SORTILEGIOS.

—Está bien, señor, estoy en su casa y tiene todo el derecho de conocer la verdad acerca del huésped que acoge sin conocerlo. —Pareció interesarse por lo que le decía. —Como se ha mencionado antes, soy una mestiza, así que sus deducciones no están muy alejadas de la realidad. Tuve la suerte de que… —Un nudo en la garganta me impidió continuar hablando, me resultaba muy difícil recordar lo que hacía tan poco me había herido de muerte, hablarle de aquella verdad recién descubierta era recordar que Adrián era mi hermano y dolía demasiado. El conde frunció el ceño cuando perdí la voz. Luego sus facciones se aligeraron, dejando ver compasión, pero aquel rostro permanecía hermoso, aun cuando sus muecas fuesen groseras o nobles.

—¿Su padre es Rodolfo Álamo, dueño de la hacienda los Álamos? —no pude evitar sorprenderme. ¿Su padre es Rodolfo Álamo, dueño de la hacienda los Álamos? —no pude evitar sorprenderme.

—¿Cómo lo supo? ¿Acaso lo dije en delirios también? —declaré irónicamente, el c
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