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Me he dejado embaucar con demasiada facilidad. Tal vez podría haber opuesto un poco de resistencia, pero cuando sentí el roce de sus labios sobre los míos no pude resistirme a lo que deseaba, incluso mi cuerpo le correspondió antes de que mi cerebro lo procesara.

Así que no fue de sorprender que acabáramos tal como suponía.

Mi plan ha salido a pedir de boca, a pesar de que algo me dice que Sam también lo deseaba. Aunque se haya comportado como un auténtico imbécil, me ha hecho disfrutar, mucho.

Mi mirada se pierde por el enorme despacho, decorado con los muebles oscuros en tonos grisáceos combinado con la gran pared de cristal con vistas al resto de edificios de grandes alturas de San Francisco.

No sé cómo alguna vez pude decir que esta ciudad no me gustaba, cuando es una maravilla, incluso más bonita que Los Angeles.

Cierro los ojos por un par de segu

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