LA CARTA DE ANA ÁLAMO.

Continué pasando las hojas hasta que me encontré con el árbol genealógico, mi madrina explicaba cada detalle y las historias de cada uno de sus integrantes.

Estefanía, ese nombre te lo di en honor a mi madre, tu bisabuela, que era una dama muy dulce y encantadora. Como la extraño, al igual que a mi padre. Creo que la vejez ha profundizado mi añoranza por ellos; la historia de mis padres fue hermosa, lucharon para estar juntos, ya que la ley prohibía el matrimonio entre un funcionario español peninsular y una criatura. En estos casos era habitual la convivencia y una vez terminado el período de servicio en la administración pública, contraían matrimonio y fue lo que ellos hicieron; después juntos se hicieron dueños de una de las más hermosas haciendas de tabaco y la volvieron próspera. De su unión surgieron cuatro niños, de los cuales dos murieron al nacer; Estela y yo fuimos las únicas sobrevivientes, dos niñas, y los varones que mi padre, tanto añoró, nunca vieron la luz del día.
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