—Futura señora Miller… el auto está esperando… —Amelia soltó el aire, totalmente nerviosa, y se miró nuevamente al espejo.—¿Me veo bien?—Te ves radiante, bella… feliz… —Ella sonrió ante el comentario de Emily y le tomó las manos.—No quiero ser pesimista…—Entonces no lo seas… y no digas las palabras.—Emily a veces siento que estoy soñando…—Es normal Amelia… pasaste por mucho, pero mira la vida, estás en un punto ahora que no esperabas.Amelia negó.—Hoy serán dos cosas importantes… me casaré con el hombre que amo, y conoceré el sexo de mi bebé… incluso me dan ganas de llamar a la agencia del pastel de bodas, porque me moriré de las ansias…—¡Ay, yaaa…! —Emily la abrazó—. Me estás poniendo nerviosa…En el instante, la organizadora de bodas, tocó la puerta.—Señora Amelia… ya es hora…—Sí, lo sé… vamos…Emily nunca le soltó la mano, incluso se fue en el mismo auto por petición de Amelia, y no hablaron en todo el camino.Fue alrededor de unos cuarenta y cinco minutos en que Ares esp
Amelia se sintió tan atendida, y disfrutó la sesión de fotos en la iglesia como ninguna otra novia, además de que Máximo estaba con el humor perfecto.Y después de que se terminaron, Ares se acercó a ella, y le dio un beso profundo que marcó el inicio de una nueva etapa en sus vidas. Se separaron con sonrisas radiantes, sintiendo la felicidad y el amor que llenaba el lugar. Mientras los invitados lanzaban pétalos de rosas y les ofrecían sus felicitaciones, la familia Miller se preparaba para la siguiente fase de la celebración.La recepción estaba decorada con luces suaves y flores a pesar de que era de día, creando un ambiente mágico. Mesas elegantes albergaban a los invitados, quienes compartían risas y anécdotas mientras disfrutaban de la comida y la música.Emily observaba con admiración la escena, sintiendo una profunda alegría por la felicidad de sus amigos y no dudó en compartirlo con el padrino que estaba a su lado.—Me alegra muchísimo por ellos… lo merecen.—Totalmente de ac
Los siguientes días pasaron rápidamente, mientras los tres se prepararon para unas merecidas vacaciones en la isla de Hawái. Y el día antes del vuelo, Máximo estaba emocionado, correteaba por la casa asegurándose de tener todos sus juguetes favoritos empacados, y le preguntaba a Amelia cada rato a qué hora se iban.Incluso se quedó dormido en el sofá con una mochila llena de dinosaurios.—Está extasiado…—Hasta yo… creo que tenemos mucho tiempo sin salir, en realidad… nunca fuimos de vacaciones.Ares miró su reloj, y sonrió.—Creo que es hora de levantarlo, hay que llegar al aeropuerto con anticipación…Amelia intentó sentarse en el sofá, pero Ares se acercó a Maxi acariciando su cabello.—Maxi, ¿tienes suficientes dinosaurios para la playa? —le susurró y lo movió varias veces, mientras el chico parpadeó lentamente.—Sí, papá… —su voz fue perezosa y poco entendible.Amelia se rio y negó hacia Ares.—Está muy dormido, tal vez nos vayamos sin él.Pero prontamente Maxi notó que ambos lo
—Debo irme, con urgencia… —Ares salió de la sede como un demonio mientras Anthony corrió detrás de él.—Pero… ¿Qué dijeron?—Ha roto fuente… es todo…Anthony podía ver como las manos de Ares temblaban y se metió delante de él quitándole las llaves de la camioneta.—Yo manejo, ni puedes pensar por ti mismo.Arrancó la camioneta directo al hospital mientras Ares iba perdido en sus propios pensamientos.Le había dicho a Amelia que no quería dejarla sola, habían pasado días con algunos dolores incómodos, y aunque tenía gente al servicio las veinticuatro horas con ella y Maxi, sabía que, en cualquier omento, iba a requerir una urgencia ante su estado de embarazo avanzado.Le temblaba el cuerpo y el alma, sentía que quería transportarse directo a los brazos de Amelia y saber que ella estaba bien, y la impotencia que ahora lo gobernaba, estaba sacándolo de él mismo.—Más rápido… —dijo apenas en un susurro y Anthony ni siquiera respondió cuando afincó aún más el acelerador.Ares casi corrió c
