CAPÍTULO 4

Amelia.

—Mamá… ¿Estás bien? —parpadeé varias veces y miré a Máximo.

—Sí…

—Tienes rato mirando a la nada… ¿Segura de que estás bien? ¿Es papá? —mis ojos se nublaron mucho, y sentí un nudo enorme en la garganta.

Recordé el momento de ayer en esa reunión, cuando a la fuerza tuve que salir de esa sala y vomitar hasta que mi estómago se vació.

Nunca en mi vida había estado tan nerviosa y con tanto miedo, y ahora que Máximo estaba frente a mí, me arrojé a sus brazos, como si él fuese el adulto.

—Mamá… tranquila… —sus manitas de apenas cinco años acariciaron mi cabello, y dejé que las lágrimas salieran.

—Solo… no es nada… —sequé mis lágrimas rápidamente y luego tomé su carita—. ¿Cómo fue tu día de escuela…?

—Bien… quería saber, ¿por qué debo estar listo para la cena con ropa de salir? Papá me dijo qué…

Mis manos temblaron mucho.

Edric había invitado a Ares a una cena esta noche, y yo me estaba volviendo loca.

—Tendremos un invitado muy importante para papá… pero quiero pedirte algo…

Máximo frunció su ceño y asintió.

—Vamos a decirle a papá que estás muy cansado… y quieres dormirte cuanto antes… ¿De acuerdo? No quiero que estés presente en esa cena…

—¿Por qué mamá? Ni siquiera sé si voy a tener sueño… —apreté mis dientes.

Aún temblaba como una desquiciada.

—No me gustan los temas que se va a tocar allí… no es para niños… además, ¿no tienes una actividad importante mañana en la escuela?

Él alzó los hombros no muy contentos, y siguió mirándome de forma inquisitiva.

—Mamá… si te sientes mejor que no esté… entonces está bien, tendré sueño temprano…

Mi boca se apretó, abracé a Máximo con fuerza.

—¿Sabes que lo eres todo para mí? Que vivo por ti y para ti…

—Si…

—Eres todo para mi Maxi… todo…

—Pero no llores mamá… ¿De acuerdo? —los deditos de Máximo limpiaron las lágrimas de mis ojos, y luego la puerta se abrió, haciéndonos saltar a ambos.

Edric entró en el momento y me miró con extrañeza.

—¿Qué pasa? —negué.

—Nada…

—Mamá se siente tensa… —apreté la mano de Máximo.

Edric sonrió un poco y luego llegó a él para moverle el cabello.

—Hoy verás a tus abuelos… ¿Qué te parece? —mis ojos se abrieron y me puse de pie.

—¿La cena está cancelada? —Pregunté con un poco de alivio.

—Por supuesto que no… mis padres estarán presentes, al igual que mi hermana… ¿Qué te parece? Todo en comunidad para los negocios…

Me sentí desvanecer ante la situación.

—¿Cuándo planeabas decírmelo? Se supone que mandé preparar poca comida… —Edric se giró y se quitó la corbata.

—Ya he hablado en la cocina… solo tienes que… —él se giró y miró a Máximo mientras mis manos se posicionaron en los hombros de mi chico—. Juega afuera Máximo…

—Si papá…

Máximo salió enseguida, y la puerta se cerró.

—Solo tienes que ser una anfitriona dedicada, que ama a su marido y a la familia de su marido.

—Tu hermana es insoportable…

—¿De verdad?

—Debiste mantener esta cena privada, Edric…

—No me da la gana… además, nuestro acompañante estará con su esposa, qué sé yo…

Mi boca tembló un poco.

—¿Es casado? —Edric se giró y achicó los ojos.

—No lo sé… tal vez, dijo que vendría acompañado, así que lo supongo… ¿Tienes algún problema con eso…? —entonces negué.

—Lo pregunto porque… sería genial compartir con su esposa…

—Más te vale que seas buena, porque es un trato importante…

Me senté en la cama cuando Edric se metió a la ducha, y miré mis manos.

Ni siquiera sabía cómo iba a poder soportar esta cena, y menos con la presencia de Ares.

