La sede militar estaba sumida en un caos controlado. Ares caminaba por los pasillos con la mirada fija en el suelo y perdido en sus pensamientos mientras esperaba la notificación, y cuando no la recibió, envió otra que decía: “Aléjate del edificio para llamarte” La noche había sido intensa, y estaba agotado, sabía que esto apenas comenzaba, pero después de la reunión, quería ir a abrazar a Amelia, y estar todo el día con ella. Y mientras se dirigía a la sala de reuniones, su mente repasaba los eventos de las últimas horas. Al entrar en la sala, se encontró con la mirada seria y expectante de varios altos mandos militares. La atmósfera estaba cargada de tensión y desconfianza. A medida que Ares avanzaba hacia la mesa principal, las miradas se dirigían hacia él, algunas llenas de expectación, otras de incertidumbre. —Señor, todos están listos para comenzar —informó el oficial a cargo de la reunión. Ares asintió y se sentó en la cabecera de la mesa. La tensión en la sala era palpabl
Amelia parpadeó soñolienta, e intento girarse. Le había parecido que golpearon la puerta, pero los sonidos se hicieron más insistentes y se ayudó con una mano a levantarse de la cama, observando que Maxi dormía plenamente.Miró la hora del reloj. Eran las doce y media de la noche, y bostezó, pero se dio cuenta de que los golpes eran aquí en el departamento.Apretó su bata, y cerró un poco la puerta de la habitación, encendió la luz de la sala, y caminó para mirar por el ojo.Allí estaba Cintia con su hijo, y ella no dudó en abrir.—¿Cintia? —la mujer parecía muy nerviosa, y Amelia la dejó entrar—. ¿Estás bien?Su hijo parecía cansado.—¿Qué ocurre? Es muy tarde…—Gracias por dejarme entrar… —Amelia negó mirando de nuevo al niño.—¿Pasó algo? —Cintia mordió su boca y luego tomó el aire.—Realmente lo siento mucho… mucho… —Cintia estaba muy extraña mientras Amelia pasó un trago.—¿Le pasó algo a Ares? —y la mujer negó.Ella se apartó de su hijo, y luego caminó a la puerta, pasó el segur
El pasillo del edificio resonaba con los pasos apresurados de Ares mientras bajaba hacia el estacionamiento. Su mente estaba en un torbellino, tratando de procesar la traición de Cintia y la desaparición de Amelia y Maxi, como si se le hubiesen escurrido de sus manos.Eso sin contar con la impotencia, y la rabia que corría por sus venas.Se dirigió directamente hacia su camioneta con el ceño fruncido y los puños apretados.El viaje hacia la base militar se sintió eterno, con cada pensamiento dando vueltas en su cabeza.¿Cómo pudo Cintia traicionarlo de esa manera? ¿Qué tenía que ver con el capitán Smith? Las preguntas se acumulaban, pero las respuestas eran esquivas.Al llegar a la base, Ares se apresuró y solo ordenó entrar a donde tenían a Smith y pidió que le quitaran las esposas.Golpeó la puerta con fuerza y entró sin esperar una respuesta, y cuando lo tuvo frente a él, lo golpeó sin compasión, hasta que incluso intervinieron para separarlo del hombre.—¡General…! —alguien pidió,
Aún tenía la adrenalina acumulada en la garganta cuando a toda velocidad manejaba hacia la dirección proporcionada por el traidor Smith. Su mandíbula estaba tensa, los nudillos blanqueaban por la fuerza con la que aferraba el volante. Cada minuto que pasaba le parecía una eternidad, y su mente estaba llena de pensamientos oscuros sobre lo que le esperaba.En el asiento del copiloto, Smith permanecía callado, consciente de que su vida pendía de un hilo. Ares no podía dejar de pensar en cómo Cintia había sido la clave para llegar hasta él, y la sensación de traición se mezclaba con la urgencia de encontrar a Amelia y Maxi antes de que fuera demasiado tarde.Conocía muy bien todo esto, si él no estaba en el momento, este maldit* iba a asesinarlos.—A un kilómetro… me dejas.—El auto que va atrás va a servirte… —Smith miró por el retrovisor y asintió—. Pero Si haces algún movimiento en falso, no habrá negociación… —advirtió Ares mientras desabrochaba la pistola en su cinturón—. Te volaré
