CAPÍTULO 3

Ares Miller.

General mayor de la fuerza armada americana, (OF 10 rango más alto)

Caminé con prisa y me metí al primer baño que vi, estrellando el maletín de mierd@ que había en mis manos contra la pared.

Apreté mi mandíbula, y luego miré a la nada, sin poder evitar golpear la pared con fuerza mientras trataba de acompasar mi respiración.

¿Qué era esta mierd@?

Tomé el teléfono celular y marqué al número, y en un solo tonó, escuché:

—General… lo escucho, señor…

—¿Cómo carajos no investigaron primero? ¿Quién estaba al frente cuando no me dijeron sobre la esposa de esa mierd@?

Hubo un silencio largo, y me apreté los ojos.

—General Miller… yo…

—¿Todo lo tengo que hacer yo? ¡Ni siquiera debía estar aquí, m*****a sea!

—Hablaré con el Teniente Collins…

—¡Dile al Teniente que se vaya a la mierd@! —casi grité al teléfono, y colgué la llamada.

Fui rápidamente al lavamanos y abrí la llave para mojarme las manos, y odié tener un traje para esta ocasión.

Mi extremo de perfección me había traído aquí, aun cuando era el jefe de la armada, no había tenido confianza suficiente para dejar en manos esta misión a nadie más, después de que el Teniente Collins sufriera un accidente.

Él era la persona que había trabajado todos estos meses en el caso, y el que estaría encubierto como el empresario William Parker, una figura creada por la CIA.

Yo debía estar sentado en una silla enviando los comandos, colocando a gente infiltrada en este caso, pero me había empecinado con este maldit* hombre que no habíamos podido joder y ya me estaba hartando.

Así que después de saber que Collins no podía con sus piernas partidas, yo mismo tomé la decisión.

Y ahora me encontraba con que Collins no me informó sobre que el maldit* estaba casado con Amelia… la única mujer que no quería volver a ver en mi vida.

Apreté mis puños y tomé el aire, entonces, mi teléfono volvió a sonar.

Era el teniente Collins.

—General… ¿Me dijeron que tiene una complicación?

—¿Complicación? La esposa del tipo me conoce… se supone que debías alertarme sobre eso…

—Señor, no tenía idea que conocía a la esposa del hombre… —apreté la boca.

Ni siquiera podía decir que se trataba de una mujer de mi pasado, porque qué podía importarles a mis inferiores. Pero este plan se iba a joder si ella al menos decía que había ido a la escuela militar alguna vez.

—Teniente Collins envíeme la investigación completa, y lo que investigó de ella… solo tengo información de Edric Rausing…

—No hay mucho de ella… no es tan importante, así que como fue de último momento, solo le envié lo necesario…

—Teniente… —apreté con amenaza.

—Sí, mi general, enseguida… aunque no creo que sea una amenaza para la misión.

Volví a finalizar la llamada negando, y vi el maletín en el suelo, que pateé en el instante nuevo.

Acomodé las mangas de mi camisa, y luego me miré en el espejo, mientras las imágenes volvían a mí como un rayo.

“Ares… perdóname, pero no puedo seguir con esto, yo… merezco una vida mejor, y creo que no será contigo… por favor, haz tu vida y no me busques, no quiero tener problemas con mi familia, me he dado cuenta de que debe priorizar, y tú no eres una opción… Amelia…”

—Me importará una jodida mierd@ que hayas decidido este camino… te hundirás también con tu marido…

Ajusté mi chaqueta, y tomé el maletín. Salí del baño rumbo a la sala de reuniones, y la mujer asistente volvió a mirarme con lujuria como cuando llegué.

—Bienvenido, de nuevo… —asentí lentamente y entré al lugar.

Era evidente que había una tensión en esa sala, y luego los ojos de Rausing, el hombre que la CIA le había puesto el ojo, me observó como si fuera su salvador.

Y tuve que sonreír.

—La llamada era importante —el idiota sonrió haciendo que no le importaba, y luego mis ojos se desviaron nuevamente a ella.

Parecía que tenía binoculares en mis ojos cuando detallé su boca abierta, y juraba que sus labios temblaban. Bajé a su pecho agitado, y luego a sus manos empuñadas.

Su cuerpo había cambiado un poco, estaba más atlético, y tenía más curvas.

Era evidente que estaba afectada por mi llegada, tal vez tenía miedo, aunque ella misma podía delatarme. 

Sin embargo, mi función era jugar.

—Siéntese por favor… —me encantaría asesinar a Rausing de una vez y por todas, pero la ley era mi guía, así que, nada… me senté—. Y bien, señor Parker…

También le iba a sacar el aire a Collins por esta mierd@ de apellido.

Asentí.

—Estoy aquí por negocios… —el maldit* de Rausing se acomodó la chaqueta y sonrió.

—Y yo… créame, estoy abrumado en gran manera de que una persona como usted, se una conmigo… revisé el sitio de internet… usted tiene las mejores calificaciones de la bolsa…

Y eso se lo debía a la CIA, por crear un perfil perfecto.

—Sí… donde pongo el ojo… pongo la bala… —esta vez miré a Amelia que parecía perdida en ella misma.

—Ella es mi esposa… Amelia Rausing… —Amelia alzó el rostro, me levanté de la mesa, y extendí la mano.

—Un placer, señora Rausing… —ella miró mi mano y luego a su esposo.

Rápidamente, puso la mano encima de mi palma, y todo volvió, como si los put*s cinco años, no hubiesen cauterizado mi jodida piel.

Amelia iba a retirar su mano como si se intoxicara, pero se la apreté con fuerza.

—William Parker… —y sus ojos se abrieron con incredulidad.

—Señor Parker… ¿Entonces ya conoce mis instalaciones? ¿Cree que podemos hacer negocios? —Rausing tenía prisa, pero noté que estaba descontrolado internamente por mi toque con su esposa.

Aunque tenía mis ojos prendados en los ojos color miel de Amelia, que nunca se fueron de mi mente, me obligué a mirarlo a él, que movía la rodilla sin parar.

¿Era solo el negocio, o estaba celoso?

De todas formas, él era el hombre que hundiría, hasta que, literalmente, tragara toda la mierd@ del suelo.

—He investigado lo suficiente… y por supuesto que haremos un trato… —respondí secamente.

Mi sonrisa se ensanchó con la suya, podía ver el brillo de triunfo en sus ojos, porque el muy hijo de put@ pensaba que estaba cerrando un trato millonario, pero solo era el inicio de su caída.

Y aun con mi sonrisa en la boca miré a Amelia, que parecía aún en estado de Shock. Era una lástima que ella también cayera, pero, de todas formas, ella lo merecía…

Y debía ingeniarme un plan perfecto, además del que estaba ejecutando, para que ella ni siquiera mencionara mi carrera militar de un inicio. Tal vez le inventara que nunca me había ido, y quizás me creyera que, así como su esposo, también estaba hundido en negocios ilícitos.

Quizás así también le atrajera, sería una buena idea, porque ella, ella era amante del dinero y de los lujos… y William Parker, además de Ares, lo tenían de sobra…

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