—Mamá… ¡Los invitados están llegando! Un año después, la casa de los Miller estaba llena de risas y felicidad. Amelí, vestía un adorable vestido rosa, y sonreía cuando su hermano le hacía algunas muecas. Habían decorado el jardín de rosa, había enormes peluches, y algunas personas que eran cercanas a su familia. —¿Puedes creer que ha pasado un año desde que llegó a nuestras vidas? —Es increíble cómo el tiempo vuela —respondió Amelia, con una sonrisa—. Pero cada momento ha sido maravilloso… aunque no puedo negar que mucho más complicado… Maxi nunca requiero tanta atención, en cambio, esta chica, ella era un volcán… Ares sonrió y luego le extendió los brazos a Amelí, que apenas se giró y sonrió como si él fuese su héroe. —¡Feliz cumpleaños, princesa! —exclamó Ares, y fue hasta ella levantándola en los brazos, depositando un suave beso en la frente de Amelí. —Papá… Amelí me escogió a mí como la persona que abrirá sus regalos. Amelia se rio y todo salieron al jardín a saludar a los
Amelia.—¿Crees que sea posible?Ares me observó con una sonrisa, esa misma que me había enamorado locamente de él, a pesar de que teníamos solo meses de estar viéndonos.—Todo es posible, si lo quieres…—Bueno, mírate tú… estás por ingresar a las fuerzas armadas… pese a… —me frené de golpe, y su rostro se puso serio.—Dilo… pese a mi condición económica…—No quise decirlo así…—No importa baby… ¿Crees que eso me ofende? Para nada… voy a ser el mejor militar… incluso iré más allá… llegaré a lo más alto…Sonreí.—¿Serás capitán algún día? ¿Incluso un general de la fuerza armada? ¿Me salvarás de mi propia familia?—Seré algo de lo que puedas estar orgullosa… en mis brazos siempre estarás segura —sus dedos delinearon mi mandíbula y me sonrojé.—Por favor… no me dejes… —Ares frunció el ceño y se acercó.—Nunca… no si no sueltas mi mano… esperaremos un año más… cuando ya esté formal en la escuela… te raptaré y te llevaré al fin del mundo… —Eso espero… porque yo iría a ese fin del mundo po
Amelia.Seis años después… Edric era un hombre frío y calculador, una careta social, y un hombre a que la misma ley respetaba. Pero él estaba muy lejos de ser un hombre justo y recto, y, sobre todo, aquel que decía estaba perdidamente enamorado de su esposa, y a la que trataba como una reina ante la sociedad.Él me veía más como una posesión, una que no estaba dispuesto a perder, y la que, de forma obsesiva, celaba hasta con el personal de la casa.Esta noche no era la novedad, luego de cinco años que literalmente habían sido una supervivencia para mí, estábamos llegando de una fiesta importante, mientras él me apretaba el brazo con fuerza metiéndome a la habitación.Retuve mis lágrimas como siempre, me mordí la boca, sabía que cuando las puertas en su mansión se cerraban, Edric era otro.—¡Eres una maldita perr@…! —recibí mi primera bofetada de la noche, y callé.La primera vez que este hombre me abofeteó, fue cuando decidí contarle sobre mi embarazo, del que, por supuesto, él no fo
Ares Miller.General mayor de la fuerza armada americana, (OF 10 rango más alto)Caminé con prisa y me metí al primer baño que vi, estrellando el maletín de mierd@ que había en mis manos contra la pared.Apreté mi mandíbula, y luego miré a la nada, sin poder evitar golpear la pared con fuerza mientras trataba de acompasar mi respiración.¿Qué era esta mierd@?Tomé el teléfono celular y marqué al número, y en un solo tonó, escuché:—General… lo escucho, señor…—¿Cómo carajos no investigaron primero? ¿Quién estaba al frente cuando no me dijeron sobre la esposa de esa mierd@?Hubo un silencio largo, y me apreté los ojos.—General Miller… yo…—¿Todo lo tengo que hacer yo? ¡Ni siquiera debía estar aquí, maldita sea!—Hablaré con el Teniente Collins…—¡Dile al Teniente que se vaya a la mierd@! —casi grité al teléfono, y colgué la llamada.Fui rápidamente al lavamanos y abrí la llave para mojarme las manos, y odié tener un traje para esta ocasión.Mi extremo de perfección me había traído aqu