo aquello. Miraba a su alrededor con desconcierto y una creciente desesperación. —Todavía me cuesta entender esto de los seres como tú, pero… Morgana, que ahora sostenía una pipa de jade que Cloe no vio de dónde había sacado, exhaló una fina nube de hu
Morgana arqueó una ceja, divertida por la confusión.—Eres la reina de este lugar y no reconoces la entrada. Usa el poder de tu vínculo con el pulgoso mayor y levanta la barrera mágica para que podamos entrar.Cloe se quedó helada, tan perdida como en sus clases de matemáticas avanzadas de años atrás. Bajó la mirada, susurrando con voz temblorosa:—No sé cómo hacerlo.Morgana dejó escapar un suspiro teatral, como si el desconocimiento de Cloe fuera una molestia menor. Luego murmuró un hechizo en un lenguaje antiguo que Cloe no entendió, pero el aire a su alrededor pareció vibrar. De la nada, uno de los guerreros de Ethan, apareció frente a ellas, con ojos que brillaban como brasas en la penumbra.—Reina hechicera, vuelva en otro momento. El supremo no está disponible —dijo el hombre, pero su mirada se detuvo en Cloe, estudiándola con desdén.Morgana alzó el mentón con arrogancia.—¿Acaso estás ciego? ¿No ves que traje a tu luna suprema?El guerrero no mostró respeto ni vacilación.—
Ethan sonrió divertido y le pasó la mano por detrás del cabello, situándola suavemente en su nuca.—Mi luna, por favor, no te asustes. Aquí le decimos cachorros a los bebés, pero eso no significa que nacerán como lobos. Aún no podemos asegurar que estés embarazada, por eso necesito que uses nuestro vínculo para confirmarlo. Y debo aclararte, Cloe, que no eres humana, aunque no sé qué tipo de ser eres, porque pareces mucho más poderosa que un alfa supremo como yo, y eso es algo que me cuesta asimilar —explicó, con voz llena de asombro y admiración.Cloe bajó la mirada hacia su vientre, sonriendo ante la simple idea de ser capaz de tener un bebé de Ethan.—No sé cómo vincularnos —confesó—. Solo murmuré tu nombre cuando me sentía perdida y desesperada. Eso fue todo.Ethan la tranquilizó con un beso en la frente.—No te preocupes, pronto podrás dominar bien nuestro vínculo y sabré qué eres. Por el momento, necesitas alimentarte. Te desmayaste porque estabas demasiado débil —le aseguró, a
Antes de que la tensión pudiera escalar aún más, la puerta se abrió de golpe, y Cloe irrumpió en la sala con el rostro decidido.—¡Daré mi sangre a esos reyes!—gritó, sin titubear.Ethan giró hacia ella con las facciones desencajadas por el pánico.—¡Mi luna, pero morirás!—aseveró, dando un paso hacia ella.Cloe lo miró directamente a los ojos, con expresión resuelta.—Dijiste que no soy humana. De seguro no podría morir así de fácil —respondió con una frialdad que contrastaba con el temblor apenas perceptible en sus manos.Los alfas se miraron entre sí, claramente desconcertados tanto por su actitud, como por lo que acababa de decir. Para ellos, no había nada especial en ella que justificara su sacrificio.—Es una mujer ilusa… el supremo le miente para hacerla sentir especial y se creyó la película— le susurró un alfa a su delta y, como si todos los alfas compartieran este mismo pensamiento, se rieron con sorna.—No aceptaré que lo hagas —declaró Ethan, ignorando el comportamiento de