Había una luna muy reluciente en Detroit. Se escuchaba un escándalo por todos lados puesto que era sábado, a modo que las personas estaban embriagándose y armando algunos alborotos por el barrio. Debido a la violencia en esta zona, nadie se sorprendía cada que se encontraban a un muerto aunque, a últimas fechas, las víctimas perdían bastante sangre antes de ser asesinadas por completo.
Hacía tanto frío que el albino apenas y podía tolerarlo pese a la mascarilla en su rostro, cubriendo boca y nariz. La verdad era que trabajar en fechas frías no era su mayor placer, pero ahora estaba muy distraído en el techo de un almacén mientras leía por enésima vez aquél libro que no soltaba por alguna razón en la vida. Gracias a que era de noche no se volvía evidente su presencia ahí y debido a la habilidad especial de ese ojo anormal, podía leer sin problema alguno pese a tal oscuridad.
—Va a ser muy divertido cuando te quedes ciego —acusó un rubio mientras que el vapor se hacía presente a cada palabra que decía— ¿Cómo puedes estar tan tranquilo con este frío? —quiso saber entonces.
—No hay mejor cosa que distraerse, Jose —espetó el otro, antes de mirarle de soslayo con ambos ojos—. Chico zorro… ¿puedes saber dónde está?
—Dale unos segundos —pidió el ojiazul, antes de poner un cigarrillo en sus labios, sacando un encendedor de su bolsillo antes de encender el tabaco, para darle una profunda calada—. ¿Gustas?
—Parece que no se preocupan por ocultar su presencia —murmuró entonces una voz femenina, sentada en el suelo detrás de ellos, a modo que ambos reaccionaron.
—¿Cuándo llegaste aquí? —cuestionó el rubio, sorprendido.
—Tú eres quien los huele y ni te diste cuenta de su presencia, ¿eh? Vaya cretino —se burló el mayor, a lo que la chica sonrió.
—Nuestra agrupación no tiene mucho sentido después de todo, Xander—le recordó ella, antes de ponerse de píe—. Tú puedes verlos a kilómetros, él los huele, yo puedo hacer ambas cosas y hasta los siento.
—Bueno, enfrentamos todo tipo de enemigos —comentó el otro, con una sonrisa que apenas era evidente.
—Aquí viene —murmuró ella, poniéndose seria.
—¿De verdad? —Preguntó el otro antes de girarse sobre su hombro, para no ver a nadie y entonces, girarse al frente—. Yo no lo…
—Ella se fue —interrumpió el muchacho—. Está por dar la vuelta en la esquina.
—¡Suéltame, maldición! —gritó una mujer mientras un tipo alto, afroamericano, la llevaba casi a rastras por la muñeca.
—Cierra la boca —gruñó él, antes de empujarla contra la pared del almacén— Pagué por ti y te tendré completa te guste o no, perra —masculló, a lo que la chica dio un respingo y entonces, el tipo abrió la boca, tornándosele las pupilas rojas.
Un disparo.
La chica parpadeó dos veces antes de notar que le habían dado justo en la muñeca de la mano con la que él la sostenía, se giró a ver a su derecha y se encontró con una mujer, volvió su rostro a la izquierda y miró aquella mano destrozada, a par de que el tipo se había quedado inmóvil, mientras que el rostro de ella tenía unas manchas.
Empezó a temblar sin saber qué hacer realmente, mientras que el tipo recobraba la quietud y volvia a abrir la boca, escuchándose un gruñido algo salvaje que haría a la prostituta gritar con terror poco antes de que aquellos colmillos animales se afilaran y la otra mano la tomara por la cabellera, colocandola de frente a la otra mujer, mostrándole cómo la devoraría ya mismo.
El segundo disparo dio en el hombro del brazo sano, a modo que soltó a la mujer sin más remedio, por lo que terminó sobre el frío suelo de pavimento, dejándola arrastrarse buscando salida a lo que le parecía, era una auténtica pesadilla. Se limitó a ver atónita, a la bestia ante sus ojos y luego a la mujer de negro.
—Largo —ordenó la del arma, a modo que la chica tan solo gateó para alejarse y salir corriendo, mientras que el monstruo reaccionaba de ambos disparos, con la cabeza gacha, antes de levantar el rostro y soltar un gruñido feroz—. Cierra la boca —disparó.
—Púdrete en el infierno, zorra asquerosa —entonces se abalanzó hacia ella, con esa mirada tintineante de color rojo, por lo que ella se limitó a soltar otro par de disparos.
