El teléfono empieza a vibrar sobre la almohada e intento cogerlo, pero Tyler me lo impide cuando comienza a besarme, dejándome sin defensas para resistirme, ya que me encanta su efusividad.
Intento separarme de él, pero me tumba en la cama y se coloca a horcajadas sobre mí.
—Tengo que cogerlo —digo entre sus labios.
—No tienes porque —murmura mientras sigue acariciándome los muslos de arriba a abajo con una lentitud que es una tortura.
Le pongo las manos en el pecho e intento sacármelo de encima, pero pesa demasiado y que siga besándome no ayuda en absoluto.
—Tyler —farfullo—, déjame.
Finalmente, se coloca a un lado y se cruza de brazos con resignación, fulminándome con la mirada de manera cómica. No sé quién será a estas horas, pero sea quien sea ya me ha fastidiado. Pongo los ojos en blanco y le regalo una sonrisita de disculpa cuando se coloca boca abajo en la cama y mete las manos debajo de la almohada. A veces puede ser tan infantil que no puedo evitar reírme y darle un casto beso en los labios.
El teléfono no ha dejado de sonar, así que ya puede ser importante.
—¿Sí? —pregunto, malhumorada. Se toma su tiempo en contestar y cuando suspira detrás de la línea—. ¿Diga? —vuelvo a preguntar.
Joder, podría contestarme.
—Becca, ¿eres tú? —murmura en un susurro apenas audible.
Ahora soy yo la que no puede hablar, se me ha formado un nudo en la garganta y me cuesta respirar. Puede que por la impresión de no haberlo escuchado desde hace más de un año; más que tan qué trescientos sesenta y tres días. Estoy segura de que no puedo comparar mandarnos algunos mensajes a hablar con en él. Todavía me sorprende que me cueste.
Intento relajarme respirando profundamente.
—Ho-hola —balbuceo con falsa alegría.
Empiezo a frotarme la frente mientras camino de un lado a otro en un radar de metro y medio. No me puedo creerme que realmente esté hablando con él, que me esté hablando a mí... y lo peor es que ni tan siquiera sé lo que quiero decirle, lo que me dirá él...
Se ha vuelto todo tan, como expresarlo, ¿extraño?
—Yo también me alegro de hablar contigo, Becca. —El corazón me da un débil vuelco al volver a escucharlo pronunciar mi nombre—. No sé si te acuerdas..., o si lo has leído, pero te mandé un mensaje preguntándote si podías venir a buscarme al aeropuerto —me contesta con un hilo de voz.
Parece estar tan nervioso como yo y debo admitir que eso me reconforta. Es cierto que últimamente no he leído sus mensajes. Pensé que sería mejor para mí y mi salud mental dejar de prestarle tanta atención. Aunque ahora sólo puedo quedarme con la idea de que va a venir... que lo volveré a verlo...
Tyler se apoya en el marco de la puerta y me mira inquisitivo cuando pongo un dedo en mis labios, señal de que no hable. Asiente y se cruza de brazos con curiosidad.
—Sí, puedo pasarme —le respondo, pero esta vez con la voz más firme. No quiero que Tyler sospeche nada, pero debe de hacerse una idea cuando me miro en el espejo del baño y aprecio que el color ha abandonado mi cara y estoy temblando. No me puedo creer que aún tenga este efecto sobre mí—. ¿A qué hora llegas? —inquiero.
—En un par de horas.
—Vale, estaré ahí —susurro—. Adiós.
Un incómodo silencio se hace con la línea y los ojos comienzan a picarme cuando unas terribles ganas de llorar me asolan, como si un nudo enorme me oprimiera el pecho y me impidiera respirar.
—Adiós, Becca.
Aprieto el móvil contra el pecho y cierro los ojos con fuerza, como si no pudiera concentrarme en nada concreto.
Era él, de verdad era él. Era su voz. Ninguna charla con el psicólogo me había preparado para volver hablar con él y mucho menos volver a verlo, incluso después de tanto tiempo me resulta imposible poder tratarlo como solía hacerlo.
