Mi ceño se frunce, y aunque sé que no debería mirar, que no es asunto mío y que mucho menos debo traicionar su confianza de ese modo tan estúpido, algo en el fondo de mi mente me grita que mire el maldito mensaje y no permita que me coma la cabeza durante el resto del día.
Trago saliva con dificultad y echo una ojeada rápida en su dirección antes de coger el aparato con dedos temblorosos. Mis ojos releen el mensaje una y otra vez, como si algo no tuviera sentido, pero sintiendo como el corazón se me encoge.
Olivia
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Una sensación de pesadez embarga todo mi cuerpo, lo que consigue que un gemido lastimero escape de mis labios cuando una mano sacude mi hombro.Lo último que quiero es despertarme, no quiero que esos pájaros en mi cabeza hagan que mis sienes exploten, no quiero pensar que anoche volví a dejarme vencer por mis debilidades y bebí en la fiesta de Neón que Jared organizó en su apartamento, hasta casi perder la razón.Y todo ello por intentar quitarme de la cabeza ese maldito mensaje.Después de que Sam me dejase sola en aquel callejón todo fue un caos de alcohol, bailes desenfrenados y luces que aún me levantan dolor de cabeza.De nuevo, la mano que antes golpeó mi hombro vuelve al ataque, pero esta vez con la voz que no quiero escuchar en mil años luz.—Becca, levántate de una puta vez. Tenemos que irnos —espeta con dureza.—Que t
Correr.Correr se había convertido en el único modo de expulsar mis frustraciones de un modo que no fuera nocivo para mí salud y peligroso tanto para mí integridad como para la del causante.El dolor en los músculos de mis piernas es mucho más soportable que la daga que está alojada en mi pecho desde que me di cuenta de que el hombre por el que había pisoteado mi orgullo me ha estado tomando el pelo desde el principio. Todo aquello que alguna vez me dijo, toda esamierdaque ahora son el ácido con el que alimento mi remordimiento y se han convertido en los alicientes para que adelante una zancada más veloz que la anterior.La música a todo volumen y la sensación de sudor, calor y el sol californiano en la piel me ayuda a mantenerme concentrada en la sensación. Porque ahora soy incapaz de sacarme de la cabeza a esa misma mujer, que a pesar de que me ha ro
Casi media hora después de cenar, como si todos fuéramos una pequeña familia feliz, Cynthia— que suele hacerle de canguro a Vera con bastante frecuencia—, llegó con cinco minutos de retraso. No negaré que me sentí traicionada cuando vino a saludarme con un efusivo abrazo y esa sonrisa suya tan natural, pero también me di cuenta de que no puedo culparla cuando tampoco ella debe saber cuál es la relación que me unía a Sam.Ahora ninguna.No puedo culparme más que a mí misma por haber caído en un juego que nunca podría ganar. Pero ya no me haré más reproches, simplemente he comprendido que Sam se acabó para mí, porque aunque tenga que renunciar a él y a todo lo que representa, pienso hacerlo con tal de que siga teniendo lo que tiene.Supongo que en eso consiste amar y madurar, en saber cuándo has perdido y retirarte
SamMiro por el retrovisor una última vez antes de acelerar. Lo último que observo son sus ojos verdes clavados en el coche mientras se abraza a sí misma, quieta, su expresión triste y cansada, y su cabello largo y rubio revoloteando en todas direcciones de su rostro a causa del viento.Por un segundo llegué a pensar que sería capaz de terminar con lo nuestro. Cuando la oí cantar esa canción es como si cantase para mí torturada alma, diciendo lo que ya sé desde hace tanto tiempo que estoy empezando a creer que se está convirtiendo en mi día a día; que estoy muerto.Así me siento, muerto, como un maniquí al que sólo la rabia y el enfado parece capaz de moverlo. Ella es capaz de moverme, cada vez que me desafía las sensaciones son intensas y activan mi organismo como si fuese gasolina, me prende a niveles que p
Una llamada repetitiva e irritante me saca del sueño. Pienso en ignorarla, pero sabiendo que podría tratarse de Sam una oleada de angustia me recorre el cuerpo, haciendo que lo coja con la cara hundida en la almohada.Descuelgo y me lo coloco en la oreja sin ni si quiera mirar de quien se trata.—¿Sí? —inquiero con la voz adormecida por el sueño.—Hola, siento las horas, ¿hablo con Rebecca Bennet? —pregunta una voz masculina con un inglés con acento español.¿Pero qué cojones...? Quién tiene la moral de llamar casi a las cinco de la mañana. Me pongo boca arriba y me cubro la cara con la mano de manera soñolienta. Ya puede ser importante para que alguien me llame a estas horas desde a saber dónde.Carraspeo para aclararme la garganta y suelto un bostezo.—Sí, soy yo, ¿en qué puedo ayudarle? *
Una oleada de pánico, el puto pánico, vuelve a abrirse paso en mi pecho. Oírla hablar así de Sam únicamente me advierte que esta chica lo ama con todo su ser, y no me es de extrañar, porque Sam puede tener todos los problemas y guardar tantos demonios que pueden llegar a ser peligrosos, pero eso no evita que sea alguien por el que puedas perder la cabeza.Porque amarlo es... amarlo es una experiencia única y que no muchas personas tienen el privilegio. Mirarlo se vuelve adictivo, porque sólo sus ojos son capaces de calmarte o enfurecerte. Sus sonrisas pueden albergar miles de promesas que tú querrás descubrir, es paciente, natural, capaz de sacarte una sonrisa casi sin pretenderlo. Tiene los mejores detalles jamás creados. Es observador y cariñoso, sabe cuándo es mejor estar callado y simplemente abrazarte, o cuando es momento de hablar.Puede que a mí me haya hecho da&nti
La brisa fresca de las mañanas de San Francisco golpea mi rostro cuando salgo del edificio, haciendo que una media sonrisa escape de mis labios, pero se me esfuma en cuanto me doy cuenta de que son apenas las diez de la mañana, los ojos me escuecen a través de las gafas de sol y aún tengo un agujero en el estómago por todas las confesiones de anoche, tanto las de Olivia como las propias.Me muerdo la lengua con irritación y dirijo una mirada iracunda hacia Cole, que tiene un aspecto impecable, con el pelo húmedo por la ducha, unos vaqueros lavados a la piedra ajustados y una camiseta negra de mangas largas que se pega a los firmes músculos de su pecho y brazos.Ahora mismo lo odio por ser tan perfecto cuando yo aún llevo las legañas pegadas a las pestañas.Gira la cabeza en mi dirección y se columpia en los talones con una media sonrisa que me dice que va a pedirme algo.&
—¡Bien, chicos! Empecemos cuanto antes para que podamos irnos a comer lo más pronto posible —anuncia con cierto tono de humor en la voz.Todos comenzamos a reírnos antes de que a Cole y a mí nos dirijan hacia el centro de la pared blanca. Comienzo a ponerme nerviosa cuando me quitan mi batín y Cole hace lo mismo que yo, provocando que por un segundo me sienta intimidada e insegura por la perfecta visión de su cuerpo, armonioso, bronceado, definido a la perfección, de tersa piel y con los tatuajes, que le confieren cierto misterio, pero su rostro dulce y masculino hacen que sea irresistible.No me extraña que Stacey beba los vientos por él, porque, joder, hay que estar ciega para no ver que Lawrence ha sido creado como sinónimo de pecado.Nunca he tenido problemas con mostrar mi anatomía, pero a su lado siento que no puedo compararme, incluso hasta cuando escucho ciertos suspi