Años atrás.Axel vio que todas las personas a su alrededor se le quedaban viendo, él no entendía qué estaba pasando o qué demonios querían ellos con él, pero de lo que sí estaba seguro es que no iba a durar ni cinco minutos a la par con esas personas.Es un alfa, sin embargo, fue abandonado por su familia. Estudiaba en una escuela de niños ricos, gracias a la beca que ganó con su esfuerzo y el de otros chicos de su edad.Era novio de una de las mujeres más hermosas de todo el pueblo, lo cual dejaba mucho que decir de lo guapo que era. Nadie entendía cómo esa mujer pudo caer bajo sus encantos si él era un muerto de hambre que ni tenía un techo propio.— Amor —dijo Jade, su novia—. ¿Cómo has estado? —preguntó la chica abrazándolo—. Pregunto, porque te noto tenso y nunca te he visto de ese modo antes.— No lo sé, las personas se me quedan mirando de forma extraña y eso me tiene un poco nervioso, pero descuida, no es algo que no pueda lidiar —sonrió encantado hacia su novia—. ¿Iremos al p
Desde ese día, las cosas fueron buenas para él. A duras penas recordaba todas las cosas que tuvo que vivir en Londres antes de partir a Rusia con ese sujeto que decía ser su padre. Descubrió que tenía cinco cuatro hermanos más que fueron dejados a un lado por personas importantes en su vida. Todos tenían una historia diferente que contar y él no podía meterse en eso. — Axel, buenos días —su hermana entró a la habitación mostrándole una pequeña sonrisa—. ¿No consideras que ya es hora de que te levantes de esa cama?— ¿Ya se murió el anciano? —preguntó dándose la vuelta—. Tengo mucho sueño y no quiero estar con ustedes.— Vamos, por favor —su hermana le quitó las sábanas—. Tenemos que irnos lo antes posible con él, sabes que la última vez que nos escapamos no nos fue de la mejor manera y tengo por seguro de que ahora no será para nada bonito si nos quedamos.— Tienes razón —bajó los pies de la cama—. ¿Y los demás?— Sin deseos de irnos —dijo su hermano Bruno, entrando a su habitación—
Axel dejó salir el humo entre sus labios mirando el nuevo amanecer que la vida le estaba dando. Es un mafioso que se ha sabido mantener, vivió tantas precariedades en el pasado que en ese momento todo lo que tenía enfrente parecía fantasía. Fue adoptado por un mafioso al igual que otros lobos que fueron abandonados y tenían diferentes historias que contar. Él se volvió alguien frío y calculador que se ganó algo más que dinero. Su nombre resuena en todos lados y su apellido adoptivo es sinónimo de poder. — Hermanito —dijo su hermana adoptiva—. ¿Cómo te trata la vida en este bello y hermoso día?— Todo va bien —dijo sin mirarla—. ¿También te llamó el anciano?— Sí —respondió pasándole un vaso de Whiskey—. Supongo que ya es hora —dijo Astrid, ladeando la cabeza—, y pensar que nosotros pudimos haber tenido tanto en el pasado y ahora seremos los putos reyes.— Tú eres una reina, mi pequeña hermana —Axel pellizcó su nariz—. ¿En dónde se encuentran los demás? ¿Sabes algo de ellos?— Creo
Sasha vio como Emily y sus amigas llegaban al mismo sitio que ella para molestarla, eso era lo más seguro de todo. Les tenía miedo por completo a todas esas mujeres, puesto que siempre se la pasaban molestando a más no poder con todas las cosas que ella.Estaba en un albergue, por órdenes de su padre tenía que comportarse como la mejor hija de todas. Nada de regalada ante los hombres, tenía que mantener una imagen que ella iba a ayudarlo en todo lo que él necesitara.Eso de ayudar a las personas le gustaba mucho, siempre estaba dispuesta a dar lo mejor de ella, sobre todo, a demostrarles a sus padres que ella era una buena hija y que podía dar lo mejor de ella en dado caso de que algo pasara en el futuro.Algo líquido cayó sobre su cabello de forma repentina. Escuchó las risas de Emily y lo único que pudo hacer fue apretar los puños. Ni siquiera en un sitio tan sagrado dejaban de molestarla.— ¿Tu papá te obligó a venir? —Alguien la agarró del cabello e hizo que quedara de rodillas—.