La tensión en el aire era palpable mientras Ares miraba hacia la dirección de Amelia y su respiración se paralizó al ver a Edric Rausing, junto a ellos. ¿Qué diablos hacía aquí? ¿Él era parte de este secuestro? Con la mirada fija en Amelia y Maxi notó que ambos tenían los ojos vendados, mientras las armas apuntaban en todas direcciones, creando un silencio incómodo que solo era interrumpido por el susurro del viento. En tanto, Rausing se mantenía impasible, observando la escena con una mezcla de resentimiento, pero mirando a sus hombres, a quienes ya le había dado una orden. —Rausing… —Ares gritó, mientras Amelia apretó más a Maxi que estaba demasiado quieto—. Esto no va a terminar bien para ninguno de nosotros. Libera a Amelia y a Maxi… Edric sonrió negando, y uno de los hombres de Smith intervino. —Este espectáculo es solo para usted General Miller… Ares frunció el ceño. Rausing soltó una risa amarga y lentamente se pegó a Amelia, provocando una reacción instantánea de rechazo
Ares se levantó del suelo, su cuerpo aún temblaba por la adrenalina de la reciente confrontación, pero sus ojos no se podían despegar de la escena que estaba frente a él.Edric Rausing yacía sin vida en el suelo, su sacrificio inesperado dejó a todos atónitos, pero a él lo había dejado sin aliento. Era algo que aún no se podía explicar, porque se suponía que era parte de todo este plan.Amelia estaba arrodillada junto a él, sus manos y su ropa manchadas con la sangre de Rausing, mientras SU HIJO, tenía la cabeza en su estómago, mientras sollozaba sin parar.No sabía cómo sentirse, por primera vez en su vida se sintió demasiado frágil e indefenso, sin una palabra para articular dentro de la escena.Amelia levantó la mirada, sus ojos estaban hinchados por el llanto y Ares solo se arrodilló a su lado, intentando encontrar algo para decir, pero solo negó.—Él nos salvó, Ares. Se interpuso entre nosotros y las balas… No sé por qué lo hizo, pero lo hizo…Ares frunció el ceño sintiendo una m
Los agentes se desplegaron tan rápido como pudieron mientras Ares era informado de todo por medio de sus cables. Se sentía agitado, y tuvo que cambiarse su chaleco, mientras sus pensamientos aún estaban en los hechos ocurridos.El viaje hacia el puerto fue tenso y solo respiraba por tener las manos sobre Smith. Que todo esto lo hubiese planeado uno de sus iguales, literalmente lo había desestabilizado por completo.—General Miller, estamos llegando al puerto. ¿Cuál es el plan? —preguntó el piloto a través de los auriculares.Ares ajustó su chaleco y respondió con determinación.—Despliéguenme en la zona más cercana al yate. Necesito llegar antes de que Smith tenga la oportunidad incluso de ponerse en marcha.—Me han informado que está solo a metros… en una camioneta de alquiler. Lleva a unos tres hombres consigo, imagino que trabajadores de la zona costera.Ares asintió.—Es lo más seguro… —y envió las coordenadas a los demás helicópteros, y los hombres que iban en carretera.El heli
Ares apretó los labios al escuchar las palabras de Amelia. Aunque su cuerpo pedía atención médica, sus pensamientos estaban centrados en el futuro que se abría ante ellos. Un futuro por primera vez. Miró a Amelia con intensidad, como si quisiera grabar cada detalle de ese momento en su memoria.—¿Estás segura? —preguntó Ares con un atisbo de cinismo y eso la hizo sonreír—. Quiero ver esta sonrisa todos los días… de ahora en adelante.Amelia asintió con sus ojos nublados y luego lo abrazó, sintiendo una mezcla de alivio y emoción a la vez.—Gracias… gracias por todo lo que has hecho por nosotros… Este es mi lugar, a tu lado.Ares sintió un peso enorme levantarse de sus hombros. Aunque el dolor físico persistía, la certeza de tener a Amelia a su lado le dio fuerzas renovadas.—Entonces, eso es todo lo que necesito escuchar.Tomó la mano de Amelia y la llevó hacia su rostro, acariciando su mejilla. Amelia cerró los ojos, disfrutando del contacto, y pegó su rostro a él.—Te amo, Ares.—Y