Cuando se dieron cuenta el cuerpo estaba en el suelo más frío que antes. Un disparo justo entre los ojos y otro en el pecho, terriblemente penetrantes. Ella solo se guardó el arma antes de que sus dos compañeros la alcanzaran, parándose a sus costados antes de mirar el cuerpo del sujeto, el albino se cubrió entonces el ojo con la banda que usaba.
—Últimamente pareces más independiente, Yuki —admiró el hombre, a lo que la chica suspiró cansada.
—Bueno, he estado entrenando mucho tiempo —admitió ella, mientras que el rubio sacaba un teléfono y hacía una llamada—. Lo lamento si no los divierte tanto Xander, pero ya no puedo depender tanto de ustedes.
—Por supuesto que no —apoyó él mientras sonreía, una vez más—Has crecido de verdad, pequeña —bromeó, poniendo una mano sobre su cabeza.
—El equipo de limpieza está de camino —informó el rubio—. Ya podemos seguir con el trabajo, según el localizador lo encontraremos en el proximo edificio, el otro está vendiendo drogas en una fiesta, habrá que esperar a que salga.
—Entonces a continuar —contestó la chica, para regalarles una sonrisa muy tranquila antes de que dieran la espalda.
—Vale, parece que esta visita a Detroit no durará tanto como la anterior —comentó el rubio, muy animado—. Tal vez lleguemos temprano —estaban emprendiendo camino, dieron un par de pasos tan solo antes de que una sombra se levantara detrás de ellos.
—Jose, ¿tienes hambre? —preguntó la chica, a lo que él suspiró antes de negar con la cabeza, haciendo una leve mueca.
—Adelante, Alejandra ha servido mucha cena…
—De acuerdo. Que aproveche —murmuró, antes de dar media vuelta con una patada alta que empujó al tipo hasta la pared del almacén.
La figura grotesca salió de entre el polvo y los escombros, antes de notar a la chica caminar tan tranquilamente, con unos ojos de un tono verde radiactivo ahora, brillantes como un par de focos al estilo neón, con las manos en los bolsillos.
—Demonio —acusó aquél, pero ella sonrió.
—Mi amigo es un demonio —empezó, antes de quitarse el abrigo y dejarlo caer, a la par de que se acercaba peligrosamente—. Pero cariño —la tonalidad de sus ojos cambiaba a una rojiza—, yo soy mucho peor.
—Últimamente Yuki está muy hambrienta —comentó Xavier mientras la esperaban ambos caballeros—. Aunque tomando en cuenta que no bebe mucho…
—Yuki no bebe sangre humana, eso la desgastará —contestó el mayor.
—Dejen de hablar de mí como si no estuviese aquí —se quejó, antes de tomar su abrigo del suelo—. Xavier, avisa al servicio de limpieza que solo tienen que ver lo de la reconstrucción y las cenizas.
—Como digas, Yuki —entonces hizo otra llamada.
XXX
Ella apenas y abrió los ojos con violencia, sentándose en la cama, con el pecho subiendo y bajando agitadamente. Su habitación era muy oscura pese a que apenas era alrededor de las 10:00 am.
Se llevó una mano a la frente antes de encontrar algo de sudor frío… no era usual que siendo una vampiresa pasaran cosas como esas, pero en vista de que pocos vampiros duermen como ella se vuelve más normal, además ella era de los pocos vampiros cuya dieta se reducía a sangre robada por uno mismo.
Pese a que era temprano conforme sus horas de sueño, que estaba desnuda y en su habitación tan oscura, algo le decía que permanecer durmiendo por mucho tiempo haría que las pesadillas volviesen cada vez más intensas.
Deslizó entonces su vista color jade por la habitación, misma en la que podía ver mejor gracias a sus habilidades anormales, luego notó cierto detalle… No habían hecho la limpieza la noche anterior, todo por el simple hecho de que ese cuadro estaba recargado de frente contra la madera del mueble.
El asunto la hizo estirar la mano para tomar su bata y luego levantarse. Caminó entre la oscuridad hacia el mueble y lo tomó, acomodándolo como era debido. Luego miró a su alrededor y sin considerarlo mucho más, emitió un bostezo para caminar hacia la ducha, dándose un baño frío puesto que tenía muy malos antecedentes cuando se duchaba con el agua caliente.
Tras el baño se puso cómoda y muy temprano salió de su habitación, faltando aún 20 minutos para las 12:00 am. Muchos reaccionaron algo sorprendidos al notar que se había levantado tan temprano, pero siguieron su camino conforme ella avanzaba hacia la cocina, abandonando el complejo habitacional.
—Buenos días, Yuki —saludó Alejandra—. Me sorprende que estés despierta tan temprano, recién estoy haciendo el almuerzo.
—Buenos días, Ale —contestó ella, pretendiendo entrar, pero se detuvo.
