CAPÍTULO LXX

Fira no mintió cuando le advirtió que sentiría un hambre terrible a la mañana siguiente. Las tripas le rugían como si estuviese a punto de caer en inanición; tal era su necesidad de comer, que ni siquiera se percató que la única prenda que llevaba puesta eran las vendas alrededor de sus manos y costillas.

En la mesa del comedor se encontraba un banquete servido, salivaba solo de contemplar las cuantiosas viandas que contenían un surtido de alimentos que se le antojaron deliciosos. Se había sentado a la mesa y servido la mitad de los huevos revueltos de una de las fuentes cuando Fira apareció desde la cocina con una enorme jarra de café humeante y dos tazas de vidrio que dejó frente a él.

―Esto sabe delicioso ―dijo tras engullir dos bocados de comida, continuó hablando con la boca llena―. Para no saber cocinar esto está de otro mundo.

Ella se rio, sirvi

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo