—Señorita… señorita Amelia… —Amelia sintió que alguien la sacudía y abrió los ojos con dificultad.Se sentía muy pesada y le dolía todo el cuerpo.Cuando ella se giró haciendo un gesto de dolor en su brazo, notó que la había inyectado de nuevo.Lucy estaba delante de ella con preocupación en sus ojos, y ella intentó decir algo.—Tengo sed… —Lucy asintió con temblor en sus manos, estaba preocupada por su señora, y tomó un vaso de agua de la encimera y la ayudó a sentarse, solo que Amelia estaba muy descoordinada.Tomó el agua como una sedienta y luego se agarró la cabeza. Extrañaba a Maxi con locura, y solo pedía a gritos en su inconsciencia, que Ares no se atreviera a venir a donde ella estaba.Prefería tenerlos lejos y salvos, que en peligro con este hombre loco.—El señor… quiere que usted baje a comer…—Está loco…—Señora Amelia… por favor…—Déjalo que me mate, Lucy.—Él nunca lo va a hacer, y usted lo sabe… por favor, acompáñeme, me mandó buscarla…Amelia hizo un gesto de negació
Era una revelación impensable que definitivamente cambiaba todos los planes de Amelia, y sus ganas enormes de rendirse ante Edric. La noticia del embarazo de Amelia cayó como una bomba en la sala. Las palabras del médico resonaron en sus oídos, y Amelia sintió que el mundo entero se desmoronaba a su alrededor. Su mente luchaba por procesar lo que acababa de escuchar, mientras la mirada amenazante de Edric se clavaba en ella.—¿Embarazada? —La voz de Edric sonaba llena de sorpresa, incredulidad y furia al mismo tiempo.Amelia se aferró al asiento, tratando de asimilar la noticia. No había planeado esto, ni siquiera lo había considerado como una posibilidad en su situación. Ella seguía tomando sus píldoras, así que su mente se llenó de preguntas y temores, y por un momento, se sintió completamente vulnerable.Y lo más loco de todo, es que, en este tiempo, no había tenido intimidad con Edric ni una sola vez.—Sí, señor. Los resultados son concluyentes. La señora Rausing está embarazada.
El aire frío de la noche cortaba la piel de Amelia mientras se encontraba atrapada en manos de los misteriosos hombres encapuchados. Sus pulmones trabajaban a toda velocidad mientras trataba de recuperar el aliento después de su arriesgada huida a través del enjambre natural y el jardín de la mansión.Aunque luchaba por contener el miedo que la invadía, Amelia sabía que debía mantener la calma para proteger a su hijo, pero le estaba siendo muy difícil tomar el aliento cuando esos hombres la metieron a una camioneta negra, y ahora mismo no sabía qué era peor.Los hombres la miraron, sus rostros ocultos bajo las capuchas, lo que solo aumentaba el misterio y el terror que Amelia sentía en ese momento hasta que uno de ellos dijo:—Ella está fuera jefe…Amelia negó todo el tiempo con las lágrimas en sus ojos, y la camioneta comenzó a andar rápidamente.—Se los pido… no me lleven con él…Uno de ellos miró al otro y negó.—Quédese tranquila…—¿Quiénes son ustedes? ¿Me llevarán a donde Edric?
