Reconquistando tu corazón. (Saga familia Duque)
Reconquistando tu corazón. (Saga familia Duque)
Por: Angellyna Merida
Introducción: ¡El día que todo acabó!

La puerta del apartamento se cerró de golpe, y el sonido resonó en la sala silenciosa. María Elena Duque estaba de pie, con el rostro endurecido por la rabia que no podía contener. Su cabello castaño claro, largo y ondulado, caía desordenado sobre su rostro. Sus ojos azules, normalmente calmados, ahora brillaban con incredulidad y furia. Alta y esbelta, irradiaba una energía contenida, lista para explotar.

Cuando Anthony entró, sus miradas se encontraron. Los ojos dulces de María Elena, que él tanto conocía, ahora lo miraban con una mezcla de ira y decepción que jamás había visto en ella.

—No puedo creerlo —espetó ella, su voz se quebraba por la rabia contenida—. ¿Cómo puedes defender a un asesino?

Anthony detuvo el paso, su porte elegante y confiado comenzaba a tambalear bajo la presión. Alto, musculoso, con su cabello oscuro y ondulado enmarcando su rostro de facciones finas, intentó mantener el control. Sus ojos azules, que siempre transmitían serenidad, ahora reflejaban la tensión de la confrontación inevitable.

—Porque no lo es —respondió Anthony con frialdad—. Lo conozco, sé que es inocente.

María Elena soltó una risa amarga y dio un paso hacia él, sus ojos chispeando de furia.

—¿Inocente? —repitió, su voz cargada de sarcasmo—. ¡Estamos hablando de una mujer que fue brutalmente asesinada, Anthony! Todo apunta a él. Estaba en el lugar del crimen, las pruebas son claras. ¿Y tú lo defiendes?

Anthony apretó los puños, intentando no perder el control.

—Lo que pasó es una tragedia, no lo niego —respondió, su tono más suave—. Pero eso no significa que mi cliente sea el culpable. Hay demasiadas inconsistencias en las pruebas. No podemos condenar a un hombre solo por estar en el lugar equivocado. No hay evidencia sólida que lo incrimine directamente, y lo sabes.

—¡Evidencias! —gritó María Elena—. ¡Dios mío, Anthony! ¿De verdad necesitas más pruebas para ver la verdad? ¡Todo apunta a él! Los testigos lo vieron salir de la escena. ¡Los videos de las cámaras del hotel! ¡El fiscal lo ha señalado como la única persona que estuvo con la victima! ¿Qué más necesitas?

Anthony respiró hondo, sabiendo que esta discusión se estaba tornando amarga.

—Entiendo tu deseo de justicia para la víctima, pero necesitamos más que eso para condenar a alguien —dijo, intentando ser razonable—. Los testigos son poco confiables, hay lagunas en sus testimonios. No puedo permitir que un hombre inocente pague por algo que no hizo solo por la presión mediática.

—¿Testigos poco confiables? —replicó ella con amargura—. ¡Esos testigos lo vieron, Anthony! No puedes simplemente ignorarlos. La mujer que fue asesinada merece justicia, y tú la estás negando.

—El proceso debe ser justo, incluso para él —expuso Anthony con firmeza—. ¿Qué pasaría si condenamos a un inocente? ¿De verdad puedes vivir con esa posibilidad?

—¡Inocente! —María Elena lo miró como si no lo reconociera—. ¡Ese hombre la mató, y tú lo sabes! La evidencia no es perfecta, pero nadie se inventaría algo así. Tú mismo has visto lo que los culpables son capaces de hacer. ¡Esa mujer merece justicia! ¡Era una escort que se ganaba la vida de ese modo! ¡Tenía un hijo pequeño!

Anthony sintió cómo la distancia entre ellos se hacía cada vez más profunda.

—No estoy defendiendo a un asesino —dijo Anthony con frialdad—. Estoy defendiendo a un hombre que tiene derecho a un juicio justo. No hay pruebas sólidas. No podemos condenarlo solo porque las emociones estén en juego, y tú lo sabes.

—¿Emociones? —gritó María Elena, al borde de las lágrimas—. ¿De verdad crees que esto se trata de emociones? ¡Es justicia, Anthony! No puedo estar con alguien que defiende a un hombre como él. Para mí, eso no es justicia.

El silencio cayó entre ellos, denso y doloroso. Anthony la miró, sabiendo que cualquier palabra solo empeoraría las cosas. María Elena, con lágrimas retenidas en sus ojos, lo miró por última vez antes de susurrar, llena de amargura:

—No sé quién eres, Anthony. Ya no te reconozco.

Esa noche, la relación que habían construido durante años se desmoronó. Ambos sabían que no había vuelta atrás.

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Obra registrada en Safe Creative el: 16/10/2024 Código: 2410XXXXXXX47

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Esta es una obra de ficción. Los personajes, nombres, lugares, eventos y situaciones descritas en este libro son producto de la imaginación del autor. Cualquier parecido con personas reales, vivas o fallecidas, o con hechos reales es pura coincidencia. Cualquier semejanza con eventos o personas es completamente involuntaria.

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