Sam
Cuando somos pequeños e ingenuos, consideramos a nuestros padres los superhéroes de nuestro mundo, valientes, audaces, buenos, pero sobre todo, nuestros padres siempre son los mejores del mundo. Es por ellos por los que solíamos competir en los recreos de la escuela. Veías a tu padre como un ejemplo a seguir y a tú madre, la actitud de la mujer que buscarás en otras chicas, la futura madre de tus hijos, tu amante, tu confidente, pero sobre todo... el amor de tu vida.
Supongo que cuando esa barrera se rompe con apenas cinco años, la realidad aplasta tus infantiles esperanzas.
Cuando lo único que recibes de tu héroe, tu ejemplo a seguir, son desplantes, miradas decepcionadas, odio y despotismo, creándote un complejo de inferioridad del que no puedes huir y que te redime a sentirte siempre menos, no puedes esperar nada más. Pe
La oscuridad me envuelve desde hace horas, aún envuelta entre las sábanas de las que aún no he tenido el ánimo de desembarazarme. Francamente, temo volver con Sam, me aterroriza que se dé cuenta de la traición que acabo de cometer por el papel que tengo entre las manos.La vida del hombre al que amo.Todavía me cuesta comprender como sólo este papel nos ha podido traer tantos problemas.Blake hace un par de horas que se ha quedado dormido, totalmente agotado. Su respiración regular y lenta me mantiene concentrada en la firma de mi chico a través de la penumbra. Espero que Sam jamás se entere de lo que he tenido que hacer para conseguirla. Tampoco sé cómo se las ingeniará para simplemente, decirle que está fuera.No me importa como lo haga, sólo quiero que lo libere.Exhalo un lento suspiro y me retiro el pelo apelmazado hacia atrás
SamLa cabeza me palpita como si me estuvieran golpeando con un martillo en las sienes, haciendo que escuche los lánguidos latidos de mi corazón en los oídos. Apenas soy capaz de juntar dos pensamientos coherentes cuando siento mi cuerpo entumecido y mi cuello dolorido por haber estado durante mucho tiempo inclinado hacia abajo. Intento abrir los ojos, pero el suelo se mueve bajo mis pies, difuminándose como si estuviera borracho. Cierro los ojos con fuerza para intentar contener la arcada que mantengo en la boca del estómago, haciendo el vago esfuerzo de levantarme, pero mis pies y manos están atados a una silla que no logro identificar.«¿Dónde coño estoy?»Lo último que recuerdo es aquel callejón en el que me habían citado y después... todo se volvió oscuro. Me maldigo mentalmente por haber sido tan estúpido
SamTodo sucede en apenas tres segundos que no soy capaz de registrar. Solo puedo escuchar el pitido incesante en los oídos cuando mi cabeza se golpea contra el muro de hormigón y la mirada se me nubla por el aturdimiento, sin ser consciente de lo que está pasando a mi alrededor.El ruido sordo de los disparos hace que me paralice, demasiado aturdido como para ser capaz de comprender que estoy en el suelo, con el corazón a mil por hora y el mundo a mi alrededor comenzando a tambalearse cuando la veo tendida en el suelo, respirando entre jadeos entrecortados con la mano sobre su vientre, donde no deja de manar sangre a niveles preocupantes.Ya ni siquiera me preocupa la presencia de sus ojos sobre nosotros cuando, como si fuera un niño pequeño, me arrastro hasta Becca con las rodillas y las manos, sintiendo como el pecho comienza a dolerme como si quisieran atravesármelo con un
Dos meses después El sol acaricia mis mejillas como pensé que nunca volvería hacerlo; es agradable volver a sentirme en casa. Bueno, al menos sé que esta es mi casa, nuestra casa.Por fin hemos logrado tener algo nuestro, de los tres.Recuerdo que la cabeza me daba vueltas, igual que mis extremidades se sentían pesadas. Intentaba abrir los ojos, pero estaba tan cómoda en el mundo de los narcóticos que pensé que no sería capaz de lograrlo.Apenas era capaz de recordar más que el ruido de las balas impactar contra el suelo, el dolor mudo en mi cuerpo, Sam llorando a mi lado, rogándome que no me muriera, el olor a antiséptico del hospital y después... Nada.¿Significa eso que estaba muerta?No, supongo que me negué a morirme. No podía aban
