Samuel estaba sentado en la sala del apartamento que alquiló en New York, el lugar aún estaba adaptándose para recibir a Ethan y Cloe. El ambiente era modesto pero acogedor, reflejando su esfuerzo por ofrecerles un hogar seguro. Frente a él, María Elena y Anthony estaban de pie, listos para dar la noticia. Samuel intentó mantener la calma, pero el ligero tamborileo de sus dedos contra el brazo del sillón delataba su nerviosismo.
María Elena fue la primera en hablar, con su tono sereno y profesional.
—Samuel, ya es oficial. El juez ha restituido la patria potestad. Ethan y Cloe podrán vivir contigo.
Por un instante, el silencio llenó la habitación. Samuel parpadeó varias veces, como si las palabras tardaran en asentarse. Luego, una sonrisa lenta pero sincera se formó en sus labios, acompañada de un suspiro que parecía liberar meses de tensión acum
Anthony cerró los ojos por un momento, rodeándola con sus brazos. Sentía su dolor como si fuera propio, pero sabía que esto era lo correcto para ellos.—Lo sé, Cloe. Yo tampoco quiero que se vayan. Pero esto no es un adiós. Vamos a seguir viéndonos, y siempre van a tener un lugar aquí, con nosotros.Ethan finalmente se levantó del sofá y se acercó, abrazándolo también. Era un gesto silencioso, pero lleno de emociones contenidas. Anthony los sostuvo a ambos, permitiendo que ese momento fuera suyo.Cuando los niños se separaron, Anthony les sonrió con suavidad, aunque sus ojos brillaban con lágrimas contenidas.—Voy a estar con ustedes cada paso del camino, chicos. Prometo que nunca estarán solos.Micky, que había permanecido callado, rompió el silencio con su voz clara y decidida.—Ethan, Cloe,
El viaje a Chicago había sido emocionante para todos. La casa de los padres de Anthony, un lugar lleno de recuerdos y momentos compartidos los recibió con los brazos abiertos. Para Micky, era la primera vez en un espacio que conectaba con las raíces de su papá, y su entusiasmo era contagioso. Anthony, por su parte, sentía una mezcla de nostalgia y emoción, sabiendo lo que este reencuentro significaría para María Elena.Cuando Axel, Anne y Hellen llegaron, la sala se llenó de energía en un instante. Los trillizos, siempre exuberantes y cálidos, se apresuraron a saludar. Sin embargo, sus miradas no solo estaban fijas en Anthony o en Micky, sino en María Elena.—Bueno, bueno —dijo Axel con una sonrisa amplia—, mírenla. Si es que no ha cambiado nada.Anne cruzó los brazos, fingiendo un tono de reproche.—¿Por qué nos abandonaste, María Elena? Siempre fuimos tus fans número uno, mucho antes de este idiota. —Señaló a Anthony con un gesto.Hellen sonrió ampliamente, su expresión llena de cal
La sala de la casa de los Lennox estaba llena de voces y risas. Axel, Anne y Hellen estaban inmersos en una discusión animada sobre un recuerdo de la infancia cuando Anthony entró, acompañado por María Elena y Micky. La expresión de felicidad en el rostro de Anthony y la sonrisa radiante de María Elena captaron la atención de todos al instante.Gerald y Myriam, los padres de Anthony, se giraron hacia ellos desde sus asientos. Aunque conocían bien a María Elena, el brillo en sus ojos sugería que sospechaban que algo importante estaba por venir.—¿Pasa algo? —preguntó Myriam, entrecerrando los ojos con una sonrisa curiosa.Anthony tomó la mano de María Elena, entrelazando sus dedos, mientras Micky se colocaba entre ellos.—Sí, mamá. Papá, chicos… Tenemos una noticia que compartir. —Hizo una pausa breve, disfrutando de la anticipación que llenaba la sala—. María Elena y yo… nos vamos a casar.Por un instante, el silencio pareció envolver la habitación antes de que las emociones explotara
El avión aterrizó en Colombia bajo un cielo despejado, y el aire cálido y fresco del campo los recibió mientras se acercaban a la hacienda de la familia de María Elena. Desde la camioneta, Micky no podía contener su emoción, moviéndose inquieto en su asiento mientras se acercaban al gran portón de madera. Apenas se detuvieron, el niño saltó fuera del vehículo, corriendo hacia los abuelos que ya esperaban en la entrada.—¡Abuelo Joaquín! ¡Abuela María Paz! —gritó Micky, con los brazos abiertos, mientras sus pequeños pies levantaban polvo del camino.María Paz se inclinó para abrazarlo con ternura, su rostro iluminado por una sonrisa que parecía borrar los años. Joaquín, de pie a su lado, lo recibió con una risa cálida y una palmada en la espalda.—¡Mírate nada más, muchacho! Cada día te pareces más a tu papá —dijo Joaquín, mirando a Anthony con una chispa de complicidad en los ojos.Anthony y María Elena se acercaron juntos, sus manos entrelazadas. María Paz fue la primera en abrir los