—¿Qué te pasa? —me pregunta Tyler con la voz cargada de preocupación. No obstante, ya no lo escucho, sino que me hundo en mis propios recuerdos.
Me tiembla el labio inferior, pero sonrío y me cruzo de brazos para ocultar el temblor.
—Na-nada, sólo era una llamada de Jared —respondo con una falsa sonrisa.
Sus ojos azules buscan en los míos lo que me sucede, así que le devuelvo mi mirada más falsa y condescendiente. Antes de que pueda preguntarme algo que nos lleve a un inconcluso debate, lo abrazo y me río contra su pecho. Él me devuelve el abrazo y coloca su barbilla en mi coronilla, acariciándome la espalda con cariño.
No tengo ni idea que mentira voy a inventarme para que pueda marcharme y no sospeche a quien voy a ver. Ya ni siquiera creo que sea buena idea verlo, pero quiero hacerlo, necesito verlo. Y por ello tengo claro que no puedo contárselo a Tyler, sino, no me dejaría ir o querrá venir conmigo, que sería incluso peor.
Despego la cara de su pecho y lo miro con una ceja enarcada.
—¿Me vas a contar lo que te pasa? —inquiere, imitando mi gesto.
Me separo de él y lo miro a los ojos, a lo mejor así logro confundirle. Vuelvo a fijar mi mirada en él y asiento levemente mientras le rodeo la cintura con los brazos. Lo mejor será adoptar la actitud de chica inocente, porque la borde no vale para nada con Tyler; está demasiado acostumbrado a ella.
—No pasa nada, sólo que Jared necesita ayuda en la cocina, ya sabes, cena romántica y no quiero que me queme la cocina —suelto de sopetón.
«Por favor, que me crea» rezo en silencio.
—Becca, tú no sabes cocinar, ¿lo sabes? Yo podría ayudaros —se ofrece, pero niego rápidamente con la cabeza.
Enarca una ceja y me mira con curiosidad.
—Hum... no, no hace falta. Es mi apartamento y debo ser una buena anfitriona —respondo con decisión. Me aparto y comienzo a juguetear con el móvil entre los dedos para distraerme—. Ya sabes que cuando se trata de Jared siempre acaba por envolverme y conseguir que me quede hasta que me echa a patadas —le explico con pesadez
Salgo del baño lo más rápido posible y empiezo a recoger mi ropa esparcida por el suelo. Me resulta extraño volver a mentir de manera tan descarada. Hacía tanto tiempo que no tenía que mentir que hasta podría afirmar que me siento un poco culpable por hacerlo, pero sé que de cierto modo estoy haciendo lo correcto.
Me sobresalto cuando Tyler me agarra por detrás de la cintura y me da un beso en el cuello.
—Oye, podríamos acabar lo que empezamos esta mañana —susurra en mi oído con la voz cargada de deseo.
—Eres insaciable ¿lo sabías? —Me doy la vuelta y recorro con los dedos su incipiente barba de dos días—. Creo con lo de ayer has agotado mis energías. —Rozo mis labios con los suyos y le doy un beso en la comisura de la boca, sonriendo con malicia.
Antes de que pueda detenerme salgo corriendo hasta el baño y cierro con pestillo. Empieza a aporrear la puerta y yo comienzo a reírme como una tonta. Lo cierto es que Tyler ha sido la mejor terapia que podría haber encontrado, es una buena distracción, aunque sé que lo estoy utilizando. Es demasiado bueno y sé que no me lo merezco, es demasiado bueno para mí.
Algún día me explotará en la cara.
—Venga, Becca, déjame pasar —gimotea—. Me portaré bien.
—No, que entonces seguro que no llego.
Me doy una ducha rápida y me pongo la ropa de anoche, está arrugada de haber pasado la noche en el suelo, pero no creo que tenga nada en el coche. Salgo del baño y busco mi bolso con la mirada, pero no está.
«¿Dónde narices lo abre dejado?»