Lo que no podía entender es por qué era un empresario, si él incluso podía ser un teniente ahora. Y por qué se hacía llamar “William”

¿Quería vengarse de mí? ¿Sabía lo de Maxi?

No pude evitar meterme en la habitación de mi propio closet cuando Edric cerró la llave del agua, y me descargué en llanto. Entonces, cuando Edric se fue de la habitación, tomé mi teléfono y le marqué a la única persona que podía contarle algo.

—Amelia… ¿Todo bien?

—Emily… Es Ares… él está aquí…

—¡Dios Santo!

***

Recogí la pulsera por segunda vez que me estaba colocando en la muñeca, y luego me miré en el espejo. No recordaba la última vez que me había arreglado con esmero, y los toques en la puerta me alertaron de que ya no tenía escapatoria.

—Señora… el chef dice que está listo para que revise el menú…

—Gracias, iré en un minuto.

Terminé de colocarme perfume y luego caminé a la habitación de Máximo que estaba colocando los libros en su biblioteca.

—Ya le dije a papá que no bajaría… que estaba agotado por la piscina de hoy… —y le sonreí dándole un beso en la mejilla.

—Muchas gracias… vendré más tarde…

Máximo asintió, y bajé para comprobar la comida.

Ordené preparar la mesa, y escuché cómo el sonido de llegada a la casa resonó por toda la planta.

Mis palmas se frotaron muchas veces, y me levanté tomando el aire suficiente, cuando vi entrar a mis suegros, y a la hermana de Edric.

—Buenas noches… —me quedé de pie, y erguida, viendo cómo Edric los saluda y los invitaba a entrar.

—Amelia, querida… —besé las mejillas de mis suegros, y luego miré directamente a Jessia.

—Cuñada… —ella me sonrió dándome una mirada larga—. ¡Qué guapa estás!

—Gracias… pasen a la mesa… —Edric sonrió todo el tiempo, y cuando el timbre volvió a resonar, vino a mi lugar para tomarme de la mano.

—Nuestro invitado especial… —reprimí mis ojos, y luego abrí la boca.

Podía jurar que los latidos de mi alma se escuchaban en toda la casa cuando el servicio abrió la puerta, y ese traje, pegado a su cuerpo, solo me hicieron temblar.

Ares venía vestido de negro, con una camisa blanca que hacía relucir su piel dorada. Y aunque si había una mujer a su lado, yo no pude detallarla ni un segundo, cuando eran sus ojos lo que observaba directamente.

Había algo que él no había perdido, y esa era su rudeza, bajando despacio sin perder su esencia, tomó la mano de aquella mujer castaña, y yo parpadeé cuando mis ojos se nublaron.

—Bienvenidos… —Escuché que Ares presentó a la mujer, y Edric besó su mano.

—¿Amelia? —parpadeé varias veces y me giré a Edric—. Cintia, la novia de nuestro socio…

Por primera vez me giré a la mujer, y luego extendí la mano.

—Amelia…

—Amelia Rausing… —Completó Edric, y yo asentí.

—Mucho gusto, Cintia…

—Ammm… bienvenidos… —me giré hacia Ares—. ¿Señor…?

—William… —apretó él con tono grueso, y afirmé.

—Si… señor William, pueden pasar a la mesa…

Ares me quedó mirando fijo, y sin disimular, bajó a detallar mi cuerpo, luego, tomó la mano de la mujer, y caminó hacia donde el servicio lo condujo.

—¿Qué está pasando contigo? —Edric me zarandeó el brazo bruscamente, e hice un gesto en mi rostro, y estaba a punto de quitarle la mano, cuando mis ojos se posicionaron en Ares, que, a lo lejos, nos estaba mirando…

—Suéltame… el señor Parker nos observa ahora mismo.

Edric cambio su postura, y se puso de espaldas a Ares, para mirarme y sostenerme la barbilla.

—Si lo arruinas… atente a las consecuencias…

Y yo solo vi cómo Edric se fue al comedor, pero todavía tenía los ojos de Ares encima de mí, cuando vi que Máximo estaba en la escalera.

—Mamá… —y todos se giraron de golpe en su dirección, mientras a mí, me temblaba la vida…

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