Su padre dejó en claro lo que él tenía que hacer, el trabajo a conseguir y con quienes relacionarse. Nada debía salirse de la línea o su cabeza iba a rodar. Esa casa fue construida especialmente para él, ya que su padre no tenía nada que ver en sus gustos y esperaba que no hubiera cámaras por ahí, porque en verdad lo iba a matar. Desde que llegó todo fue negocios, y más negocios. No se esperó a que su padre dejara tantas cosas sueltas para que él las limpiara, sin lugar a dudas, sería muy interesante todo en esa ciudad. — Señor —uno de sus empleados llegó de imprevisto con un dispositivo y le mostró unas fotos—. Hemos encontrado a la persona que buscaba — A ver —había hasta videos de esa persona y su familia—. Puedes retirarte. De paso les dices a los chicos que saldremos a dar una vuelta esta noche, que preparen todo.— Como ordene, señor —asintió el hombre retirándose.Axel se quedó mirando la foto de ese pequeño ser, que sin lugar a dudas sería interesante de usar para sus planes
— Espero que no te importe hacer algo por mí en lo más mínimo —dijo Axel, entrando a su auto—. Me dijiste que querías ir a tu casa, pero yo tengo que hacer algunas cosas antes de ir a la mía. ¿Podemos ir primero a mi casa?— ¿A su casa? —preguntó el ángel en un susurro—. Déjeme cerca de la estación del metro, puedo llamar a una de mis amigas y ellas irán a buscarme.— Si te dejo ahí, lo más seguro es que tus padres te busquen y no queremos eso, puesto que has venido conmigo —Axel se detuvo en un semáforo—. Es una broma, te dejaré en tu casa.— Lo siento. Es la primera vez que algo como esto me pasa y no sé cómo reaccionar —susu
Axel vio que Sasha despertaba de a poco. Tenía entre sus dedos un cigarro y en la otra un vaso de alcohol que pidió especialmente para ver ese momento. Podía ser temprano en la mañana, sin embargo, ver a esa chica de pelo castaño y rizos rebeldes le dio una sensación de orgullo y no dejaría que ella se marchara tan fácilmente de su lado. Eso sí que no. La iba a poseer de una y mil formas y si tenía que obligarla a que estuvieran juntos, no le importaba. Si tenía que obligarla, lo haría.— Señor —una de sus sirvientas tocó la puerta—, ¿puedo entrar?— Sí —respondió sin dejar de mirar a la chica que se movía por la habitación en busca de una salida—. ¿Qué pasó?<
Abrió como pudo la boca, puesto que todavía Axel tenía su mentón entre sus manos. Le fue dando de comer, grandes bocados.— Por favor, me quiero ir de aquí —sollozó, aun así, siguió comiendo—. Déjeme ir.— Todavía no puedo darte la libertad que quieres.— Esto que me estás haciendo no es justo. Ni siquiera te conozco… ¿Eres familiar de Emely? —sus labios temblaron—. Le diré a mi papá que me cambie de universidad si ella no quiere verme…—¿Quién es ella? —el interés en su voz no pasó desapercibido—. Habla.— Es una de las chicas que siempre me molesta —sus mejillas estaban rojas—. Yo nunca le he hecho algo, pero ellas siempre me molestan y no quiero que después…— No sé de quién diablos me estás hablando —acercó un poco más el plato hacia el ángel—. No quiero que después estés desmayándote por la falta de comida.— Eso no pasará —susurró con más deseo de ponerse a llorar—. Esto que me está haciendo no tiene ningún sentido.— Para mí todo tiene sentido —limpió los labios de la pequeña—.