El teléfono empieza a vibrar sobre la almohada e intento cogerlo, pero Tyler me lo impide cuando comienza a besarme, dejándome sin defensas para resistirme, ya que me encanta su efusividad.Intento separarme de él, pero me tumba en la cama y se coloca a horcajadas sobre mí.—Tengo que cogerlo —digo entre sus labios.—No tienes porque —murmura mientras sigue acariciándome los muslos de arriba a abajo con una lentitud que es una tortura.Le pongo las manos en el pecho e intento sacármelo de encima, pero pesa demasiado y que siga besándome no ayuda en absoluto.—Tyler —farfullo—, déjame.Finalmente, se coloca a un lado y se cruza de brazos con resignación, fulminándome con la mirada de manera cómica. No sé quién será a estas horas, pero sea quien sea ya me ha fastidiado. Pongo los ojos en blanco y le regalo
Cuando llego hasta el coche estoy hecha un mar de lágrimas y ni siquiera tengo muy claro del por qué esto me afecta tanto. Me deslizo dentro del asiento y apoyo la frente sobre el volante, irremediablemente agotada por la emoción del momento.«¿Por qué, por qué ahora?»Precisamente tenía que volver ahora que estaba más cerca de pasar página, ya me había acostumbrado al dolor que se había alojado en mi pecho desde que se fue, desde que me había dejado. Y para que engañarme, sigo dolida por haber sido manipulada e engañada. Hubo muchos alicientes para que sucedería, pero ninguna explicación por su parte...Empiezo a reírme entre sollozos. Es irónico, porque siempre fue él quien decía que no lo dejara nunca, que se moriría sin mí... entonces, ¿por qué no está muerto? Me gustaría que se sintiera precisamente como yo me he sentido, porque fue exactamente él quien me dejó a mí.En un instantáneo arranque de ira comienzo a golpear el volante con furia. Paso de la tr
Hasley inunda el ambiente y cuando la canción termina, voy a darle al botón de repetición, pero parece que Sam piensa lo mismo, haciendo que nuestros dedos se rocen al darle al botón, lo que esa electricidad vuelva a mi cuerpo; pensé que nunca volvería a sentirme así. Nos miramos un instante y aunque no lo diga con palabras puedo ver en sus ojos bicolores que no me ha olvidado, que todavía queda algo de aquello que nos unía.Y por ello sé que no debo sucumbir a sus encantos.Me separo todo lo posible, hasta que rozo el cristal con la cabeza; necesito la distancia entre nosotros. Así que para distraerme comienzo a canturrear para distraerme.—Soy una nómada, soy el sueño de una noche, no pertenezco a ninguna ciudad, no pertenezco a ningún hombre, soy la violencia en medio de la lluvia...—Ven y desvanéceme —termina por mí.<
Una vocecilla interna me dice que he metido la pata hasta el fondo.Me siento en el bordillo de la acera y me envuelvo las rodillas con los brazos. Sam parece realmente cabreado, pero no sé si es conmigo o con lo que acaba de suceder, porque en este momento yo estoy muy enfadada conmigo misma.Todo esto ha sido culpa mía, yo permití que llegara demasiado lejos. Ahora más que nunca sé que no podemos volver a vernos, no al menos solos, aunque lo mejor será no tener que vernos más, en ninguna circunstancia.Finalmente, se sienta a mi lado y agacha la cabeza mientras se frota la nuca como siempre hacía cuando no sabía que decir. Yo tampoco sé que decir, todo ha sucedido demasiado rápido, como una ráfaga de viento que deja una culpabilidad como único testigo.—¿Estás enfadado conmigo? —pregunto en un susurro. Tengo la voz áspera por haber