San Francisco, Distrito financiero
En la lujosa oficina en de Kingsley Corp, un silencio se extendió demasiados minutos, en lo que Prescott arreglaba sus pensamientos, lo que sirvió para que Elliot viera con gran detalle a aquel hombre.
Determino que las fotos que había visto en la computadora no le hacían justicia, se sintió feliz de saber de dónde venían sus genes, los cuales siempre eran gratos a la vista, entendió por qué su madre se había enamorado de su padre.
—¿Qué edad tienes? —Prescott deseaba hacer cuentas, pero también sabía que aquella noche no tomo precauciones y era una gran posibilidad que tuviera un hijo.
—Voy a cumplir seis años —Prescott dejo salir todo el aire de sus pulmones, había formas de averiguar aquello, como una prueba de paternidad. Solo que en ese momento recordó que Elliot dijo que su madre había muerto.
—¿Por qué solo hasta ahora apareces? —intervino Arnold, el padre de Prescott.
—Cuando mi madre murió me dejo la información para tener a alguien que me cuide.
—¿Y los padres de tu madre? Es decir, tus abuelos. —Prescott deseaba darle forma a este rompecabezas que se le presentaba.
—No los conozco, creo que están molestos con mamá por mi culpa, —al escuchar aquello, a Olivia, la madre de Prescott, se le rompió el corazón. Cómo podían haberse negado a conocer a ese niño que le parecía sumamente despierto y elocuente para su edad.
En ese momento ella decidió que al menos este pequeño los tendría a ellos, se levantó y fue hacia su nieto, para ella no eran necesarias las pruebas sanguíneas, ella mejor que nadie veía en el pequeño a su hijo.
—Ven, querido Elliot, yo soy tu abuela Olivia y él es tu abuelo Arnold. Dejemos que tu padre siga trabajando —su esposo no pudo ni emitir palabra, pues ella ya lo tenía de la mano y se encaminaban a la puerta.
Elliot sintió de inmediato la calidez de la mano de esa mujer que declaro ser su abuela, era extraña aquella sensación porque nunca tuvo familia, más que su madre y la amiga de su madre, a quien él llamaba tía.
Al menos había conseguido conocer a su padre, si deseaba hacer pruebas podía realizar las que quisiera, porque su madre no podía haber mentido, ya que su personalidad y capacidad no se lo permitían.
Sin contar las similitudes que cualquiera podía ver, ellos eran tan parecidos físicamente.
En cuanto bajaron, Elliot pidió a sus abuelos pasar por el lobby, pues el amigo de su tía lo esperaba y era quien le daría hospedaje.
Olivia fue la encargada de agradecerle por cuidar de su nieto y le informo que desde ese instante ellos se harían cargo del niño, el hombre no muy convencido insistió que era su deber, pues se lo habían encargado.
Para que estuviera tranquilo, Arnold saco una de sus tarjetas, garabateo unos datos y se la entrego, allí iba la dirección y le invito a visitarlo cuando quisiera para verificar que estaba siendo tratado apropiadamente.
Aquel hombre en unos minutos había buscado en su celular información, la rápida búsqueda le confirmo que esos eran los abuelos del niño y algo más tranquilo los dejo seguir su camino.
…
Elliot solo llevaba consigo una mochila y su bandolera donde llevaba dinero y sus documentos, un viaje ligero, porque después de todo él no estaba seguro de lo que iba a encontrar, ni de la personalidad de su padre. No sabía si aquello sería de unos días, había la posibilidad de que Prescott no lo quisiera en su vida.
En el trayecto, sus abuelos tomaron sus respectivos celulares y comenzaron a dar indicaciones, fue entonces que Elliot se dio cuenta de que todo era diferente, aquí los adultos estarían a cargo. Una vez que termino, Olivia comenzó una especie de entrevista.
Elliot temía que por el entusiasmo que él sentía dijera algo que lo delatara y arruinara su plan, además se recordó que era un niño y como tal lo veían y tratarían, por lo que debía actuar como uno.
—¿Cuál es tu comida favorita? ¿Tienes color preferido? ¿Asistías a la escuela? —el pequeño contestaba lo mejor que podía.
