LA ROSA DE JÉRICO.

Sentí de nuevo la seducción que producía su rostro irreal, sin embargo, el amor tan marcado que profesaba mi alma por mi hermano Adrián era la espada que cortaba aquel sortilegio, logrando que yo fuera inmune a sus encantos físicos. Continué descendiendo los escalones de la escalera con la mirada del conde fija en mí. Sus ojos retadores no dejaron lugar a dudas, mientras yo surcaba laberintos de autocontrol, jugando a ser el cordero que era cazado por aquel león. Mi hora llegó, pasaba de un estado a otro, del amor al desamor y de la fe a la decepción.

—¡Qué bonita y radiante te ves, Estefanía! Ante mis ojos, eres la mujer más bella de las mujeres; soy un hombre afortunado —su voz era de absoluta sumisión y en su mirada había calidez—. Ya no estaba el hielo que una vez sentí en sus ojos. No estaba segura de cómo yo había logrado superar el frío azul de su mirada, hasta encontrar un sitio acogedor en su alma. Arturo siguió mirándome, mostrando su cambio de estación. Al igual que e
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo