El encuentro con el agente Dagger lo había dejado revitalizado y con una sensación de inminente éxito en su futuro.

Estaba seguro que dejarlo vivo era lo mejor para sus intereses, y quién sabía, era posible que al final de todo eso, fuese útil.

Evidentemente había seguido muy de cerca el declive de la relación, como él ya sabía, el fracaso estaba a la vuelta de la esquina; un romance como ese no duraba, sobre todo cuando una de las partes no comprendía cuál era su lugar en la cadena de poder.

Todo iba bien, eso era lo que se repetía como un mantra para no caer en la desesperación que su obsesión le estaba causando.

Todo iba bien, aunque no avanzaba a la velocidad que él quería.

Estaba tomando riesgos cada vez más preocupantes, como la noche en que había seguido a su agente y al juguete a un club nocturno hacía