47Ya el viernes y el sábado Maximiliano había hecho un show en su casa, así que decidió irse a casa de su amigo, pero él estaba ocupado con su colección y cansada de estar encerrada y sola en casa de Tomás, Julieta el domingo salió a un centro comercial aprovechando que hacía un día bonito.Pidió un Uber y se fue con ropa cómoda, paseó por varias tiendas y compro varias cositas que le habían gustado, pero… estaba aburrida.—Comprar sola nunca es bueno —habla sola, consigo misma.Saliendo de una tienda tropieza con alguien y sus bolsas caen al suelo.—Lo sien… —dice la mujer, hasta que levanta la vista y ve a Julieta.Isabel se había puesto visiblemente más pálida.—¿Isabel? —Julieta pregunta, ahora que detalla con quién tropezó.“Creo que nunca nos hemos encontrado en la calle” piensa Julieta.—Julieta… hola… venía distraída —habla insegura— lo… ¿siento? —al final salió como una pregunta y le provocó pegarse ella misma.—No te preocupes —endureció su semblante, recordando lo mala que
48El lunes a primera hora de la mañana Maximiliano se dio una ducha con agua fría y se fue temprano al trabajo, cuando llegó vio de nuevo a Isabel en su puesto, checó dos veces que estaba viendo bien y de inmediato frunció el ceño.—Pensé que ibas a demandar y que estabas despedida —dijo Maximiliano, como saludo de buenos días y siguió caminando hacía su oficina pensando en llamar a Rachel Riker.“¿No se supone que la jefa de recursos humanos la iba a reubicar o despedir?” piensa Max desconcertado y enojado.Isabel tembló un poco por el tono que empleaba, pero no quería quedarse en casa y escuchar más quejas de Gunter, su esposo. Si Isabel era sincera necesitaba el dinero para poder divorciarse y largarse de ese lugar de Mier.da, el jefe no mentía, su lugar era una pocilga, pero era lo que podía pagar por ahora, gracias a las deudas de juego de Gunter.Isabel respiró hondo y se levantó para seguir a su jefe, en cuanto llegó lo vio beber el café que ella misma le dejó allí hace un
49Julieta se sentía rígida en los brazos de Max, pero él no se dio cuenta, a su cerebro le costaba ponerse al día de lo que estaba pasando, cuando Max intentó meter su lengua en su boca la reacción de ella fue morderlo, lo que hizo que la soltara de sopetón.—¡Me mordiste! —exclama Max, sorprendido.No pensó que ella haría eso algunas vez, siempre fue tan receptiva y dispuesta que esto lo dejó descolocado.—¡Me besaste! —le acusa ella de vuelta— ¿Qué sucede contigo? —pregunta Julieta, mirándolo extrañada.—¿Qué me sucede? —cuestiona Max— ¡te dije que te amaba y tú me muerdes, Julieta!Julieta cuestionaba la cordura de Maximiliano Hawks.—Bueno pareces un loco demente y estoy creyendo seriamente que estás drogado —duda de que Maximiliano este cuerdo o en sus cabales— tal vez te intentaron drogar, Dios sabe que no es la primera vez.Varias veces las mujeres habían intentado artimañas para quedar embarazadas del magnate, así que no le extraña.—Nadie me drogó, digo la verdad —insiste Max
50Le dijo que le amaba y no le creyó, Julieta se fue con la frente en alto y el corazón destrozado, Callum sintió que ella no estaba bien, así que solo calló hasta que estuvieron dentro del auto en silencio mientras el chófer manejaba por las concurridas calles hasta el jardín botánico, pensó que ella era esa clase de chicas. En vez de ser esas mujeres de cosas caras y compras desenfrenadas. Así que cuando la llamó hace unas dos horas atrás planeó traerla al sitio más bonito de Nueva York que él conocía.Max sentado en su sillón con la cara triste de su perro pensaba en Julieta.“Juliette Beaumont, es un nombre hermoso; mucho más que el de Julieta ¿no?” piensa Max en su estado más hundido de embriaguez.Maximiliano aun no podía quitarse de la mente a la persona que él conocía y compararla con la que salía en esa carpeta que descansaba en la mesa del escritorio del despacho de su casa.¿Nunca la conoció como él decía?O ella no se mostró como él pensaba.Le mintió todos estos años.Per
51 Luego de darse una ducha y tomar algo para que le ayude con su dolor de cabeza se sentó en el taburete de su cocina, Marcelo llegó poco después tan sigiloso como siempre y le hace un café. —Diles a los guardias que ella tiene prohibida la entrada a mi casa y mi empresa —dice masajeando sus sienes. —Ya les dije, se los repetiré y mostraré fotos —ofrece Marcelo, no quiere hacer leña del árbol caído, pero debe… —Sabes que si hiciste una tontería... —Lo sé, más tarde voy a su casa a darle una pastilla o algo —responde masajeando sus sienes. “Esa mujer solo quiere asegurar la boda, y ya no sé si vale la pena. No si ella no está” piensa Max. Maximiliano comienza a toser y se ahoga, no puede dejar de toser y Marcelo está allí para ayudarlo, le da un pañuelo, él le empuja y se encorva hasta que la tos se calma y se limpia la boca y observa como el pañuelo que Marcelo le había dado estaba lleno de sangre. Se para en toda su estatura y camina hasta la basura para tirar el pañuelo.
