San Francisco
Tuvieron que pasar 72 horas para que el resultado estuviera listo, gracias a que era una prueba urgente y que no importaba el costo en el que se incurriera para agilizar la obtención de los datos.
Algo que paso a ser meramente una formalidad, puesto que Olivia se había encargado de desempolvar los álbumes que contenían las fotos de su hijo, ella fue más allá porque saco varias y las coloco en portarretratos, estratégicamente repartidos por la casa.
Asegurándose que cualquiera que posara sus ojos en ellos reconociera la verdad sin tener que irla difundiendo todas las veces que alguien indiscreto osara preguntar. Se visualizó lanzándoles a la cabeza dichos retratos.
Elliot, disfruto mucho del momento en que sus abuelos le mostraron aquellas fotografías, a la vez que le contaban las historias que remitían a aquellos recuerdos.
A Arnold le llenaba de orgullo que su nieto fuera inteligente y a leguas se notaba que su nivel de entendimiento, así como el conversacional no eran del de un niño de su edad. En gran medida lo atribuyo a su padre, porque la forma en que analizaban las situaciones era similar.
A lo mejor él no podía hacer una comparación tan profunda, pero quien si estaba en toda capacidad de hacerlo era su esposa.
Elliot preguntaba sobre su papá y como era su comportamiento de pequeño, él quería compararse con él, no paso mucho tiempo a su lado, ya que Prescott no podía abandonar el puesto.
Eso le inspiro admiración, quería decir que su padre sí se esforzaba en el trabajo, porque estaba la opción de que solo hubiera obtenido el puesto por ser el hijo del dueño.
…
Cerca de las once de la mañana Leo entro a la oficina de Prescott con un sobre en sus manos, el CEO estaba esperando con algo de impaciencia.
Al abrirlo, primero dejo salir todo el aire contenido, intentando relajarse un poco, al sacar las hojas antes de siquiera mirarlas decidió que, aunque Elliot no fuera su hijo, intentaría proporcionarle una vida cómoda por el recuerdo de su madre. Quizá no a su lado, pero podía correr con sus gastos.
—¿Y bien...? —apuraba Leo a su jefe, porque a él también le corroía la curiosidad.
Prescott levantó la mirada y con media sonrisa solo movió la cabeza en forma afirmativa, Leo quería festejar, solo que recordó que no era el lugar.
—¡Felicidades! —no pudo evitar sentir emoción, él apreciaba a su jefe por ser un humano decente. No importaba que a veces alzara la voz y quién no lo hacía al calor de las emociones, unas que él no demostraba muy a menudo.
—Comunícaselo a mis padres y a Anderson.
En cuanto Leo abandono su oficina el dejo fluir su buen humor, era contradictorio, porque de verdad era grato saber que compartía algo con Sisa y a la vez no, qué pasaría con su vida de ahora en adelante.
Se tomó unos instantes para reorganizar su mente y su estado anímico, de aquella forma no podría volverse a concentrar en su labor. Camino hacia los enormes cristales, una vista de la ciudad y la bahía era a lo que recurría para relajarse y profundizar en sus pensamientos.
No había más, debía adaptarse al hecho de haberse convertido en padre, lo cual no tenía ni la menor idea de cómo afrontarlo. Una especie de cobardía se instaló en su ser, ¿qué pasaba si no era bueno para desempeñar aquel papel?
No pudo seguir con su introspección debido a que Leo le avisaba que la sala para recibir a los italianos estaba lista y ellos venían subiendo, por lo que debían ir a esperar su arribo y tener la cortesía de darles la bienvenida.
Las horas pasaron entre el trabajo y la revisión de resultados del bimestre y él prefería sumergirse en eso tan conocido y que sabía que dominaba. Sin embargo, Ava harta de esperar por él se apareció en su oficina para la hora de la comida.
Con el conocimiento previo de no interrumpir a su amado en horas de trabajo porque siempre regresaba enojada ante su rechazo.
Con la mejor cara y actitud lo invito a salir a comer, odiaba cuando él la hacía comer en esa oficina, que ella tanto culpaba por ser la que se interponía entre su casi inexistente relación con Prescott.