Cuando llego a la cocina lo encuentro sobre la encimera, lo cojo y rebusco dentro las llaves del coche, en cuanto las encuentro doy media la vuelta, pero Coco se cruza en mi camino, haciendo que casi me caiga de bruces, pero consigo mantenerme en pie.
—Mierda, Coco —maldigo entre dientes antes de acariciarle la cabeza. Antes de irme le doy la noticia—. Pronto volverás a ver a Sam —susurro. Le sonrío, pero me duele pronunciar su nombre. Ella parece que lo entiende, porque empieza a mover la cola frenéticamente—. Ojalá a mí me hiciera tanta ilusión como a ti.
Cuando llego hasta el coche estoy hecha un mar de lágrimas y ni siquiera tengo muy claro del por qué esto me afecta tanto. Me deslizo dentro del asiento y apoyo la frente sobre el volante, irremediablemente agotada por la emoción del momento.«¿Por qué, por qué ahora?»Precisamente tenía que volver ahora que estaba más cerca de pasar página, ya me había acostumbrado al dolor que se había alojado en mi pecho desde que se fue, desde que me había dejado. Y para que engañarme, sigo dolida por haber sido manipulada e engañada. Hubo muchos alicientes para que sucedería, pero ninguna explicación por su parte...Empiezo a reírme entre sollozos. Es irónico, porque siempre fue él quien decía que no lo dejara nunca, que se moriría sin mí... entonces, ¿por qué no está muerto? Me gustaría que se sintiera precisamente como yo me he sentido, porque fue exactamente él quien me dejó a mí.En un instantáneo arranque de ira comienzo a golpear el volante con furia. Paso de la tr
Hasley inunda el ambiente y cuando la canción termina, voy a darle al botón de repetición, pero parece que Sam piensa lo mismo, haciendo que nuestros dedos se rocen al darle al botón, lo que esa electricidad vuelva a mi cuerpo; pensé que nunca volvería a sentirme así. Nos miramos un instante y aunque no lo diga con palabras puedo ver en sus ojos bicolores que no me ha olvidado, que todavía queda algo de aquello que nos unía.Y por ello sé que no debo sucumbir a sus encantos.Me separo todo lo posible, hasta que rozo el cristal con la cabeza; necesito la distancia entre nosotros. Así que para distraerme comienzo a canturrear para distraerme.—Soy una nómada, soy el sueño de una noche, no pertenezco a ninguna ciudad, no pertenezco a ningún hombre, soy la violencia en medio de la lluvia...—Ven y desvanéceme —termina por mí.<
Una vocecilla interna me dice que he metido la pata hasta el fondo.Me siento en el bordillo de la acera y me envuelvo las rodillas con los brazos. Sam parece realmente cabreado, pero no sé si es conmigo o con lo que acaba de suceder, porque en este momento yo estoy muy enfadada conmigo misma.Todo esto ha sido culpa mía, yo permití que llegara demasiado lejos. Ahora más que nunca sé que no podemos volver a vernos, no al menos solos, aunque lo mejor será no tener que vernos más, en ninguna circunstancia.Finalmente, se sienta a mi lado y agacha la cabeza mientras se frota la nuca como siempre hacía cuando no sabía que decir. Yo tampoco sé que decir, todo ha sucedido demasiado rápido, como una ráfaga de viento que deja una culpabilidad como único testigo.—¿Estás enfadado conmigo? —pregunto en un susurro. Tengo la voz áspera por haber
Cuando llego a la casa de mamá estoy más calmada y no hay rastro de esa angustia que me carcomía por dentro ahora que he tenido tiempo para replantearme la situación.Evitar a Sam va a ser complicado, porque no sólo formó parte de mi vida, sino que es parte de la del resto de mis amigos. Además, es el hermano de Kaia. Por ello tendré que aprender a vivir con eso igual que debo convivir con él más que como un simple conocido; quiera o no, siempre será algo más.En cuanto abro la puerta Nick sale de la cocina corriendo con sus patitas aún de bebé mientras agita una hoja en la mano. Me inclino hacia delante y lo cojo en brazos, haciendo que se ría de manera chillona cuando le doy un sonoro beso en la mejilla.Sus grandes ojos verdes me miran con felicidad y señala con el puño hacia el salón principal.—Abu, mami —balbucea.—¿Están aquí? —pregunto, abriendo los ojos con sorpresa.Asiente agitando sus ricitos castaños y sonríe mostrando sus profundos h