—Lo lamento, tengo ajo —la chica hizo una mueca—. Sé que detestas su puro aroma, así que sería mejor que no entraras.
—Te apoyo —dijo ella—. Imagino que Xander y Jose estarán durmiendo… veré cómo despertarlos —avisó, saliendo de ahí, llevando paso tranquilo pero deteniéndose frente a la puerta del rubio unos segundos.
—Puedo olerte —escuchó desde dentro, a modo que sonrió para sí misma—. Pasa, está abierto.—Buenos días, Jose —dijo ella, entrando con mucha naturalidad.—Tú olor siempre es muy fuerte por las mañanas —se quejó él, con el torso descubierto y tallándose la nuca con suavidad.—
Jose estaba ansioso. Se mordía el labio inferior y jugaba frenéticamente con sus dedos. Habían subido al avión militar apenas terminaron de comer y Xander obligó a Yuki a dormir pues Draculina o no, en su estado la falta de sueño diurno la afectaría y tenían que evitarse problemas de ese ámbito. Pero aquello solo ponía al chico mucho más exasperado, mientras Xander leía y le veía de soslayo encontrándose con sus ojos celestes de vez en cuando para que los propios grises le dijeran que se tranquilizara, pues no podían despertarla aún. Y ella ni siquiera se movía en su sueño, ni hacía gestos. ¡Pero cómo olía! Tan solo pasaron un par de minutos para cuando hubieron terminado con su pelea y ella se había limpiado sutilmente los restos que evidenciaban sus acciones. Sus ojos pasaban del color rojizo brillante al verde radiactivo y después a su verde jade natural. A ella no le fascinaba el cambio de matices, pero no podía hacer absolutamente nada al respecto, luego de bajar lo suficiente la guardia los aplausos no se hicieron esperar.—¡Tu equipo siempre es algo digno de ver, Xander! —exclamó él, captando la atención de los tres al mismo tiempo—. Están en el clímax de su juventud.4
XXXFlash Back Yuki hojeaba los libros de medicina con una tranquilidad alegre. Ella siempre fue muy estudiosa y todos lo sabían. Los sacerdotes que se centraban en la salud física y mental eran pocos y sin embargo habían tomado fama gracias a los avances que Gloria había hecho en esa rama. Gloria tenía una sola estudiante que había suplicado por sus enseñanzas y era su orgullo pues Yuki tenía un potencial increíb
La oscuridad se hizo pedazos con la turbulencia, pero ella sabía que esa oscuridad siempre estaría aguardando por ella en su interior. Los gritos de Jose se escuchaban a la distancia, como si estuviese tmuy lejos y buscándola. Sintió cada brusco movimiento y le tomó unos segundos lograr despertar, con él tomándola por los hombros y llamando su nombre desesperadamente.¿Eh? ¿Qué hacía él en su habitación? Apenas había despegado los párpados para notar la puerta abierta, por la que entraba la luz del pasillo y lograr percibir que no era el único que estaba ahí observándola con p
—¡Yo me entregué a él sabiendo que esto podía suceder! —la fuerte voz de Yuki hizo eco en la habitación—. Abre tus ojos, maldita sea… yo permití que esto pasara, yo me permití a mí misma enamorarme de él, si no lo hubiese amado esto no hubiese sucedido, deja ya de poner excusas a mis errores —la situación no era mejorable en ningún sentido, todo indicaba a que la discusión no sería fácil de sobrellevar—. Soy la peor amenaza que todos en la organización han enfrentado en mucho tiempo.—Pero también eres nuestra carta de triunfo —Yuki levant&oac
Oroqui era un hombre de armas tomar. Era peligroso y había sido un miembro valioso de la organización en su juventud, pero su camino se tiñó de rojo en el pasado y escapó siendo considerado uno de los más grandes traidores en la historia de la organización. Un sacerdote poderoso con lazos a la muerte. En el pasado fue considerado un prodigio, pero él mismo arruinó todo después de ciertos incidentes, así que no volvió a ser igual.Siempre un hombre de oscuridad, pues sus técnicas se basaban en ellas, pero tom&oacu
Xander había perdido a sus padres siendo aún muy niño. Su madre murió cuando él estaba en sus seis años y su padre falleció en un frente de batalla cuando él tenía doce años de edad. Xander terminó yendo al templo que su madre frecuentaba y pidió a los sacerdotes y monjes que cuidaran de él, que él ayudaría en lo necesario. Fue así como él terminó por convertirse en un asombroso sacerdote con la capacidad para manejar los cuatro elementos y también algunas técnicas de sellado. Él fue reconocido pronto y llamado a la organización para formar parte de esta, donde decidió quedarse para proteger al mundo.Último capítulo