—Debo irme, con urgencia… —Ares salió de la sede como un demonio mientras Anthony corrió detrás de él.—Pero… ¿Qué dijeron?—Ha roto fuente… es todo…Anthony podía ver como las manos de Ares temblaban y se metió delante de él quitándole las llaves de la camioneta.—Yo manejo, ni puedes pensar por ti mismo.Arrancó la camioneta directo al hospital mientras Ares iba perdido en sus propios pensamientos.Le había dicho a Amelia que no quería dejarla sola, habían pasado días con algunos dolores incómodos, y aunque tenía gente al servicio las veinticuatro horas con ella y Maxi, sabía que, en cualquier omento, iba a requerir una urgencia ante su estado de embarazo avanzado.Le temblaba el cuerpo y el alma, sentía que quería transportarse directo a los brazos de Amelia y saber que ella estaba bien, y la impotencia que ahora lo gobernaba, estaba sacándolo de él mismo.—Más rápido… —dijo apenas en un susurro y Anthony ni siquiera respondió cuando afincó aún más el acelerador.Ares casi corrió c
—Mamá… ¡Los invitados están llegando! Un año después, la casa de los Miller estaba llena de risas y felicidad. Amelí, vestía un adorable vestido rosa, y sonreía cuando su hermano le hacía algunas muecas. Habían decorado el jardín de rosa, había enormes peluches, y algunas personas que eran cercanas a su familia. —¿Puedes creer que ha pasado un año desde que llegó a nuestras vidas? —Es increíble cómo el tiempo vuela —respondió Amelia, con una sonrisa—. Pero cada momento ha sido maravilloso… aunque no puedo negar que mucho más complicado… Maxi nunca requiero tanta atención, en cambio, esta chica, ella era un volcán… Ares sonrió y luego le extendió los brazos a Amelí, que apenas se giró y sonrió como si él fuese su héroe. —¡Feliz cumpleaños, princesa! —exclamó Ares, y fue hasta ella levantándola en los brazos, depositando un suave beso en la frente de Amelí. —Papá… Amelí me escogió a mí como la persona que abrirá sus regalos. Amelia se rio y todo salieron al jardín a saludar a los
Amelia.—¿Crees que sea posible?Ares me observó con una sonrisa, esa misma que me había enamorado locamente de él, a pesar de que teníamos solo meses de estar viéndonos.—Todo es posible, si lo quieres…—Bueno, mírate tú… estás por ingresar a las fuerzas armadas… pese a… —me frené de golpe, y su rostro se puso serio.—Dilo… pese a mi condición económica…—No quise decirlo así…—No importa baby… ¿Crees que eso me ofende? Para nada… voy a ser el mejor militar… incluso iré más allá… llegaré a lo más alto…Sonreí.—¿Serás capitán algún día? ¿Incluso un general de la fuerza armada? ¿Me salvarás de mi propia familia?—Seré algo de lo que puedas estar orgullosa… en mis brazos siempre estarás segura —sus dedos delinearon mi mandíbula y me sonrojé.—Por favor… no me dejes… —Ares frunció el ceño y se acercó.—Nunca… no si no sueltas mi mano… esperaremos un año más… cuando ya esté formal en la escuela… te raptaré y te llevaré al fin del mundo… —Eso espero… porque yo iría a ese fin del mundo po
Amelia.Seis años después… Edric era un hombre frío y calculador, una careta social, y un hombre a que la misma ley respetaba. Pero él estaba muy lejos de ser un hombre justo y recto, y, sobre todo, aquel que decía estaba perdidamente enamorado de su esposa, y a la que trataba como una reina ante la sociedad.Él me veía más como una posesión, una que no estaba dispuesto a perder, y la que, de forma obsesiva, celaba hasta con el personal de la casa.Esta noche no era la novedad, luego de cinco años que literalmente habían sido una supervivencia para mí, estábamos llegando de una fiesta importante, mientras él me apretaba el brazo con fuerza metiéndome a la habitación.Retuve mis lágrimas como siempre, me mordí la boca, sabía que cuando las puertas en su mansión se cerraban, Edric era otro.—¡Eres una maldita perr@…! —recibí mi primera bofetada de la noche, y callé.La primera vez que este hombre me abofeteó, fue cuando decidí contarle sobre mi embarazo, del que, por supuesto, él no fo
