Una llamada repetitiva e irritante me saca del sueño. Pienso en ignorarla, pero sabiendo que podría tratarse de Sam una oleada de angustia me recorre el cuerpo, haciendo que lo coja con la cara hundida en la almohada.
Descuelgo y me lo coloco en la oreja sin ni si quiera mirar de quien se trata.
—¿Sí? —inquiero con la voz adormecida por el sueño.
—Hola, siento las horas, ¿hablo con Rebecca Bennet? —pregunta una voz masculina con un inglés con acento español.
¿Pero qué cojones...? Quién tiene la moral de llamar casi a las cinco de la mañana. Me pongo boca arriba y me cubro la cara con la mano de manera soñolienta. Ya puede ser importante para que alguien me llame a estas horas desde a saber dónde.
Carraspeo para aclararme la garganta y suelto un bostezo.
—Sí, soy yo, ¿en qué puedo ayudarle? *
Una oleada de pánico, el puto pánico, vuelve a abrirse paso en mi pecho. Oírla hablar así de Sam únicamente me advierte que esta chica lo ama con todo su ser, y no me es de extrañar, porque Sam puede tener todos los problemas y guardar tantos demonios que pueden llegar a ser peligrosos, pero eso no evita que sea alguien por el que puedas perder la cabeza.Porque amarlo es... amarlo es una experiencia única y que no muchas personas tienen el privilegio. Mirarlo se vuelve adictivo, porque sólo sus ojos son capaces de calmarte o enfurecerte. Sus sonrisas pueden albergar miles de promesas que tú querrás descubrir, es paciente, natural, capaz de sacarte una sonrisa casi sin pretenderlo. Tiene los mejores detalles jamás creados. Es observador y cariñoso, sabe cuándo es mejor estar callado y simplemente abrazarte, o cuando es momento de hablar.Puede que a mí me haya hecho da&nti
La brisa fresca de las mañanas de San Francisco golpea mi rostro cuando salgo del edificio, haciendo que una media sonrisa escape de mis labios, pero se me esfuma en cuanto me doy cuenta de que son apenas las diez de la mañana, los ojos me escuecen a través de las gafas de sol y aún tengo un agujero en el estómago por todas las confesiones de anoche, tanto las de Olivia como las propias.Me muerdo la lengua con irritación y dirijo una mirada iracunda hacia Cole, que tiene un aspecto impecable, con el pelo húmedo por la ducha, unos vaqueros lavados a la piedra ajustados y una camiseta negra de mangas largas que se pega a los firmes músculos de su pecho y brazos.Ahora mismo lo odio por ser tan perfecto cuando yo aún llevo las legañas pegadas a las pestañas.Gira la cabeza en mi dirección y se columpia en los talones con una media sonrisa que me dice que va a pedirme algo.&
—¡Bien, chicos! Empecemos cuanto antes para que podamos irnos a comer lo más pronto posible —anuncia con cierto tono de humor en la voz.Todos comenzamos a reírnos antes de que a Cole y a mí nos dirijan hacia el centro de la pared blanca. Comienzo a ponerme nerviosa cuando me quitan mi batín y Cole hace lo mismo que yo, provocando que por un segundo me sienta intimidada e insegura por la perfecta visión de su cuerpo, armonioso, bronceado, definido a la perfección, de tersa piel y con los tatuajes, que le confieren cierto misterio, pero su rostro dulce y masculino hacen que sea irresistible.No me extraña que Stacey beba los vientos por él, porque, joder, hay que estar ciega para no ver que Lawrence ha sido creado como sinónimo de pecado.Nunca he tenido problemas con mostrar mi anatomía, pero a su lado siento que no puedo compararme, incluso hasta cuando escucho ciertos suspi
No sé cuánto tiempo transcurre, pero cuando me escuecen los ojos y la piel bajo estos me arde, comprendo que ha pasado demasiado tiempo como para darme cuenta de que nos han dejado completamente solos en el estudio, la música ha desaparecido y la ansiedad comienza a disminuir lentamente.Cole no me ha soltado ni un segundo a pesar de sus intentos por ir a buscar mi móvil para que pueda hablar con Aiden, pero no me sentía preparada para quedarme sola con mi conciencia de mierda, recordándome una y otra vez que sólo sé hacer estupideces.Carraspeo para aclararme la garganta y me aparto de su pecho para poder mirarlo.—Lo siento mucho... yo... yo...—No pasa nada, Becca —me interrumpe al mismo tiempo que me sonríe con tristeza y se levanta del suelo con ayuda de las manos—. Iré a buscar tu móvil y hablarás con Aiden —arguye antes de pasar por mi