Acaricio sus rizos con suavidad, inclinada sobre la cuna mientras dormita inclinado de un lado, abrazado a su perrito de peluche favorito. Mi índice recorre su brazo de tez morena, tan suave que parece una manta de cachemir; sus labios rosados entreabiertos. Es tan hermoso.Desde el mismo segundo en el que vi su carita de ángel supe que siempre lo amaría; fue un milagro.El móvil en el bolsillo de la sudadera vibra, haciendo que baje la mirada, frustrada porque aún a las tres de la mañana tengan que molestarme. Pero no es lo que me fastidia cuando me doy la vuelta y leo la bandeja de entrada. Sam vie, 29 jun
Me doy la vuelta y bajo las escaleras de nuevo para poder alejarme de Sam. Tomo asiento en el borde de la piscina y cruzo las piernas mientras mi mirada se pierde en los animales que nadan de un lado a otro, felices e ignorantes en su mundo acuático.A mí también me gustaría ser uno de ellos.Puede que lo mejor es que no hubiera aceptado venir, así tal vez podría haber protegido un poco mejor todos mis sentimientos. Aún no estaba preparada para desnudar lo que siento frente a él, ni siquiera estoy preparada para hablarle con sinceridad y preguntarle la verdad, lo que me atormenta cada día.¿Por qué me dejó después de prometer que no lo haría?No me importa que todo el mundo me diga que necesitaba que me dejara, que nuestra relación era tóxica y que no hubiera ido a ningún lado. Porque lo que nadie sabía es que durante todo el tiempo que estuve con él fui feliz, realmente feliz, porque cada discusión, cada voz más alta que la otra, cada polvo de reconciliación
En cuanto abandona la zona vecinal del barrio nos incorporamos a la autopista. Todo se pierde como si de una estela fugaz se tratara, los coches que hay a nuestro alrededor se pierden tan rápido como los árboles y las casas. Cuando el panorama comienza a darme dolor de cabeza, cierro los ojos y hundo la cara en su espalda, disfrutando de su fragancia para recordarla cuando se haya ido.Sólo con pensar que dentro de poco volverá a marcharse provoca que ese constante peso en mi pecho vuelva con más fuerza. Esta es una de las razones por las que quería mantener las distancias con él, porque a pesar de que sólo somos amigos, sé que volver a tenerlo lejos va a ser como una constante puñalada en el alma. Sobre todo ahora que tengo toda esta nueva información. Me gustaría que se quedara más tiempo para poder aclarar todos estos sentimientos encontrados.Nunca he escatimado esfuerzo algu
En cuanto termino con la sesión de yoga de las cinco y apago la música relajante que se supone que debería dejar mi mente en blanco, me doy cuenta de que sigo igual de cabreada e indignada que los anteriores cuatro días. Ni siquiera la ascendencia al mismísimo nirvana podría haberme puesto de buen humor, de hecho, llevo de un humor de perros desde el mismo instante en que no recibí ni una mísera llamada o un triste mensaje después de que atravesara la puerta de mi casa.Le di la oportunidad de que empezáramos con llamadas, pero ya veo cuanto le importa recuperar nuestros lazos: nada.No he hecho más que darle vueltas y más vueltas a nuestra emotiva conversación del sábado, en él, que me pedía ayuda para intentar recuperarse de sus problemas emocionales. Pero cómo narices quiere que lo ayude si pasa de mí, como si después de haber pasado toda la noche juntos, se hubiera arrepentido de abrirse por una maldita vez en su vida.Mientras enrollo la esterilla y le pongo l