CAPÍTULO 44

Amelia.

La puerta se cerró con fuerza, y yo me tiré al sofá.

Sabía que estaba delante de un monstruo que estaba decidido hacer cualquier cosa, y aunque no quería ver a mi familia en la vida, tampoco es que pudiera deleitarme si Edric les hiciera algo.

Limpié mi rostro con rapidez, entre tanto noté como él daba órdenes de forma acelerada.

Había pedido doblegar la seguridad de la mansión, y siempre hablaba con otras personas, que estaban haciendo algo para él. Lo que podía notar es que él no sabía que Ares tenía a Máximo y eso era un punto estable para mí.

Ahora no importaba lo que pasara, solo rezaba porque Máximo estuviera bien, y porque Ares fuera lo suficientemente fuerte, para llegar al hospital después de ese disparo en el brazo.

Mi boca hizo un puchero, y cerré los ojos recostándome al respaldo. Deseaba tanto estar en ese edificio con ellos para siempre…

Las horas pasaron en un declive, Edric ordenaba, caminaba, agitado y calculaba mientras me miraba como si yo fuese su presa.

Y
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