Por un par de segundos no sé cómo reaccionar, sólo puedo mirarlo, desconcertada y asustada, hasta que las conexiones en mi cerebro parecen reaccionar de nuevo. Y lo único que se me ocurre es cerrarle la puerta en las narices, pero mi intento es en vano cuando la punta de su bota se queda en medio y la coge con la mano, haciendo que me aleje rápidamente.Trago saliva con dificultad cuando su mirada intimidante se clava en mis ojos. Su cabello parece más desordenado que de costumbre, aún lleva la ropa de anoche y su rostro parece cansando, con sendas ojeras bajo los ojos. Y a pesar de ello, tan guapo que da miedo.Ninguno abre la boca, aunque yo no dejo de maldecir a Cole por bocazas. Es un hecho que Sam acaba de llegar y a ese chivato no le ha faltado tiempo para contarle donde estoy.Los movimientos de Sam son tranquilos: el modo en el que cierra la puerta a su espalda, o como si estuviera en su casa, va a hasta l
Me muerdo el labio inferior con suavidad, absortaen mis propios pensamientos. Aunque no evita que sienta como su mirada se posa en mis labios, lo que provoca que me lo muerda más fuerte.Trago saliva y me obligo a mirarlo en el reducido espacio que nos queda. Sus ojos mieles y avellana tienen ese tono oscuro que me hacen navegar por los recuerdos, provocando que me estremezca.Se acerca a mí un poco más, unos centímetros que me dejan sin aliento. Las manos me cosquillean por tocarlo, por sentirlo, y a pesar de su petición de hacerme el amor, no creo que sea lo más correcto. No debemos seguir solucionándolo todo con sexo, porque sólo nos proporcionará una solución temporal. Lo último que quiero es caer de nuevo en la tentación, a pesar de que es un hecho que lo deseo con todas mis fuerzas.Me agarro los brazos con fuerza para evitar posar las manos en su pecho.&mdash
Me paso las manos por la cara y exhalo un sonoro suspiro mientras enredo los dedos en mi cabello alborotado y lo retiro hacia atrás tirando de las raíces; gesto sacado directamente de Sam.Giro la cabeza en dirección al baño cuando escucho el agua correr.«Oh, no.»Eso no puede ser bueno, no debería estar solo. Debería haber intentado que se quedara, aunque sólo me soltara un par de gritos y me dijera cosas hirientes. Creo que tendría resultados más beneficiosos que permitirle pensar.Por extraño que me resulte, Sam no puede pensar. Los pensamientos junto a los recuerdos se han convertido en su flagelación personal. He visto en demasiadas ocasiones como se sume en los recuerdos que atormentan su mente: lo aturden, lo ensombrecen, incluso me atrevería a decir que le quitan años de vida.Sam esconde mucho más allá que simples secretos,
Me despierta un sonido que no tardo en reconocer como un gemido, mis ojos tardan en adaptarse a la oscuridad de la habitación y me quedo mirando el techo, desorientada, hasta que es un grito ahogado lo que capta mi atención.«Oh, mierda.»—¡No! ¡Yo... yo!... ¡Fue un accidente! —grita más alto.Asustada, me incorporo en la cama para encontrarme con un Sam tembloroso revolviéndose contra las sabanas. Su expresión denota dolor y angustia. No tengo ni idea de que se supone que debo hacer, pero el pecho se me encoge cuando exclama:—¡No quería!—¡Sam! ¡Sam, despierta! —Casi en un acto inconsciente lo tomo por los hombros.Sus ojos se abren de golpe, llenos de pánico y horror. Se incorpora en la cama, empapado en sudor, la respiración agitada y el cuerpo tembloroso. Permanezco sentada sobre las rodillas, con los ojo