—Por favor, Edric… te lo suplicamos… —Edric se giró para ver a los padres de Amelia bañados en sudor y lágrimas, y… a uno de sus hermanos muerto, que yacía en el suelo. —Tomen… llámenla… y no solo le pidan, dígale que mataré a su otro hermano en… —él miró su reloj—. Una hora si ella no llega. Henry miró a Rausing y sacó su teléfono celular, mientras los sollozos de su esposa lo desquiciaban. Él marcó, pero la llamada se desvió al buzón de mensajes instantáneamente y las gotas de sudor, resbalaron por su frente. No levantó la cabeza para mirar a aquel demonio que no tenía límites, y aunque el teléfono se le resbalaba de las manos, volvió a marcar, aunque estaba completamente desestabilizado, y Edric apuntaba a la cabeza de su hijo mayor… Pero el buzón fue lo único que sus oídos escucharon, y aunque no quería hacerlo de nuevo, miró a Edric con desespero. —Parece que… ella no… no contesta. Edric torció la boca, y alzó los hombros. —Te quedan… cincuenta y ocho minutos… el tiempo cor
—¿Te sientes fresquito con ese baño? —Máximo asintió soñoliento mientras Amelia acarició su cabeza.Ella quería despedir a Ares, pero necesitaba que Maxi se quedara totalmente dormido.—Quiero contarte una historia, quizás podamos responder todas tus incógnitas por la mañana…—Está bien mamá… —Máximo bostezó y le miró con atención.—Había una vez una chica… —los ojos de Amelia se pusieron muy nublados, y trató de parpadear rápido—. Que… tenía muchos sueños, pero el mayor de ellos, era ser muy feliz con el amor de su vida…—¿Cómo se llamaba esa chica? —Maxi se interesó y ella negó.—Recuerda, las preguntas para la mañana… —tocó su nariz y le dio un beso corto—. Ella quería vivir una vida con este chico, al cual amaba mucho… pero de pronto, la tragedia llegó a su vida…La noche cayó sobre la ciudad como un manto oscuro y tenso, y Amelia cerró la puerta de la habitación cuando Maxi se durmió para ver que Ares estaba de pie mirando hacia la nada hasta que notó su presencia.Él levantó la
—¿El sonido está activado?—Si… —Anthony respondió por el auricular como un susurro, mientras Ares tomaba sus auriculares de nuevo.—No hagan ruido en absoluto, y tu Anthony dame el monitoreo de la señal de Edric.—Él se está moviendo, pero de forma lenta, aunque viene en esta dirección.—Bien…Y Ares estaba por quitar los binoculares de sus ojos, cuando un auto que no esperaban se estacionó.Movió unos centímetros en la movilidad para acercar más la vista y su respiración se atascó cuando notó que de ese auto, estaba saliendo en coronel Summer, jefe de toda la zona costera del país, y embarcaciones.Su cuerpo se quedó helado, y notó como entró a aquel galpón.—¿General? —la voz de Anthony resonó en sus oídos—. Está viendo lo mismo que yo…Ares pasó un trago grueso.—Lo estoy viendo… —Summer era un hombre de unos cincuenta años.Muy respetado en el ejército, y sobre todo un hombre con experiencia. Junto con Anthony habían tenido intercambios en varias ocasiones, pero sobe todo porque
La tensión era demasiado densa, los hombres de Ares estaban como una piedra, y él se movió rápido saliendo de aquella estructura alta de escombros, mientras su equipo, que no era pequeño, se desplazaba por todo el lugar.Incluso confiaba a ojo cerrado en sus francotiradores, cuando llegó al suelo arenoso, y todo se volvió un compendio de caras sorprendidas a pesar de que todo su equipo llevaba pasamontañas. Las armas se activaron, Summer y Smith se quedaron quietos en las puertas del galpón, pero sus hombres eran muy pocos, comparados con todo el equipo que ahora mismo los estaban rodeando. Anthony se puso delante, y Ares llegó al lugar sin dejar de mirar a sus espaldas, mientras Summer solo miraba de reojo a Smith. —¿Qué es esto? —masculló bajo—. Dijiste que la zona era segura. Smith negó varias veces, e intentó levantar las manos. —¿Quiénes son? —¿Listos? —preguntó Ares de forma apretada, ignorando lo que el hombre preguntó, mientras la tensión se ponía más grande. —Listos, ge
