Yuki no había notado que las voces de todos los sirvientes habían continuado cantando para ellos todo el tiempo pero la voz de Oroqui se había impuesto más fuerte que las de todos ellos… sus heridas se sanaron por sí mismas tras beber la mezcla de sus sangres y cuando se dio cuenta la mano del pelinegro había tomado la suya, la que permanecía desnuda, para traerla consigo escalones abajo con mucho cuidado. Y el sacerdote los observó, como si fueran un par de enamorados, desplazándose hasta el centro del salón para que él colocara una mano en la cintura de ella y con la otra sostuviera su mano.
—La sangre que ha
Claro. Yuki estaba nerviosa. Esa misma noche se había enterado que se casaría o, más bien, había tomado la decisión de acceder a su propio y destinado matrimonio. Pero lo más inesperado fue aquella dulzura que él todavía tuvo para regalarle a ella en todo momento, como aquella noche previo a asesinarla. Él mostraba un cariño que era ardiente, que hacía que cada toque de sus manos se sintiera como fuego contra su piel incluso siendo tan suaves y atentos, tan cariñosos y cuidadosos. Él tenía ese algo especial que a ella le hacía sentir todo.Ella había conocido las mariposas en el estó
Cuando Yuki abrió sus ojos la habitación seguía a oscuras. Sabía que cuando mucho eran las tres de la mañana pues su ceremonia de matrimonio se había celebrado a la media noche, pero aquello no era tan importante como parecía…Su cabeza dolía casi tanto como todo su cuerpo, mientras que su brazo derecho parecía especialmente adolorido. La mejilla derecha de Yuki estaba contra el suelo y ella apenas había sido cubierta por la sábana en que estaba enredada desde un inicio. La recámara se había vuelto un caos en aquél instante que la habitación se había iluminado con tanta fuerza para v
Cuando los parpados de Yuki se separaron ella inmediatamente reconoció la habitación en la que estaba… aquél espacio confinado al que la enviaron tan solo para catalogarla como una herramienta. A estas alturas ese título era estúpido e innecesario pues ella no tenía ni siquiera la oportunidad de ser considerada el tipo de amenaza que en ese momento era. Estaba cubierta por una sábana pero nadie se había atrevido a tocarla para limpiarla o para vestirla, por lo que ella agradeció en silencio que pudiera revolcarse en el recuerdo de su desgracia con la evidencia en su cuerpo, pero no pudo llorar ahora.Se quitó de encima la s&
—¿Cómo? —en aquella ocasión Gabriela se vio atónita, separándose para ponerse de pie ante ella—. Sabíamos que él estaba con Drui, pero…—Sospecho que eran sus soldados los que enviaron a pelear contra nosotros —explicó, mirándola hacia arriba—. Oroqui no solo fue quien hizo oficial nuestro matrimonio, en términos ceremoniales: él sostuvo la puerta cuando yo salí de ahí. Me temo que no tenía la fortaleza física o mental para traerlo conmigo.
Todos se habían tomado incontables fotos desde que entraron a esa organización, pero ella era de las personas que más las atesoraban, y en este caso especial, esta fotografía era una cosa sumamente importante para ella.Estiró la mano derecha con mucho cuidado antes de tomar el retrato, pudo parpadear suave y lentamente para dejar este sobre el mueble. Pero estaba bocabajo, justo como lo dejaba cada noche para salir a trabajar y así cerró la puerta dejando la habitación oscura mientras se acomodaba los guantes. Había una luna muy reluciente en Detroit. Se escuchaba un escándalo por todos lados puesto que era sábado, a modo que las personas estaban embriagándose y armando algunos alborotos por el barrio. Debido a la violencia en esta zona, nadie se sorprendía cada que se encontraban a un muerto aunque, a últimas fechas, las víctimas perdían bastante sangre antes de ser asesinadas por completo.Hacía tanto frío que el albino apenas y podía tolerarlo pese a la mascarilla en su rostro, cubriendo boca y nariz. La verdad era que trabajar en fechas frías no era su mayor placer, pero ahora estaba muy distraído en el techo de 1
—Puedo olerte —escuchó desde dentro, a modo que sonrió para sí misma—. Pasa, está abierto.—Buenos días, Jose —dijo ella, entrando con mucha naturalidad.—Tú olor siempre es muy fuerte por las mañanas —se quejó él, con el torso descubierto y tallándose la nuca con suavidad.—
Jose estaba ansioso. Se mordía el labio inferior y jugaba frenéticamente con sus dedos. Habían subido al avión militar apenas terminaron de comer y Xander obligó a Yuki a dormir pues Draculina o no, en su estado la falta de sueño diurno la afectaría y tenían que evitarse problemas de ese ámbito. Pero aquello solo ponía al chico mucho más exasperado, mientras Xander leía y le veía de soslayo encontrándose con sus ojos celestes de vez en cuando para que los propios grises le dijeran que se tranquilizara, pues no podían despertarla aún. Y ella ni siquiera se movía en su sueño, ni hacía gestos. ¡Pero cómo olía!Último capítulo