—Anda, ya tengo las reservaciones y así podemos hablar —eso era lo que menos deseaba hacer Prescott, sí, quería tiempo, pero para él.
Ambos salieron rumbo a un bistró que según palabras de Ava le encantaría a Prescott, y es que al menos ella sabía de lugares que resultaban ser buenos.
La intención de Ava era saber qué pasaba con el niño, en verdad era su hijo, porque eso lo cambiaría todo.
—Me dirás por fin si es cierto que ese niño es tuyo —le cuestiono sin nada de tacto.
—¿Cambiaría algo en nuestra relación? —Ava no quería admitirlo, no le agradaba para nada la idea, pero de ser honesta sería la forma en que Prescott podría deshacerse de ella. Y por ningún motivo tenía permitido terminar esa relación.
Prescott era un gran partido, educado, guapo, con el nivel de vida que ella no quería perder y que gracias a su tío pasaría, si ella no aseguraba una colaboración entre sus empresas.
—Claro, yo tendría que hacerme a la idea y convivir con él —a Prescott le brillaron los ojos, el salir con ella y que estuvieran comprometidos era más por los negocios que compartían, ella era hermosa y educada, solo que también tenía un lado que no terminaba de gustarle.
—Tomate un tiempo, medítalo y tal vez te des cuenta de que terminar nuestra relación sería lo mejor.
—No seas tan drástico, no podemos solo decidirlo sin involucrar a nuestras familias. Además, yo podría ayudarte con el niño, ya que dijo que no tiene a su madre.
Ava en su afán de aferrarse a Prescott estaba dispuesta a utilizar cualquier estrategia que la ayudará a seguir a su lado, no importaba si tenía que volverse la más cariñosa madrastra de la historia.
Eso era algo que Prescott había pasado por alto, ciertamente el niño acababa de perder a su madre y él con su incapacidad emocional momentánea temió que Ava tenía un buen punto.
No ahora, pero en un futuro cercano, Elliot tendría que pertenecer a una familia, le tendría que dar una madrastra.
Lo que había visto como una oportunidad para dejar a Ava termino por llevarle a considerar de manera seria el formar una familia.
…
Al volver a casa, Prescott iba estresado, por el trabajo y por lo poco preparado que se sentía para comenzar con su papel de padre.
En cuanto el auto se detuvo y descendió una fuerza, lo impacto, Elliot se abrazó a sus piernas y volteo su cabeza hacia él, tenía una risa plasmada en el rostro y también sus ojos tenían un cúmulo de lágrimas sin derramar.
Prescott se agachó para alzarlo en sus brazos —¿qué sucede? —quiso indagar.
—¡Estoy feliz!, porque eres mi papá —le extraño que esa fuera la cara de un niño con dicha emoción.
—No lo parece —Elliot negó con la cabeza y se abrazó a su cuello, acercándose más a su padre.
Prescott sintió ternura al recibir aquel gesto de afecto, fue algo ajeno y desconocido, una especie de calor y confort envolvió su pecho, solo pudo recargar su cabeza junto a la del niño y darle unas palmadas en la espalda.
Los padres de Prescott llegaron de inmediato y se les quedaron viendo, como recordando aquella escena, a lo que de inmediato, Olivia saco el celular y clic, de un tirón dejo el disparador para que tomara tantas fotos como lo permitiera el momento antes de que esos dos se separaran.
Sin bajar a Elliot de sus brazos comenzó a caminar, ya en el interior pudo ver que esa no era su casa, al menos no la que había dejado por la mañana, el lugar se encontraba adornado con distintas cosas, al parecer simplemente sacaron la decoración de todas las festividades.
—Lo siento hijo, no teníamos los adornos apropiados para celebrar, Elliot propuso no gastar dinero y solo usar lo que ya teníamos.
Todos comenzaron a reír, principalmente Prescott, sus preocupaciones las guardaría para sus momentos de soledad, a él jamás se le hubiera ocurrido que debían celebrar.
La mesa por igual tenía una gran variedad de comida, Olivia le susurro a su hijo que Elliot había participado en la preparación de absolutamente todo, dando indicaciones de que hacer y realizando algunas otras actividades.
