Las palabras que Prescott le había dicho a Sisa antes de que partiera fueron olvidadas o mejor dicho reconsiderado, todo porque él lo habló con Boyce y ella le aconsejó que evitara atosigar a la pobre mujer. Lo reprendió por haberla usado para curar su impotencia, no era la forma, aunque comprendía la frustración de Prescott. Con cada visita la terapeuta lo notaba más y más desconcentrado y propenso a la falta de control emocional, su universo comenzó a girar en torno a si la madre de su hijo volvería. Dejando su vida personal en pausa hasta retomarla solo si Sisa se unía a ella. Cuando Boyce se lo hizo ver, él estaba más que decepcionado, llegar a ese punto, rebasaba la sanidad. Al comprenderlo y asimilarlo dio por terminado ese ciclo que venía desarrollando. Ya que cada que la extrañaba regresaba a su departamento para recordarla en aquel espacio, o incluso como lo había prometido, ir a desfogar algo del deseo que seguía manteniendo. Por lo que al cuarto mes de que ell
ADVERTENCIA: Si usted llegó hasta el capítulo anterior y está conforme con ese final, podría no querer leer lo siguiente. Hágalo bajo su propio riesgo, no admitiré reclamos de: “eso no es lo que esperaba”. Dos años después… Un hombre de familia llega de su jornada laboral, esperando encontrar su residencia rebosante de amor, afecto, calor de hogar y todas esas cosas que nos han vendido, como la idea del fin a perseguir. Prescott busca en las áreas comunes a sus seres queridos, solo hallando a Elliot en la biblioteca. —Todo está muy silencioso —remarca Prescott para reclamar la atención de su hijo. —Mi madre te estuvo tratando de contactar para informarte que tenía que ir a Washington, ya sabes lo de su investigación. —¡Mmm! Se está volviendo recurrente, otro fin de semana solos. —Me encantaría hacerte compañía, pero los abuelos sacarán el bote, ¿por qué no vienes con nosotros? —Gracias por la oferta, mejor adelantaré el viaje, así quizá el siguiente fin podamos hacer alg
El primer empleo que Sisa consiguió en San Francisco fue como profesora, era metódica y amaba hablar sobre ciencias, había ocasiones en las que olvidaba el tiempo, así que tuvo que llevar un reloj que sonara fuerte y le avisara el término de las clases. Como todo en un principio fue difícil, ya que su clase estaba vacía, la afluencia de estudiantes se fue incrementando cuando se corrió el rumor que ella les daría una calificación aprobatoria en la primera evaluación oficial. Muchos fueron embaucados gracias a ello, también los universitarios hormonales, no pudieron resistirse a una de las profesoras más bonitas. Esta era la primera vez que un alumno tenía un avance físico con ella, las otras veces que alguien le hizo insinuaciones, ella simplemente expresó su falta de interés para tener esa clase de relaciones. Pero este alumno sucumbió a la fascinación que tenía por su profesora, Sisa, que leía un documento paseando en la oficina, fue tomada por sorpresa al ser sujetada por la
Sisa odiaba ser la antipática, ya que era muy evidente la falta de apego o nula emoción por el bebé que se gestaba en otro vientre. Por lo que ante ello decidió no arruinarles los momentos que, tanto Elliot como Prescott, acudían a las revisiones de rutina del embarazo de Alisa. Olivia, noto su comportamiento y no pudo evitar decirle la verdad, —no sé ni que decirte, agradezco que lo hicieras por mi hijo y si me necesitas por cualquier cosa no lo dudes, estaré para ti. —Aunque Sisa agradecía la solidaridad de su suegra, sabía que ella nunca dejaría de ser la madre de Prescott, pasara lo que pasara, siempre lo favorecería a él. La clínica que llevo a cabo el procedimiento se encargaba de todo lo concerniente con Alisa, su alojamiento y manutención, Prescott solo había realizado un pago. Una noche el celular de Prescott recibió una llamada que los alerto y los llevo a ir a ver que sucedía con la joven que llamo muy alterada, en cuanto aparecieron a su puerta Alisa se abrazó a Pre