52Marcelo llega poco después junto con Isabel y ambos le muestran la foto, el ex Seal se le queda viendo imaginando que quiere.—Ya sabes lo que tienes que hacer ¿no? —señala el celular.—Se te está saliendo de control —le dice en un murmullo Marcelo con reprobación, antes de salir por la puerta. Maximiliano no sabía que hacer con esto, con el celular de Isabel revisó el chat y se dio cuenta que Julieta formaba parte de ese grupo.¡Oh, estaba tan jodido!Solo quería hundirse en un abismo, así era como se sentía; ella ya no lo perdonaría.***Juliana disfrutó de su cita con Callum, era un hombre divertido y sabía cuando quedarse en silencio, y le gustaba eso de él. Podría verse en un futuro con él si la presencia de Maximiliano no lo eclipsara contantemente y ella en su cabeza se la pasaba comparándolos.“Poco a poco, Julieta” se daba valor.Al terminar su cita Callum la regresa a su casa y la deja descansar con un beso en la mejilla.—Espero que nos veamos pronto, hermosa Ju
53La única manera de tener un auto a la altura es con Callum y él amablemente se ofreció a llevarlas.Julieta decide llamar a Isabel y avisarle del cambio de planes.—Cambio de planes —dice Julieta sin saludar.—Dime que no me llamas para cancelar —pide Isabel en una súplica— estoy ya vestida y no es por nada, pero estoy despampanante.Sabía que no era tan hermosa como Julieta, pero si era guapa, del modo tradicional… ¿A quien engañaba? Si esposo tenía razón, ella siempre fue la invisible en la universidad. La que no destacaba en nada y hace mucho lo aceptó.—¡No! ¿Estás loca? —se ríe Julieta— te llamaba para avisar que se sumó más gente, mi amigo Tomás y… mi prometido.—¿Prometido? —cuestiona Isabel— ni siquiera sabía que tenías novio, bueno si… supongo que está bien —contesta Isabel.Ya estaba lista y no pensaba volver a entrar en esa casa del infierno, cada vez era más difícil vivir con Gunter.—Sí, eso del prometido es muy nuevo —comenta un tanto distraída— ¿Necesitas que
54—Necesitamos ese dinero —interviene Yoon al verlos a todos pálidos— como verá, mi cliente está poniendo más dinero del que se había acordado, en un principio solo eran los veinte millones, pero cambiaron de decisión por una boda, mi cliente quiere de regreso los veinte millones de dólares que se les dio —explica calmadamente.El abogado Yoon sabe que en cualquier momento esto se va a la mierda.—¡Eso no fue en lo que quedamos! —exclama enojado— quedamos en que esa deuda se saldaría y la boda se cumpliría.—No fue así —cuestiona Max cerca de la chimenea— ya los pagaré estaban debidamente firmados, yo debo darte después de la boda la capital necesaria para que recuperes la gloria y tu hija donará —concluye Max.—Pero… pero —Margaret quiso intervenir, pero los negocios no eran lo suyo.—Sabes que no tengo ese dinero —habla con dientes apretados, la vergüenza y la rabia tiñendo sus mejillas.—Tú también me necesitas, Fernando —suelta Maximilia