Ese día celebraron la entrada de un nuevo miembro a la familia Kingsley Harrington, y que Prescott se volvía papá.
"GRACIAS POR LEER ESTA HISTORIA"
JapónUno pensaría que sí, aquella mujer era despistada para todo, se olvidaría de su hijo, porque la vida se la resolvía Miranda en lugar de Elliot.Algunos días no hubo mayor problema, solo que no todo era blanco o negro cuando se trataba de Sisa, claro que se encontraba incómoda ante el hecho de que su compañía no estuviera, Miranda le facilitaba la vida casi igual que su hijo.Pero por las noches ella acudía a su habitación con la excusa de contarle una historia y no era otra cosa más que un pretexto para experimentar la cercanía y afecto que su hijo le proporcionaba.Cada día que pasaba ella notaba los pequeños actos que Elliot tenía con ella y los extrañaba, aunque en su cotidianidad los diera por sentados.Ya nadie la esperaba a su llegada ni le indicaba donde colocar los objetos, no había nadie que le recordara sobre alistar su bolso para el día siguiente, no tenía con quien dialogar sobre su trabajo.Hasta que ese cúmulo de detalles faltantes en su vida se hicieron insoportabl
San Francisco Un ambiente de emoción y felicidad era lo que se podía percibir en la casa de los Kingsley Harrington, la risa de Elliot y su voz melodiosa era escuchada por todos lados, ya que en su afán de aprovechar lo que más pudiera, su día lo llenaba de múltiples actividades. Y como no, si con la llamada que sostuvo con su madre estaba convencido de que el idílico momento que vivía pronto llegaría a su fin. Él estaba aún intentando pensar en una solución que le permitiera estar con ambos, conocía el término custodia compartida. Y a pesar de ello, veía complicado que su madre fuera adepta de querer pasar tiempo sin él, porque ella abiertamente lo declaraba, él era el motor que le daba empuje a su existencia. Todo se volvía más complejo al pasar los días, más cuando Prescott al llegar temprano de las oficinas y en su afán de conocer a Elliot lo llevo al jardín. El hombre lo había retrasado por bastante, sus padres le informaban sobre datos que fueran relevantes, solo que él quer
JapónSisa no puede creer la conversación que acaba de sostener con Prescott, en su mente solo debía pedir que le enviaran al niño, ¿quién querría un niño al que no se conoce?Para colmo ese pequeño la había dado por muerta, ¿acaso era eso una señal de que no la quería más en su vida?Muchos cuestionamientos le vinieron a la cabeza, por ejemplo, cómo es que Prescott le había llamado. ¿Su hijo? Eso de ninguna manera sucedería, ella había dado vida a ese niño, le cuido y más importante jamás por su mente le cruzo el deshacerse de él como se lo proponían los encargados de la beca.Porque gracias a ello perdió la beca que le habían ofrecido en Suiza, dejándola a la deriva en un país en donde no conocía a nadie, fue por su intelecto que se pudo hacer pronto con el patrocinio de otra institución en Finlandia.Y eso en su perspectiva la calificaba como la única con derecho de ser tutora de Elliot.No podía simplemente tomar sus documentos e irse por su hijo, porque, así como lo expuso Prescot
San FranciscoDe todos los escenarios que imagino Prescott, el que se acababa de desarrollar era uno que no contemplo.La Sisa que él conocía a penas si hablaba y cuando lo hacía nunca le llevaba la contra era muy... tonto de su parte esperar que ella no hubiera cambiado en estos años.En cuanto vio que Sisa camino, él la siguió, —mi auto está por acá.Para evitar que se fuera como pretendía, se le adelantó, tomo la maleta y fue en otra dirección, de ese modo se aseguraba que lo acompañara, que claro no fue de buena gana.—¿Puedo preguntar algo? ¿Acaso no estás ocupado? De verdad no es necesario que me asistas, ya tengo planeada mi ruta y mi estancia, saco el teléfono y leyó el nombre del hotel en el que tenía una reservación.Sin dejar de andar, Prescott le contesto —tú tienes tus planes y yo los míos. Serás mi huésped por lo que estés en San Francisco.Sisa apenas si le seguía el ritmo, aunque no fuera de prisa sus largas zancadas hacían toda la diferencia, al llegar a su vehículo, e