La sede militar estaba sumida en un caos controlado. Ares caminaba por los pasillos con la mirada fija en el suelo y perdido en sus pensamientos mientras esperaba la notificación, y cuando no la recibió, envió otra que decía: “Aléjate del edificio para llamarte” La noche había sido intensa, y estaba agotado, sabía que esto apenas comenzaba, pero después de la reunión, quería ir a abrazar a Amelia, y estar todo el día con ella. Y mientras se dirigía a la sala de reuniones, su mente repasaba los eventos de las últimas horas. Al entrar en la sala, se encontró con la mirada seria y expectante de varios altos mandos militares. La atmósfera estaba cargada de tensión y desconfianza. A medida que Ares avanzaba hacia la mesa principal, las miradas se dirigían hacia él, algunas llenas de expectación, otras de incertidumbre. —Señor, todos están listos para comenzar —informó el oficial a cargo de la reunión. Ares asintió y se sentó en la cabecera de la mesa. La tensión en la sala era palpabl
Amelia parpadeó soñolienta, e intento girarse. Le había parecido que golpearon la puerta, pero los sonidos se hicieron más insistentes y se ayudó con una mano a levantarse de la cama, observando que Maxi dormía plenamente.Miró la hora del reloj. Eran las doce y media de la noche, y bostezó, pero se dio cuenta de que los golpes eran aquí en el departamento.Apretó su bata, y cerró un poco la puerta de la habitación, encendió la luz de la sala, y caminó para mirar por el ojo.Allí estaba Cintia con su hijo, y ella no dudó en abrir.—¿Cintia? —la mujer parecía muy nerviosa, y Amelia la dejó entrar—. ¿Estás bien?Su hijo parecía cansado.—¿Qué ocurre? Es muy tarde…—Gracias por dejarme entrar… —Amelia negó mirando de nuevo al niño.—¿Pasó algo? —Cintia mordió su boca y luego tomó el aire.—Realmente lo siento mucho… mucho… —Cintia estaba muy extraña mientras Amelia pasó un trago.—¿Le pasó algo a Ares? —y la mujer negó.Ella se apartó de su hijo, y luego caminó a la puerta, pasó el segur
El pasillo del edificio resonaba con los pasos apresurados de Ares mientras bajaba hacia el estacionamiento. Su mente estaba en un torbellino, tratando de procesar la traición de Cintia y la desaparición de Amelia y Maxi, como si se le hubiesen escurrido de sus manos.Eso sin contar con la impotencia, y la rabia que corría por sus venas.Se dirigió directamente hacia su camioneta con el ceño fruncido y los puños apretados.El viaje hacia la base militar se sintió eterno, con cada pensamiento dando vueltas en su cabeza.¿Cómo pudo Cintia traicionarlo de esa manera? ¿Qué tenía que ver con el capitán Smith? Las preguntas se acumulaban, pero las respuestas eran esquivas.Al llegar a la base, Ares se apresuró y solo ordenó entrar a donde tenían a Smith y pidió que le quitaran las esposas.Golpeó la puerta con fuerza y entró sin esperar una respuesta, y cuando lo tuvo frente a él, lo golpeó sin compasión, hasta que incluso intervinieron para separarlo del hombre.—¡General…! —alguien pidió,
Aún tenía la adrenalina acumulada en la garganta cuando a toda velocidad manejaba hacia la dirección proporcionada por el traidor Smith. Su mandíbula estaba tensa, los nudillos blanqueaban por la fuerza con la que aferraba el volante. Cada minuto que pasaba le parecía una eternidad, y su mente estaba llena de pensamientos oscuros sobre lo que le esperaba.En el asiento del copiloto, Smith permanecía callado, consciente de que su vida pendía de un hilo. Ares no podía dejar de pensar en cómo Cintia había sido la clave para llegar hasta él, y la sensación de traición se mezclaba con la urgencia de encontrar a Amelia y Maxi antes de que fuera demasiado tarde.Conocía muy bien todo esto, si él no estaba en el momento, este maldit* iba a asesinarlos.—A un kilómetro… me dejas.—El auto que va atrás va a servirte… —Smith miró por el retrovisor y asintió—. Pero Si haces algún movimiento en falso, no habrá negociación… —advirtió Ares mientras desabrochaba la pistola en su cinturón—. Te volaré