AVE NEGRA

Estefanía.

Era la Medianoche y aún no podía conciliar el sueño. Me acerqué a la ventana y me encontré con la más fría soledad. No había ni un sonido de los animales nocturnos, e incluso la luna parecía haber perdido los recuerdos. Cerré los ojos para percibir el aroma de la noche. La brisa empezó a gemir elevando consigo una estela de hojas secas que se levantaron y volaron frente a mi observación. Ya no salía una lágrima para recibir los viejos recuerdos, ahora era un llanto seco e interno y así dolía más; yo estaba sangrando, pero nadie podía verlo; lo cierto es que una lluvia eterna se había internado desde el día en que lo alejé de mí; ahora me ahogaba en la sangre.

—No puedo ocultarlo Adrián… te amaré siempre.

Mientras abrazaba los recuerdos, me cuestioné: ¿Cuándo volveré a la época en la que todo era dulce y afable? ¿Conseguirá Arturo devolvernos la felicidad? —. Las figuras que abandoné se volvieron ajenas, ahora eran partes de recuerdos de una vida diferente, donde re
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