Seis años atrás... Los padres de Sisa pensaron que tendrían una vida feliz y con un futuro esperanzador, todo porque tuvieron la fortuna de tener una niña que les comunicaron era un genio. Lo que ellos vieron como tener los bolsillos llenos con dinero, gracias a lo que su hija con un brillante cerebro les daría. Todo eso eran solo sus anhelos, pronto se sintieron estafados, nunca imaginaron que ser genio requería de grandes inversiones, material de estudio, mejores instituciones educativas, tutores. Eso exigía dinero y ellos, aunque tuvieran trabajos que les daban para vivir decentemente. Jamás estuvieron interesados en cultivar el desarrollo de su hija, aún menos su protección. La joven genio después de ser de lo más expresiva, comprendió desde temprano que sus padres no eran los idóneos para contarles nada. Prácticamente, ellos arruinaron su desarrollo, hasta que una de sus profesoras no soporto la situación y empezó a inmiscuirse, ella contribuyó en gran medida a buscarle beca
El incidente llamó la atención, las autoridades universitarias entregaron al padre de Sisa a la policía y Prescott llevo a la chica a que la revisaran, lo único visible era una mejilla roja.Aunque Prescott hubiera querido estar más tiempo con Sisa, le era imposible, ya que tenía una cita, nada menos que con su padre y el consejo directivo, la importancia de aquello era porque ya era tiempo de que fueran conociendo al que más adelante sería el CEO.Más tarde no importo las veces que Prescott le cuestiono a Sisa por los detalles de lo sucedido, de los labios de ella no salía nada, también le costaba admitir que sus propios progenitores eran una desgracia como seres humanos.Decirlo en voz alta lo volvía cierto y real, pero eso en nada cambiaría su situación, así que desviaba la mirada y fingía no escuchar nada. Prescott evitó el tema y al poco tiempo todo volvió a su normalidad, bueno, lo que ellos venían desarrollando como tal.Los días pasaban y lo que más le gustaba a Prescott es qu
Prescott estaba teniendo el sueño más placentero, se siente como en uno de esos sueños húmedos que tenía tiempo que no experimentaba, quizá por la carga de la Universidad, el internado que hacía y llenar las expectativas.La sensación placentera se incrementaba, no quería abrir los ojos, hasta que sintió la humedad en su cuello, fue un leve aleteo, de nuevo, pero del otro lado, podía arruinarse de despertar.Solo abrió un ojo y en ese momento se le erizaron los vellos y hasta apretó las manos en puños con el vaho tan cálido que acaricio su piel, lo que lo llevo a abrir el otro ojo, fue el sonido tan sexual que escuchó.Era Sisa que estaba encima de él, aún abrumado por las sensaciones que le proporcionaban los movimientos de cadera de ella, no tenía en él la fuerza de rechazar ese placer. Ahora que estaba consciente, quería más.Busco los labios de la mujer que le repartía besos por el cuello, la temperatura de ella era de lo más caliente, a la vez quisiera que una brisa lo refrescará
ActualidadSan FranciscoPrescott se quedó pensativo fuera de la habitación que le asigno a Sisa, en el estado anímico en el que se encontraba, no sería bueno dejarla sola, así que lo primero sería avisar a sus padres que la madre de Elliot había llegado y sería alojada en su departamento.Así lo hizo, solo que Olivia, su madre algo confundida, le cuestiono por qué no la llevo directo para presentárselas y así Elliot podría verla también.—¿Acaso ya estás pensando en hacerle otro hermano a Elliot? —Prescott solo se carcajeó, su madre era muy ocurrente.—Claro que no, es que debemos arreglar ciertos temas antes de que le permita acercarse a Elliot. Tengo la impresión de que ella solo vino por él y se lo llevara con o sin mi consentimiento.—¡Oh, no! Eso sí que no, apenas estoy empezando a disfrutar de mi nieto.—Por el momento empezamos mal, no puedo dejarla aquí sola. Quizá mañana la llevé.Se fue a descansar a su recámara, tomo una ducha en la que se quedó ido bajo el agua de la rega