JapónDesde antes de abordar el avión ya se había despedido de esa mujer que él consideraba como a una tía, aunque en realidad no tenían dicho parentesco. Y que gracias a su ayuda pudo descubrir una verdad que venían ocultándole.Con un ademán se despidió desde lejos y siguió a la azafata que le llevaría a abordar aquel aeroplano.Sabía que su vuelo tendría una duración de casi diez horas si no había contratiempos, rogaba porque no fuera así.Las aeromozas no dejaban de cuchichear entre ellas, además de que lo encontraban encantador, estaban asombradas de sus modales y lo fluido de su japonés. Su atuendo, así como la clase en la que viajaba, denotaban la holgura económica de la que gozaba.Todas ellas se sintieron atraídas a complacerle y atenderle para que no sufriera incomodidad alguna, pero él con una sonrisa les agradeció y las despacho para que pudiera dormir, puesto que debía reajustar su reloj biológico con el inminente cambio de país.—Gracias, este ha sido uno de los vuelos m
San Francisco, Distrito financieroEn la lujosa oficina en de Kingsley Corp, un silencio se extendió demasiados minutos, en lo que Prescott arreglaba sus pensamientos, lo que sirvió para que Elliot viera con gran detalle a aquel hombre.Determino que las fotos que había visto en la computadora no le hacían justicia, se sintió feliz de saber de dónde venían sus genes, los cuales siempre eran gratos a la vista, entendió por qué su madre se había enamorado de su padre.—¿Qué edad tienes? —Prescott deseaba hacer cuentas, pero también sabía que aquella noche no tomo precauciones y era una gran posibilidad que tuviera un hijo.—Voy a cumplir seis años —Prescott dejo salir todo el aire de sus pulmones, había formas de averiguar aquello, como una prueba de paternidad. Solo que en ese momento recordó que Elliot dijo que su madre había muerto.—¿Por qué solo hasta ahora apareces? —intervino Arnold, el padre de Prescott.—Cuando mi madre murió me dejo la información para tener a alguien que me c
San FranciscoA unas cuantas horas de que la jornada laboral culminara, el abogado que lleva los asuntos privados de la familia Kingsley Harrington acude a las oficinas del joven CEO.En cuanto lo ve, Leo salta de su asiento para ir a anunciarlo, ya que por órdenes de Prescott debía interrumpirlo no importando que estuviera haciendo.—¡Buenas noches! ¿Para qué soy bueno? —dice el hombre de mediana edad intentando aligerar cualquier cosa que le fuera a decir Prescott.—¡Tome asiento! —Prescott se levantó para estirar las piernas —resulta que hoy por la mañana apareció un niño alegando que es mi hijo—. Anderson no pudo ocultar la sorpresa, conocía a ese joven desde pequeño, creía conocer su carácter y juraría que sus padres le habían dado una gran educación.—¿Y lo es? —Prescott paso saliva intentando disipar el nudo que se había formado en su garganta. Estando de medio lado y viendo a través de los cristales la espectacular vista nocturna de la ciudad, solo pudo asentir. Su cerebro seg
Mientras tanto en Japón...Sisa llegó como de costumbre a casa, con una excepción, ya que había aceptado que una compañera de trabajo la llevase, regularmente ya tenía contratado ese servicio, porque ella era incapaz de siquiera imaginarse detrás de un volante.Para entrar a su departamento bastaba con poner su huella dactilar y presionar el botón, agradecía el avance de las nuevas tecnologías, porque en más de una vez con las antiguas cerraduras donde tenía que poner una clave, ella simplemente la olvidaba.La mayoría de las personas la admiraban por sus contribuciones en el campo de las ciencias biológicas, pero al conocerla en su vida cotidiana, no podían creer que aquella mujer fuera la misma, distaba mucho de lo que se esperaría de un genio.Lo que desconocían es que su genialidad usaba su cerebro todo el tiempo, por lo que le restaba atención a lo demás. Era un poder de abstracción que tenía, volviéndola una idiota para todo lo demás.Ya que su cuerpo conocía sus rutinas, simple