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Sam

Miro por el retrovisor una última vez antes de acelerar. Lo último que observo son sus ojos verdes clavados en el coche mientras se abraza a sí misma, quieta, su expresión triste y cansada, y su cabello largo y rubio revoloteando en todas direcciones de su rostro a causa del viento.

Por un segundo llegué a pensar que sería capaz de terminar con lo nuestro. Cuando la oí cantar esa canción es como si cantase para mí torturada alma, diciendo lo que ya sé desde hace tanto tiempo que estoy empezando a creer que se está convirtiendo en mi día a día; que estoy muerto.

Así me siento, muerto, como un maniquí al que sólo la rabia y el enfado parece capaz de moverlo. Ella es capaz de moverme, cada vez que me desafía las sensaciones son intensas y activan mi organismo como si fuese gasolina, me prende a niveles que p

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