Las palabras de Prescott resonaban en la cabeza de la mujer, quien estaba decidida a volver a lo seguro y conocido, pero estaba esa parte de ella que sopesaba una idea fugaz. Su estómago estaba inquieto, al igual que su mente, que no le dejaron dormir, vuelta tras vuelta en la cama, pensando en las opciones que Prescott le había presentado. Para templar sus emociones y enfocarse, antes de que siquiera saliera el sol, dejo su habitación, con cada respiración y movimiento que ejecutaba la claridad era cada vez más notoria. Le gustaba ese lugar, las personas que conoció allí, incluso al recordar la interacción que tenía con Prescott, supo que la extrañaría. Sudaba y se sentía acalorada por las repeticiones, todo aquello le hizo saber que estaba bien su elección, no podía dejar su proyecto a medias, había hecho tantas cosas para que se lo delegaran, que sería una absoluta estupidez abandonar. —¡Buenos días! ¿Qué haces tan temprano? —Prescott se había levantado al igual que ella, solo
Prescott estaba listo para mostrarle de forma física lo que sentía por ella, la deseaba, era condenadamente atractiva y estaba el hecho de que ella no sucumbía a su aspecto, ella siempre había sido así.Dio pasos pequeños, ella retrocedía sin saber que solo quedaría sin salida, a su espalda estaba la división entre el pasillo y una de las salas, ella chocó contra un mueble, él por su parte ya estaba perdido, su objetivo era que ella se rindiera a las sensaciones.Las manos de Prescott provocan a Sisa, y honestamente ella ya no necesita más alicientes, porque al sentir como viaja su mano con un ligero toque en su brazo, la hacen temblar, esa inocente caricia, hacen que pierda la determinación que tenía hace unos minutos de no rendirse ante ese hombre.Él la levanta y la deja encima del mueble, con esa improvisada acción ella se sostiene de él y este aprovecha para ir más allá, acaricia su pecho de forma firme, escucha su suspiro, en respuesta él va por la orilla de la falda del vestido
Prescott tarda más de una hora en ir al corporativo, después de que el avión que llevaba a Sisa despegara.Solo quedo en blanco luego de que el dolor se disipó, en parte estaba convencido de que sería algo temporal, todos tenían diferentes formas de aproximarse a Sisa y con ello le harían saber cuánto la necesitaban y convencerla de que fuera a vivir con ellos.Agradecía tener a un asistente como Leo, que, previendo su estado de ánimo, libero su tiempo para que no viera a nadie ese día, solo debía firmar documentos y leer algunos reportes, lo que podía absorber la totalidad de su mente.Al salir de las oficinas considero ir directo a su pent-house y aunque iba en esa ruta, de repente dio la vuelta para ir a lado de su hijo, ya no era solo lo que él sintiera, el niño también podría requerir alguien que le confortara.Y quién mejor que él, al detenerse al frente de la puerta, vio a Elliot sentado en los escalones, descendió del vehículo y entrego las llaves a uno de los choferes.—¿Qué
Las palabras que Prescott le había dicho a Sisa antes de que partiera fueron olvidadas o mejor dicho reconsiderado, todo porque él lo habló con Boyce y ella le aconsejó que evitara atosigar a la pobre mujer. Lo reprendió por haberla usado para curar su impotencia, no era la forma, aunque comprendía la frustración de Prescott. Con cada visita la terapeuta lo notaba más y más desconcentrado y propenso a la falta de control emocional, su universo comenzó a girar en torno a si la madre de su hijo volvería. Dejando su vida personal en pausa hasta retomarla solo si Sisa se unía a ella. Cuando Boyce se lo hizo ver, él estaba más que decepcionado, llegar a ese punto, rebasaba la sanidad. Al comprenderlo y asimilarlo dio por terminado ese ciclo que venía desarrollando. Ya que cada que la extrañaba regresaba a su departamento para recordarla en aquel espacio, o incluso como lo había prometido, ir a desfogar algo del deseo que seguía manteniendo. Por lo que al cuarto mes de que ell
