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Capítulo: Ese bebé no debe nacer

Terry miró la cartera de Paz en el suelo, hasta que miró fijamente la prueba de embarazo en el suelo, sorprendido, la levantó del suelo, entonces descubrió que era positiva, la sostuvo en sus manos.

Su mente trataba de procesar lo que significaba ese pequeño objeto.

Los latidos de su corazón eran un tambor que retumbaba en sus oídos.

—¿Paz...? —susurró, con una mezcla de incredulidad y esperanza. Su voz se quebró al continuar—. Paz espera un hijo mío…

Las palabras resonaron en el pasillo, pero no había alegría total en su rostro; había algo más profundo.

Entonces, detrás de él, una voz cargada de debilidad, pero impregnada de veneno, rompió el momento.

—¡No puede ser cierto!

Terry giró rápidamente para encontrarse con Deborah, quien tambaleaba.

Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de furia y desesperación al fijarse en la prueba de embarazo en las manos de Terry.

—¡Esto no puede pasar! ¡Paz no puede arruinarme así! —gritó con un tono tan desgarrador que incluso las enfermeras que pasaban fuera de la habitación se detuvieron un momento.

Terry, confundido, nunca había visto a Deborah perder el control de esa manera, pero antes de que pudiera obtener una respuesta, Deborah cayó al suelo.

La conmoción llenó el lugar.

Las enfermeras y los médicos corrieron a asistirla.

Terry sacó su teléfono móvil y marcó rápidamente.

—¡Liberen a mi esposa! —ordenó con un tono firme—. No me importa cómo, pero quiero que vuelva a casa. Ahora.

***

En la comisaria

En la celda, Paz se abrazaba el vientre con ambas manos.

Una voz grave y burlona la sacó de sus reflexiones.

—¿Estás embarazada? —preguntó una mujer de cabello desaliñado, observándola desde el rincón opuesto.

Paz se estremeció y retrocedió instintivamente.

—¿Cómo lo sabes...? —preguntó con la voz apenas audible.

La mujer soltó una risa seca.

—Se nota. En tu mirada. Pobre criatura. —Su tono era ácido, casi cruel—. Crecerá con una madre presa, mientras el padre vive su vida sin preocuparse.

Paz sintió un nudo en el estómago, más por las palabras que por las punzadas que dolían.

—Él... él no lo sabe aún —murmuró, sin atreverse a decir más.

La mujer se inclinó hacia ella, con una sonrisa que era más una mueca.

—Entonces no lo querrá. Si no le importas tú, tampoco le importará ese bebé.

Cada palabra era un golpe directo a su corazón. Paz sintió que las lágrimas amenazaban con salir, pero las contuvo con fuerza. No podía permitirse ser débil.

«Debo proteger a mi bebé. Incluso si significa protegerlo de Terry», pensó mientras apretaba las manos en su regazo.

Un guardia llegó y abrió la celda.

—Señora Eastwood, puede salir. Es libre.

Paz se levantó con lentitud, sin entender del todo.

Salió con pasos cautelosos, esperando encontrar a Terry, esperándola... pero solo estaban sus padres.

La bofetada de su madre llegó sin aviso, haciendo eco en el pasillo vacío.

—¡Maldita ingrata! —espetó Linda con una furia que Paz jamás había visto antes—. ¿Cómo pudiste hacerle esto a tu hermana?

—¡Yo no hice nada! —intentó defenderse, pero las manos de su madre ya la habían sujetado del cabello, forzándola a arrodillarse de dolor.

—¡Eres una mediocre! —bramó su padre, pellizcándole las mejillas con fuerza—. Siempre odiando a Deborah porque ella es mejor que tú en todo.

Paz intentó zafarse, pero las palabras dolían más que los golpes.

—¡Todo lo hice por salvarlos! —gritó, buscando alguna chispa de comprensión.

Pero lo único que encontró fue el frío desprecio de su padre.

—Para nosotros, estás muerta. Nunca queremos volver a verte.

Paz lloró al verlos partir.

Ella también salió de la comisaria, y un auto la esperaba afuera.

—Señora Eastwood, suba, debe ir a casa, es orden de Terrance Eastwood.

Paz estaba tan débil que no peleó, subió al auto que la esperaba afuera, con los ojos vidriosos y una lágrima que rodaba por su mejilla.

Mientras el coche avanzaba, su mente volvió al día en que todo cambió.

«Fue el padre de Terry quien la llamó a su despacho, mirándola con una calculada seriedad.

—Deborah tiene un amante y traicionó a Terry. ¿Sabes lo que significa? —le dijo sin rodeos mientras arrojaba fotografías sobre el escritorio.

Paz quedó en silencio, observando las imágenes de su hermana enredada en los brazos de un hombre al que apenas podía ver el rostro.

—Si esto se sabe, será el fin de los Eastwood. Un baño de sangre que salpicará a todos, incluyéndote.

—¿Qué quiere que haga? —preguntó Paz, sintiendo que el peso de la habitación la aplastaba.

—Te casarás con Terry. Le salvarás la vida a Deborah, y serás la nueva señora Eastwood.

Paz lo miró horrorizada, pero al pensar que eso salvaría a Terry del dolor, solo pudo asentir, porque ella lo amaba en silencio desde niña»

***

En el hospital, Deborah despertó con un sobresalto.

—¡¿Dónde está Terry?! —preguntó con desesperación.

—El señor Eastwood se fue.

—¡Maldita Paz! —gritó con un odio que la hacía temblar.

Su madre entró, cerrando la puerta

—Deborah, por favor, no pierdas el control.

—¡Paz está embarazada! Ese bebé no puede nacer, mamá. No lo permitiré.

Y en sus ojos brilló una determinación tan oscura como su corazón.

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