En la recepción, la música animada llenaba el ambiente, mientras los niños corrían entre las mesas y los adultos conversaban animadamente. María Emilia y Juan Emilio, los sobrinos mellizos de María Elena, se sentaron junto a su tía Dafne, quien disfrutaba de una copa de vino con la misma elegancia despreocupada que la caracterizaba.—Tía Dafne —dijo María Emilia, inclinándose hacia ella con curiosidad—, ¿cuándo te vas a casar?Dafne arqueó una ceja y les dirigió una mirada inquisitiva.—¿Qué es esa pregunta? ¿Quién les dijo que me preguntaran eso?Juan Emilio no perdió el tiempo en responder.—Mi papá dice que eres la tía solterona y millonaria de la familia, y que debemos quedar bien contigo para que nos heredes tu fortuna.Dafne dejó escapar una carcajada que atrajo la atención de algunos invitados cercanos.—¡Qué descarados son los de esta familia! —dijo, revolviendo el cabello de Juan Emilio—. Pero déjenme decirles algo: ustedes jamás me verán vestida de blanco. No creo en esas co
La sonrisa de Dafne desapareció en un instante, reemplazada por una expresión que mezclaba incredulidad y furia contenida. Se levantó de golpe, cruzando los brazos mientras lanzaba una mirada fulminante a María Elena.—¿Es en serio, Elena? ¿De todas las personas en este mundo, tenías que mencionar a ese individuo? —dijo, su tono tan afilado como un bisturí—. No sé qué te hace pensar que Díaz me interesa en lo más mínimo. Y mucho menos que le tenga miedo. Porque si alguien debiera estar escondiéndose, ese es él.Mike, que estaba observando con interés, levantó una ceja mientras Stella trataba de sofocar una risa.—¿Qué hizo Díaz ahora? —preguntó Mike, claramente intrigado.Dafne ignoró la pregunta de su hermano, dirigiendo toda su atención a María Elena, que seguía sonriendo como si disfrutara de la reacción.—Y para que quede claro —continuó Dafne, alzando la voz lo suficiente para asegurarse de que todos la escucharan—, ese arrogante egocéntrico no significa nada para mí. Absolutament
El aroma del café recién hecho llenaba la cocina mientras Anthony Lennox revisaba atentamente una lista en su teléfono. A un lado, María Elena, sentada en el mullido sillón junto a la ventana, descansaba con las piernas estiradas y una taza de té en la mano. Su rostro reflejaba una mezcla de paz y cansancio, los signos inconfundibles de los últimos meses de embarazo.Anthony levantó la vista, observándola con una sonrisa que nunca podía disimular cuando se trataba de ella. El ligero movimiento de sus dedos sobre su vientre redondeado lo llenó de una ternura infinita. Esta vez, no estaba dispuesto a perderse ni un segundo.—¿Cómo te sientes, amor? —preguntó mientras se acercaba con una rodaja de pan untada con mantequilla de almendras, uno de los antojos más recientes de María Elena.Ella levantó la mirada con una mezcla de agradecimiento y humor.—Creo que tu hija decidió practicar ballet toda la noche —respondió, dejando escapar una risa suave mientras acariciaba su vientre—. Y tu hi
Anthony, que acababa de colgar el teléfono, se arrodilló frente a su hijo y le revolvió el cabello con una sonrisa.—Sí, campeón. Los abuelos están en camino para quedarse contigo mientras vamos al hospital.Micky asintió con una seriedad que le daba ese aire único de pequeño genio. Luego se acercó a su mamá, observando su vientre con detenimiento. Con una ternura que desarmó a María Elena, colocó suavemente las manos sobre su barriga.—Hermanitos, escuchen bien —dijo, con su voz clara y pausada—. Van a conocer a los mejores papás del mundo, y yo voy a ser el mejor hermano mayor. Pero tienen que ser fuertes y portarse bien para que mamá esté tranquila, ¿de acuerdo?María Elena sintió que las lágrimas llenaban sus ojos mientras Anthony, a su lado, se quedaba sin palabras, conmovido por el gesto de su hijo.—Gracias, mi amor —murmuró María Elena, acariciándole el cabello—. Sé que vas a ser el mejor hermano mayor que podrían tener.Micky se inclinó hacia el vientre, como si realmente pud