—¿Dónde vivías? —por el ritmo de las preguntas solo respondió que Japón, lo que luego le pareció un desliz grave, porque de alguna manera debería intentar dar información que no descubriera su mentira.
Olivia continuo y le expreso todo lo que le pasaba por la cabeza, quizá porque al hacerlo frente a un niño no necesitaba cuidar de formalidades ni pretensiones.
Por otro lado, se dio cuenta de que su abuelo era más del tipo serio e introvertido, lo que era un buen complemento para Olivia.
La propiedad a la que llegaron era lo que se esperaba de una familia con una de las fortunas más representativas a nivel mundial, no por nada su padre y el corporativo salían muy seguido en Forbes.
Olivia misma se encargó de llevar a Elliot hasta la que sería su habitación, había tantas puertas que debería memorizar el camino para no terminar extraviado en algún otro lugar.
Sabía que no todos viven de esta forma, incluso él, que junto a su madre siempre tuvo una vida bastante cómoda y que para el lugar a donde vivían aquello ya era ostentoso. Solo que estos eran nuevos niveles.
—Mira Elliot esta será tu habitación, me hubiera gustado que estuviera personalizada acorde a tus gustos, pero dado que esto ha sido inesperado...
A Elliot le gusto la forma en que su abuela lo trataba, porque parecía que ella ya lo había aceptado, por lo que esa atención que recibía él la pagaría con cariño, ese que sentía tenía a montones.
—Gracias —Elliot esbozo una sonrisa y fue enfrente de su abuela, abrió los brazos y la envolvió, la abuela no lo esperaba, pero pronto devolvió el gesto bajando hasta la altura de su nieto, ella le beso la mejilla.
La mujer estaba feliz, por fin tenía un nieto a quien darle amor, tenía años que Prescott no le dejaba abrazarle o demostrarle afecto, y ella anhelaba tener nietos a los cuales mimar.
—¿Estás cansado? ¿Tienes hambre? Perdón mi niño, pero estoy muy emocionada, así que...
—Dormí en el avión, pero me gustaría comer. ¡Por favor! —la abuela asintió y le prometió un festín, pues ya tenía idea de algunos de los gustos de su nieto.
Elliot observo su entorno, aquella recámara era espaciosa, fue a inspeccionar el sitio, abrió una puerta que lo llevo a un baño, otra puerta más y hallo un vestidor, regreso por su mochila para desempacar y ordenar sus tres cambios de ropa que traía.
Lamentaba que no fueran en mejores circunstancias el haber conocido a su padre y abuelos, su madre nunca hablaba de él y en cuanto el niño le cuestionaba, ella cambiaba el tema.
…
De nada sirvió que sus padres se hubieran llevado a Elliot, pues ante aquella mañana tan... ni siquiera podía encontrar un adjetivo que se ajustara a lo que aconteció. Prescott no podía regresar a su antiguo estado emocional.
Un hijo le había aparecido justo cuando trataba de darle una oportunidad real a Ava su prometida, a quien siempre mantenía a una distancia prudente, porque las veces que intento acercarse a ella de forma íntima, bueno...
Y luego estaba el hecho que lo perturbaba más que cualquiera de las dos situaciones anteriores y era, el saber que Sisa Bennett había fallecido.
Eso era lo más relevante para él, porque de algún modo esperaba poder verla de nuevo y ahora eso sería imposible. No era justo que él se quedará con ese sentimiento de culpabilidad por lo que ocurrió.
Un toque en la puerta era señal de que Leo, su asistente, había vuelto, y es que Prescott se había deshecho de él por necesitar privacidad con Ava, pero ahora lo necesitaba para ponerlo a trabajar.
Un hombre joven y guapo asomo la cabeza para ver si podía entrar, ya que no estaba seguro si su jefe ya estaba desocupado.
—Leo necesito que averigües toda la información respecto a Sisa Bennett Moss y Elliot Bennet, también llama a Anderson, necesito hacerle una consulta —Prescott tiro peticiones sin dejarle casi entrar a la oficina.
—¿Qué tipo de información? Generalidades o algo en particular en lo que deba enfocarme.
