En el laboratorio iluminado por destellos rojizos de maquinaria anticuada y pantallas chisporroteantes, el rey de los vampiros, Masón, caminaba de un lado a otro. Mientras sus ojos carmesí centelleaban con furia y satisfacción anticipada. Saboreaba cada momento en el que imaginaba a Ethan doblegarse por la tragedia.—Pronto, Ethan, saborearás el mismo vacío que llevo en mi alma— murmuraba curvando los labios en una sonrisa cruel. Sin embargo, un golpe telepático atravesó su mente, rompiendo su momento de ensueño."Prometiste que matarías a esa humana que me robó mi puesto de Luna, y resulta que no pudiste hacerlo", la voz de Isabella era como un látigo cargado de veneno. "Tu estúpido plan solo logrará que los lobos la acepten como su Luna Suprema. ¡Una humana! ¡Ridículo!"Mason se detuvo en seco, apretando los puños con tal fuerza que sus uñas largas atravesaron la piel de sus palmas, dejando finas gotas de sangre caer al suelo."¡Es imposible!", respondió, temblando con una furia
Cloe lo miró esperanzada, y llena de emoción ante la idea de demostrarle a Ethan que era más de lo que aparentaba. —¿De verdad puedes? He tenido sueños extraños, he visto y siento cosas raras, pero no entiendo nada. Me da miedo pensar que estoy alucinando, por eso no le cuento nada a mi esposo —confesaba, dejando escapar una sonrisa nerviosa. Liam ocultó su satisfacción tras una expresión neutra. —Por supuesto, Luna. Confíe en mí. Puedo guiarla, pero debemos alejarnos un poco para no ser interrumpidos.Sin pensarlo demasiado, Cloe aceptó. Lo siguió al bosque, adentrándose en un lugar donde las barreras mágicas eran débiles; un detalle que Ethan jamás habría pasado por alto. —Luna, cierra los ojos. No reprima lo que siente. Visualícese como esa imagen de poder que dice ver de usted misma— instruyó Liam, con voz baja y persuasiva. Cloe asintió, ignorando la pequeña voz de advertencia en su interior, que le pedía a gritos no confiar en Liam. Pero en ese momento, no pensaba en
Había caído la noche, y por primera vez todos en la manada habían sido invitados a una fiesta al aire libre frente al castillo. Todos sentían dudas, nadie entendía el motivo de tal celebración tan repentina, pero asistieron a la hora pedida por su alfa supremo. Las antorchas parpadeaban con un brillo cálido, y la música resonaba entre los árboles. Ethan, imponente como siempre, caminaba al centro con Cloe de su brazo, quien llevaba un vestido rojo que abrazaba cada curva con una elegancia que cortaba el aliento. Cuando Ethan levantó una copa de plata para llamar la atención, el murmullo se desvaneció, y un silencio expectante llenó el aire.—Hoy es un día para celebrar —anunció con voz firme—. Mi luna suprema, Cloe, y yo estamos esperando… trillizos. ¡Tres poderosos alfas!Los únicos que aullaron fueron Kael y Noa, mientras que Samira, Teresa y Aria fueron las únicas que rompieron en aplausos. Sin embargo, su entusiasmo no logró contagiar al resto de los presentes.Un murmullo de as
Las facciones de Ethan se desencajaron, incapaz de creer lo que escuchaba.—Pero, mi luna… —protestó, solo para que ella lo silenciara, colocando sus dedos en sus labios.Cloe dudaba de su propia fortaleza y no quería hacer nada que pusiera en peligro las vidas de sus bebés. Necesitaba que nacieran sanos y fuertes, era algo que estaba dispuesta a conseguir para darle una lección a todos esos lobos engreídos que la veían como si fuera un insecto.—Nada de quejas. Soy una mujer pequeña con tres bebés que, supongo, serán enormes dentro de mí. No podemos reducir su espacio. Hasta el nacimiento de nuestros hijos, nos vamos a limitar… guardaremos las ganas.Ethan dejó escapar una carcajada grave, incrédula.—¿Cinco meses? ¿Piensas dejarme así durante cinco meses…? —Él señaló su erección, acomodada a la izquierda de su pelvis, que amenazaba con explotar la tela que la comprimía. —No tiene sentido. Te garantizo que podemos tener sexo sin que a los bebés les pase algo.Cloe negó moviendo la ca