ADVERTENCIA: Si usted llegó hasta el capítulo anterior y está conforme con ese final, podría no querer leer lo siguiente. Hágalo bajo su propio riesgo, no admitiré reclamos de: “eso no es lo que esperaba”. Dos años después… Un hombre de familia llega de su jornada laboral, esperando encontrar su residencia rebosante de amor, afecto, calor de hogar y todas esas cosas que nos han vendido, como la idea del fin a perseguir. Prescott busca en las áreas comunes a sus seres queridos, solo hallando a Elliot en la biblioteca. —Todo está muy silencioso —remarca Prescott para reclamar la atención de su hijo. —Mi madre te estuvo tratando de contactar para informarte que tenía que ir a Washington, ya sabes lo de su investigación. —¡Mmm! Se está volviendo recurrente, otro fin de semana solos. —Me encantaría hacerte compañía, pero los abuelos sacarán el bote, ¿por qué no vienes con nosotros? —Gracias por la oferta, mejor adelantaré el viaje, así quizá el siguiente fin podamos hacer alg
El primer empleo que Sisa consiguió en San Francisco fue como profesora, era metódica y amaba hablar sobre ciencias, había ocasiones en las que olvidaba el tiempo, así que tuvo que llevar un reloj que sonara fuerte y le avisara el término de las clases. Como todo en un principio fue difícil, ya que su clase estaba vacía, la afluencia de estudiantes se fue incrementando cuando se corrió el rumor que ella les daría una calificación aprobatoria en la primera evaluación oficial. Muchos fueron embaucados gracias a ello, también los universitarios hormonales, no pudieron resistirse a una de las profesoras más bonitas. Esta era la primera vez que un alumno tenía un avance físico con ella, las otras veces que alguien le hizo insinuaciones, ella simplemente expresó su falta de interés para tener esa clase de relaciones. Pero este alumno sucumbió a la fascinación que tenía por su profesora, Sisa, que leía un documento paseando en la oficina, fue tomada por sorpresa al ser sujetada por la
Sisa odiaba ser la antipática, ya que era muy evidente la falta de apego o nula emoción por el bebé que se gestaba en otro vientre. Por lo que ante ello decidió no arruinarles los momentos que, tanto Elliot como Prescott, acudían a las revisiones de rutina del embarazo de Alisa. Olivia, noto su comportamiento y no pudo evitar decirle la verdad, —no sé ni que decirte, agradezco que lo hicieras por mi hijo y si me necesitas por cualquier cosa no lo dudes, estaré para ti. —Aunque Sisa agradecía la solidaridad de su suegra, sabía que ella nunca dejaría de ser la madre de Prescott, pasara lo que pasara, siempre lo favorecería a él. La clínica que llevo a cabo el procedimiento se encargaba de todo lo concerniente con Alisa, su alojamiento y manutención, Prescott solo había realizado un pago. Una noche el celular de Prescott recibió una llamada que los alerto y los llevo a ir a ver que sucedía con la joven que llamo muy alterada, en cuanto aparecieron a su puerta Alisa se abrazó a Pre
JapónDesde antes de abordar el avión ya se había despedido de esa mujer que él consideraba como a una tía, aunque en realidad no tenían dicho parentesco. Y que gracias a su ayuda pudo descubrir una verdad que venían ocultándole.Con un ademán se despidió desde lejos y siguió a la azafata que le llevaría a abordar aquel aeroplano.Sabía que su vuelo tendría una duración de casi diez horas si no había contratiempos, rogaba porque no fuera así.Las aeromozas no dejaban de cuchichear entre ellas, además de que lo encontraban encantador, estaban asombradas de sus modales y lo fluido de su japonés. Su atuendo, así como la clase en la que viajaba, denotaban la holgura económica de la que gozaba.Todas ellas se sintieron atraídas a complacerle y atenderle para que no sufriera incomodidad alguna, pero él con una sonrisa les agradeció y las despacho para que pudiera dormir, puesto que debía reajustar su reloj biológico con el inminente cambio de país.—Gracias, este ha sido uno de los vuelos m