Ares Miller.General mayor de la fuerza armada americana, (OF 10 rango más alto)Caminé con prisa y me metí al primer baño que vi, estrellando el maletín de mierd@ que había en mis manos contra la pared.Apreté mi mandíbula, y luego miré a la nada, sin poder evitar golpear la pared con fuerza mientras trataba de acompasar mi respiración.¿Qué era esta mierd@?Tomé el teléfono celular y marqué al número, y en un solo tonó, escuché:—General… lo escucho, señor…—¿Cómo carajos no investigaron primero? ¿Quién estaba al frente cuando no me dijeron sobre la esposa de esa mierd@?Hubo un silencio largo, y me apreté los ojos.—General Miller… yo…—¿Todo lo tengo que hacer yo? ¡Ni siquiera debía estar aquí, maldita sea!—Hablaré con el Teniente Collins…—¡Dile al Teniente que se vaya a la mierd@! —casi grité al teléfono, y colgué la llamada.Fui rápidamente al lavamanos y abrí la llave para mojarme las manos, y odié tener un traje para esta ocasión.Mi extremo de perfección me había traído aqu
Amelia. —Mamá… ¿Estás bien? —parpadeé varias veces y miré a Máximo. —Sí… —Tienes rato mirando a la nada… ¿Segura de que estás bien? ¿Es papá? —mis ojos se nublaron mucho, y sentí un nudo enorme en la garganta. Recordé el momento de ayer en esa reunión, cuando a la fuerza tuve que salir de esa sala y vomitar hasta que mi estómago se vació. Nunca en mi vida había estado tan nerviosa y con tanto miedo, y ahora que Máximo estaba frente a mí, me arrojé a sus brazos, como si él fuese el adulto. —Mamá… tranquila… —sus manitas de apenas cinco años acariciaron mi cabello, y dejé que las lágrimas salieran. —Solo… no es nada… —sequé mis lágrimas rápidamente y luego tomé su carita—. ¿Cómo fue tu día de escuela…? —Bien… quería saber, ¿por qué debo estar listo para la cena con ropa de salir? Papá me dijo qué… Mis manos temblaron mucho. Edric había invitado a Ares a una cena esta noche, y yo me estaba volviendo loca. —Tendremos un invitado muy importante para papá… pero quiero pedirte algo
Ares Miller. —Mamá… —Solo me giré para ver al chico que se restregó los ojos, y tapó su rostro, además que su posición no me permitía verlo de frente, pero parecía tener un problema y Amelia se fue casi corriendo para abrazarlo y subirlo a su cuerpo. —Cariño… vamos a la cama. Estaba manteniendo mi seguridad aquí, pero saber que tenía un hijo ahora, también rompió algo dentro de mí. Esta misión que tomé para encubrir a Collins era una mierd@ y él me iba a escuchar muy pronto. Mi mandíbula se tensó y quité la mirada para observar a Rausing que tenía su ceño fruncido, y también recordé cómo le tomó el brazo a Amelia. Cintia, otro agente al servicio, me tocó la rodilla y con sus ojos me señaló a Rausing que estaba tomando un cigarrillo de su chaqueta mientras sus dedos temblaban ligeramente. Parecía sacado de su genio, como si algo le estuviese molestando. —Mi hijo… Máximo… lástima que no lo conozcan, mi esposa dijo que estaba murto del sueño, pero parece que… no era así… —Hasta
Amelia. Literalmente el alma se me salía cuando llegué arriba, y me metí a la habitación principal sosteniendo la mano que me ardía. Necesitaba acompasar mi respiración, pero cuando sentí que la puerta se estaba abriendo, corrí al baño tomando el botiquín y sacando todas las cosas. —¡Qué coños! ¡Esto es una cena importante y estás desaparecida! —me pegué a la pared. —No podía estar con esta mano sangrando… —¿Qué es lo que te pasa? ¿Qué fue eso allá abajo? —traté de mantenerme, y abrí la boca. —Sabes que tu hermana… —¡Y un carajo! ¡Se supone que estoy en un put* negocio que me traerá millones, joder! —brinqué un poco ante su grito, y mi mente recordó las palabras de Ares. “Son negocios” pero muy dentro de mí sabía que había algo más. Por supuesto, nunca lo delataría, además, ni siquiera sabía nada de su vida, ni tampoco cómo había hecho para abandonar la academia militar. Cerré el botiquín sin decir una palabra, pero su mano en mi cuello me estrelló contra la pared. —No enti