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Correr.

Correr se había convertido en el único modo de expulsar mis frustraciones de un modo que no fuera nocivo para mí salud y peligroso tanto para mí integridad como para la del causante.

El dolor en los músculos de mis piernas es mucho más soportable que la daga que está alojada en mi pecho desde que me di cuenta de que el hombre por el que había pisoteado mi orgullo me ha estado tomando el pelo desde el principio. Todo aquello que alguna vez me dijo, toda esa mierda que ahora son el ácido con el que alimento mi remordimiento y se han convertido en los alicientes para que adelante una zancada más veloz que la anterior.

La música a todo volumen y la sensación de sudor, calor y el sol californiano en la piel me ayuda a mantenerme concentrada en la sensación. Porque ahora soy incapaz de sacarme de la cabeza a esa misma mujer, que a pesar de que me ha ro

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