—Todo —Prescott tenía tiempo que había querido hacer esa investigación, solo que se acobardaba por el hecho de tener que enfrentar a Sisa, ahora ya no estaba y sería mejor terminar de una vez con la curiosidad que le roía el alma.
San FranciscoA unas cuantas horas de que la jornada laboral culminara, el abogado que lleva los asuntos privados de la familia Kingsley Harrington acude a las oficinas del joven CEO.En cuanto lo ve, Leo salta de su asiento para ir a anunciarlo, ya que por órdenes de Prescott debía interrumpirlo no importando que estuviera haciendo.—¡Buenas noches! ¿Para qué soy bueno? —dice el hombre de mediana edad intentando aligerar cualquier cosa que le fuera a decir Prescott.—¡Tome asiento! —Prescott se levantó para estirar las piernas —resulta que hoy por la mañana apareció un niño alegando que es mi hijo—. Anderson no pudo ocultar la sorpresa, conocía a ese joven desde pequeño, creía conocer su carácter y juraría que sus padres le habían dado una gran educación.—¿Y lo es? —Prescott paso saliva intentando disipar el nudo que se había formado en su garganta. Estando de medio lado y viendo a través de los cristales la espectacular vista nocturna de la ciudad, solo pudo asentir. Su cerebro seg
Mientras tanto en Japón...Sisa llegó como de costumbre a casa, con una excepción, ya que había aceptado que una compañera de trabajo la llevase, regularmente ya tenía contratado ese servicio, porque ella era incapaz de siquiera imaginarse detrás de un volante.Para entrar a su departamento bastaba con poner su huella dactilar y presionar el botón, agradecía el avance de las nuevas tecnologías, porque en más de una vez con las antiguas cerraduras donde tenía que poner una clave, ella simplemente la olvidaba.La mayoría de las personas la admiraban por sus contribuciones en el campo de las ciencias biológicas, pero al conocerla en su vida cotidiana, no podían creer que aquella mujer fuera la misma, distaba mucho de lo que se esperaría de un genio.Lo que desconocían es que su genialidad usaba su cerebro todo el tiempo, por lo que le restaba atención a lo demás. Era un poder de abstracción que tenía, volviéndola una idiota para todo lo demás.Ya que su cuerpo conocía sus rutinas, simple
San Francisco Tuvieron que pasar 72 horas para que el resultado estuviera listo, gracias a que era una prueba urgente y que no importaba el costo en el que se incurriera para agilizar la obtención de los datos. Algo que paso a ser meramente una formalidad, puesto que Olivia se había encargado de desempolvar los álbumes que contenían las fotos de su hijo, ella fue más allá porque saco varias y las coloco en portarretratos, estratégicamente repartidos por la casa. Asegurándose que cualquiera que posara sus ojos en ellos reconociera la verdad sin tener que irla difundiendo todas las veces que alguien indiscreto osara preguntar. Se visualizó lanzándoles a la cabeza dichos retratos. Elliot, disfruto mucho del momento en que sus abuelos le mostraron aquellas fotografías, a la vez que le contaban las historias que remitían a aquellos recuerdos. A Arnold le llenaba de orgullo que su nieto fuera inteligente y a leguas se notaba que su nivel de entendimiento, así como el conversacional no e
JapónUno pensaría que sí, aquella mujer era despistada para todo, se olvidaría de su hijo, porque la vida se la resolvía Miranda en lugar de Elliot.Algunos días no hubo mayor problema, solo que no todo era blanco o negro cuando se trataba de Sisa, claro que se encontraba incómoda ante el hecho de que su compañía no estuviera, Miranda le facilitaba la vida casi igual que su hijo.Pero por las noches ella acudía a su habitación con la excusa de contarle una historia y no era otra cosa más que un pretexto para experimentar la cercanía y afecto que su hijo le proporcionaba.Cada día que pasaba ella notaba los pequeños actos que Elliot tenía con ella y los extrañaba, aunque en su cotidianidad los diera por sentados.Ya nadie la esperaba a su llegada ni le indicaba donde colocar los objetos, no había nadie que le recordara sobre alistar su bolso para el día siguiente, no tenía con quien dialogar sobre su trabajo.Hasta que ese cúmulo de detalles faltantes en su vida se hicieron insoportabl