El corazón de Ares se detuvo por un momento al escuchar las palabras del médico. El shock lo invadió mientras intentaba procesar la información.Amelia estaba embarazada.La revelación le golpeó con una fuerza inesperada, pero también le brindó una oleada de emociones contradictorias. Y trató de respirar todo se estaba volviendo un caos, pero un bebé…—¿Está seguro de lo que está diciendo? —preguntó Ares, con un nudo en la garganta.El médico asintió, observando la expresión preocupada de Ares.—Aunque necesitamos realizar pruebas adicionales para confirmarlo, los signos, más su confesión, apuntan en esa dirección. Es crucial que la lleve a un hospital lo antes posible para una evaluación exhaustiva. Podemos hacerlo en nuestro hospital privado donde sabes la seguridad será esencial… puedes estar tranquilo…Ares asintió en silencio, su mente llena de preocupación y responsabilidad. El futuro repentinamente se volvió más complicado, y la seguridad de Amelia y su hijo se convirtió en su
Ares estacionó la camioneta frente al hospital privado, y con cuidado ayudó a Amelia a bajar. Ella se aferraba a su brazo, débil y temblorosa.—Voy a alzarte de nuevo… —ella negó varias veces.—No… deja que camine un poco… me siento entumecida.—Está bien, pero hazlo con cuidado, estás muy débil…—Ares… —ella se detuvo—. Gracias… yo…—General… —ambos se volvieron, y Amelia frunció el ceño significativamente—. El médico los espera señor… el teniente también…Ares lo hizo callar alzando su palma y miró a Amelia.—Vamos…—¿General? —ella preguntó, y él se apresuró a que entraran.Además, por toda la situación, ella no había reparado en nada, pero este no era el hospital principal del condado, de hecho, nunca en su vida la había visto.Dentro todos parecían uniformados de militares, y algunos médicos en bata blanca.A Ares se dirigían con mucho respeto, y luego ella fue pasada a una habitación.Amelia fue sometida a una serie de evaluaciones médicas mientras Ares esperaba ansiosamente. De
Al menos fueron tres días enteros en el hospital, y Ares se mantuvo vigilante al lado de Amelia, mientras los médicos continuaban supervisando su estado y el desarrollo del bebé. A medida que los días pasaban, Amelia mostraba signos de mejoría, aunque seguía siendo frágil y necesitaba reposo.Ares se aseguró de que la seguridad en el hospital estuviera reforzada, a pesar de que era un hospital militar y que ninguno de sus nombres se mezclara entre el personal, mientras Cintia, de forma voluntaria, había estado cuidado a Maxi.Por supuesto, Ares iba y venía todo el tiempo, y los días le estaban pasando factura cuando Amelia le tomó la mano.—Debes estar agotado… —él negó masajeando su mano.—No… solo quiero seguir desde cerca todo este lío sin descanso.Amelia apretó la boca, quería hacerle muchas preguntas, y extrañaba mucho a Maxi.—Ares, no puedo evitar sentirme culpable por todo lo que ha sucedido. No solo puse en peligro mi propia vida, sino también la tuya y la de Maxi.Ares apre
—Por favor, Edric… te lo suplicamos… —Edric se giró para ver a los padres de Amelia bañados en sudor y lágrimas, y… a uno de sus hermanos muerto, que yacía en el suelo. —Tomen… llámenla… y no solo le pidan, dígale que mataré a su otro hermano en… —él miró su reloj—. Una hora si ella no llega. Henry miró a Rausing y sacó su teléfono celular, mientras los sollozos de su esposa lo desquiciaban. Él marcó, pero la llamada se desvió al buzón de mensajes instantáneamente y las gotas de sudor, resbalaron por su frente. No levantó la cabeza para mirar a aquel demonio que no tenía límites, y aunque el teléfono se le resbalaba de las manos, volvió a marcar, aunque estaba completamente desestabilizado, y Edric apuntaba a la cabeza de su hijo mayor… Pero el buzón fue lo único que sus oídos escucharon, y aunque no quería hacerlo de nuevo, miró a Edric con desespero. —Parece que… ella no… no contesta. Edric torció la boca, y alzó los hombros. —Te quedan… cincuenta y ocho minutos… el tiempo cor
—¿Te sientes fresquito con ese baño? —Máximo asintió soñoliento mientras Amelia acarició su cabeza.Ella quería despedir a Ares, pero necesitaba que Maxi se quedara totalmente dormido.—Quiero contarte una historia, quizás podamos responder todas tus incógnitas por la mañana…—Está bien mamá… —Máximo bostezó y le miró con atención.—Había una vez una chica… —los ojos de Amelia se pusieron muy nublados, y trató de parpadear rápido—. Que… tenía muchos sueños, pero el mayor de ellos, era ser muy feliz con el amor de su vida…—¿Cómo se llamaba esa chica? —Maxi se interesó y ella negó.—Recuerda, las preguntas para la mañana… —tocó su nariz y le dio un beso corto—. Ella quería vivir una vida con este chico, al cual amaba mucho… pero de pronto, la tragedia llegó a su vida…La noche cayó sobre la ciudad como un manto oscuro y tenso, y Amelia cerró la puerta de la habitación cuando Maxi se durmió para ver que Ares estaba de pie mirando hacia la nada hasta que notó su presencia.Él levantó la