CAPÍTULO 57

Amelia parpadeó soñolienta, e intento girarse. Le había parecido que golpearon la puerta, pero los sonidos se hicieron más insistentes y se ayudó con una mano a levantarse de la cama, observando que Maxi dormía plenamente.

Miró la hora del reloj. Eran las doce y media de la noche, y bostezó, pero se dio cuenta de que los golpes eran aquí en el departamento.

Apretó su bata, y cerró un poco la puerta de la habitación, encendió la luz de la sala, y caminó para mirar por el ojo.

Allí estaba Cintia con su hijo, y ella no dudó en abrir.

—¿Cintia? —la mujer parecía muy nerviosa, y Amelia la dejó entrar—. ¿Estás bien?

Su hijo parecía cansado.

—¿Qué ocurre? Es muy tarde…

—Gracias por dejarme entrar… —Amelia negó mirando de nuevo al niño.

—¿Pasó algo? —Cintia mordió su boca y luego tomó el aire.

—Realmente lo siento mucho… mucho… —Cintia estaba muy extraña mientras Amelia pasó un trago.

—¿Le pasó algo a Ares? —y la mujer negó.

Ella se apartó de su hijo, y luego caminó a la puerta, pasó el segur
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