San Francisco Un ambiente de emoción y felicidad era lo que se podía percibir en la casa de los Kingsley Harrington, la risa de Elliot y su voz melodiosa era escuchada por todos lados, ya que en su afán de aprovechar lo que más pudiera, su día lo llenaba de múltiples actividades. Y como no, si con la llamada que sostuvo con su madre estaba convencido de que el idílico momento que vivía pronto llegaría a su fin. Él estaba aún intentando pensar en una solución que le permitiera estar con ambos, conocía el término custodia compartida. Y a pesar de ello, veía complicado que su madre fuera adepta de querer pasar tiempo sin él, porque ella abiertamente lo declaraba, él era el motor que le daba empuje a su existencia. Todo se volvía más complejo al pasar los días, más cuando Prescott al llegar temprano de las oficinas y en su afán de conocer a Elliot lo llevo al jardín. El hombre lo había retrasado por bastante, sus padres le informaban sobre datos que fueran relevantes, solo que él quer
JapónSisa no puede creer la conversación que acaba de sostener con Prescott, en su mente solo debía pedir que le enviaran al niño, ¿quién querría un niño al que no se conoce?Para colmo ese pequeño la había dado por muerta, ¿acaso era eso una señal de que no la quería más en su vida?Muchos cuestionamientos le vinieron a la cabeza, por ejemplo, cómo es que Prescott le había llamado. ¿Su hijo? Eso de ninguna manera sucedería, ella había dado vida a ese niño, le cuido y más importante jamás por su mente le cruzo el deshacerse de él como se lo proponían los encargados de la beca.Porque gracias a ello perdió la beca que le habían ofrecido en Suiza, dejándola a la deriva en un país en donde no conocía a nadie, fue por su intelecto que se pudo hacer pronto con el patrocinio de otra institución en Finlandia.Y eso en su perspectiva la calificaba como la única con derecho de ser tutora de Elliot.No podía simplemente tomar sus documentos e irse por su hijo, porque, así como lo expuso Prescot
San FranciscoDe todos los escenarios que imagino Prescott, el que se acababa de desarrollar era uno que no contemplo.La Sisa que él conocía a penas si hablaba y cuando lo hacía nunca le llevaba la contra era muy... tonto de su parte esperar que ella no hubiera cambiado en estos años.En cuanto vio que Sisa camino, él la siguió, —mi auto está por acá.Para evitar que se fuera como pretendía, se le adelantó, tomo la maleta y fue en otra dirección, de ese modo se aseguraba que lo acompañara, que claro no fue de buena gana.—¿Puedo preguntar algo? ¿Acaso no estás ocupado? De verdad no es necesario que me asistas, ya tengo planeada mi ruta y mi estancia, saco el teléfono y leyó el nombre del hotel en el que tenía una reservación.Sin dejar de andar, Prescott le contesto —tú tienes tus planes y yo los míos. Serás mi huésped por lo que estés en San Francisco.Sisa apenas si le seguía el ritmo, aunque no fuera de prisa sus largas zancadas hacían toda la diferencia, al llegar a su vehículo, e
Seis años atrás... Los padres de Sisa pensaron que tendrían una vida feliz y con un futuro esperanzador, todo porque tuvieron la fortuna de tener una niña que les comunicaron era un genio. Lo que ellos vieron como tener los bolsillos llenos con dinero, gracias a lo que su hija con un brillante cerebro les daría. Todo eso eran solo sus anhelos, pronto se sintieron estafados, nunca imaginaron que ser genio requería de grandes inversiones, material de estudio, mejores instituciones educativas, tutores. Eso exigía dinero y ellos, aunque tuvieran trabajos que les daban para vivir decentemente. Jamás estuvieron interesados en cultivar el desarrollo de su hija, aún menos su protección. La joven genio después de ser de lo más expresiva, comprendió desde temprano que sus padres no eran los idóneos para contarles nada. Prácticamente, ellos arruinaron su desarrollo, hasta que una de sus profesoras no soporto la situación y empezó a inmiscuirse, ella contribuyó en gran medida a buscarle beca