Sin embargo, un roce húmedo y suave acarició sus mejillas, limpiando sus lágrimas. Sorprendida, abrió los ojos lentamente. Instintivamente, supo quién era.—Ferus… —murmuró con alivio mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.Se incorporó y abrazó al imponente lobo, hundiendo su rostro en su brillante pelaje que desprendía un aroma reconfortante.—Eres tú… casi me muero del susto. Eres maravilloso.Ferus ronroneó suavemente. Cada caricia de Cloe parecía encenderlo más, llenándolo de una intensidad que solo él comprendía. Cuando sintió que los latidos de ella se habían calmado, Ferus cedió el control a Ethan. En cuestión de segundos, Ethan se transformó en humano y se vistió rápidamente, dejando a Cloe inquieta al no poder verlo.—¿Ferus es maravilloso? —inquirió Ethan con una sonrisa traviesa—. Supongo que ya me amas, si le dices esas cosas a mi lobo.—No… no es eso. Obviamente, no te amo, eres demasiado engreído— murmuró, bajando la mirada, sintiendo sus mejillas arder.Ethan
Sus ojos se dirigieron a Ethan, que aún dormía profundamente.La comprensión la golpeó con la fuerza de una tormenta: esos recuerdos fragmentados no eran ajenos, eran suyos. Y ese hombre, el que ahora compartía su lecho, había sido el causante de su muerte en su vida anterior.Justo cuando había aceptado que no podía vivir sin él, este descubrimiento sembraba en ella el miedo. Las lágrimas rodaron por sus mejillas, dejando un rastro ardiente. Sentía que el amor que había comenzado a aceptar se teñía de desconfianza. Era una crueldad del destino. ¿Cómo podía amar a alguien que en otra vida había sido su verdugo?Buscando claridad y consuelo, se vistió apresuradamente para salir en busca de alguien que la escuchara sin juzgarla.Pasó frente a la habitación de Samira, pero siguió de largo. Sabía que Samira no entendería lo que necesitaba oír. En su interior, solo quería que alguien le asegurara que lo ocurrido en su vida pasada no tenía por qué repetirse. Pero los recuerdos estaban clar
Ethan abrazó el cuerpo inerte de su madre con una desesperación que partía el alma. Sus ojos, normalmente duros y dominantes, estaban inundados de lágrimas que caían como cristales rotos sobre el rostro pálido de Aria.—¡Mamá, por favor, despierta! —su voz era un eco desgarrador que resonaba en la estancia.La acomodó sobre el sofá más cercano, con movimientos cuidadosos, pero apresurados, como si cada segundo perdido pudiera arrancarle la vida. Cerró los ojos y dejó que su poder de alfa supremo fluyera, concentrándose con toda la fuerza que tenía. Un brillo tenue emergió de sus manos, pero pronto se desvaneció, como si una barrera invisible se burlara de su desesperación. Pues era la maldición que corría por sus venas bloqueando cualquier intento. Cada segundo que pasaba y no obtenía resultados, lo empujaba al borde de la desesperación.—¡No! —rugió, sintiendo como la impotencia se apoderaba de él.En un arrebato, hundió sus colmillos en su propia muñeca, dejando que su sangre corr
Ethan golpeó con fuerza el escritorio, el estruendo retumbó en toda la oficina, como si su rabia quisiera destrozarlo todo.Las palabras de su Delta, Kael, aún resonaban en su mente: —Caleb ha desertado, y no solo él. Isabella y Liora también se han ido.—¡Soy el maldito alfa supremo! —bramó, dejando que su voz resonara. Se dejó caer sobre el respaldo de la silla, con los ojos encendidos por la furia. —No sé cómo pude ser tan idiota. Cloe tenía razón… Isabella ya no es la misma. Me dejé llevar más por la culpa que por la razón.Su pecho se agitaba con cada palabra, mientras el peso de su propia estupidez lo aplastaba como una carga imposible de ignorar.(Te lo dije. Esa vampiresa no es la Isabella que conocimos), gruñó Ferus en su mente, con un tono cargado de desprecio. (Pero eres tan terco y sentimental que preferiste incomodar a nuestra luna. Ahora tendrás que tragarte el orgullo y disculparte, humano idiota).Ethan apretó los dientes, intentando sofocar la ira.(Cállate. Echar sal