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CAPITULO 3 ESTADO EN BLANCO

HOLLY

En medio de la balacera, el terror que viví en ese momento me hizo creer que jamás sobreviviría.

No hasta que el agente Dominic Bonhuer me sacó de ahí, un convoy de agentes se enfrentó a los sicarios, entonces Dominic aprovechó para meterme a uno de los autos blindados y sacarme de ahí.

—¿Estás herida?

—No.

Nos alejamos de ahí mientras los agentes se encargaban de todo el caos. Intenté controlar los temblores de mi cuerpo, el cuerpo me dolía por la tensión y la mandíbula también, estaba sudando.

Nos alejamos a toda velocidad de ahí.

—Esto es lo que pasa cuando sales con el CEO del corporativo West ¿no?

Soy la madre de dos niños, directora de una institución y novia de un presidente del corporativo a quien están cazando unos sicarios. Estoy en blanco, no sé cómo reaccionar y este tipo haciendo comentarios fuera de lugar.

—No es momento de tus bromas ¡Sácame de aquí!

Dominic conducía demasiado rápido, tenía que aferrarme al asiento.

—No es seguro, debemos quedarnos en un pueblo cercano.

—¿Qué? ¡No!, tenemos que ir tras Adam está muy grave—protesté—, me niego a separarme de él.

—Llegará a un hospital—se desvió enseguida en un cruce de caminos—, tu eres la que está vulnerable, nadie está cubriéndonos.

Al decir eso, eché una ojeada al espejo lateral, era cierto, no había nadie tras nosotros.

—Lo mejor que podemos hacer ahora es despistarlos, si estamos dispersos será menos probable que nos encuentren.

Intenté darles forma a mis pensamientos, cerraba los ojos y aun podía ver a través de mis parpados, escuchar los gritos y disparos, mi cabeza punzaba.

—Es la idea más estúpida que he escuchado—gruñí.

Un par de kilómetros después Dominic redujo la velocidad, encontró una gasolinera.

—Debemos bajar, actúa como turista.

—¡Soy una extranjera!

Entramos a la tienda de conveniencia.

—Cariño—me llamó Dominic en voz alta, me tomó por sorpresa—, ¿Por qué no buscas algo que te guste?

¿Cómo se atrevía?

No dije nada, solo asentí.

Apenas pude ver a la cajera, una mujer de mediana edad que nos miraba desconfiada. ¿Qué se hacía en estos casos?, debía sacar a flote mis conocimientos que había adquirido por las películas.

Tomé dos botellas de agua, un pan de sal, eso me iba a servir para el susto, un par de bolcitas de chocolates para la energía.

—¡Cariño, trae un whiskey!

Maldito, ¿cómo se atrevía a hablarme así?

Busqué entre los congeladores, pero los nombres estaban en griego, ¡concéntrate Holly!, quizá no es tan difícil de leer.

¡Oh m****a!

Sí, si está difícil. No había nada que pudiese entender, las botellas de agua y el resto fueron fáciles de reconocer, pero esto…

No entendí nada de lo que aquí se vendía, debí tomar clases de griego con Adam ¿en qué pensaba todo este tiempo?

Reconocí el estampado de Jack Daniels, que suerte que conozco algunas marcas, tomé una lata y corrí hacia donde Dominic, hijo de las mil putas.

En el mostrador de la caja, la señora y él estaban viendo un mapa de las rutas cercanas.

—Oh, querida, te presento a la señora Pappas.

—Hola.

Geia ¿pos eisai? —(Hola, ¿Cómo estás?)

—Eh…

—Me mostró el camino al pueblo más cercano, podemos pasar la noche ahí ¿no crees?

—Si, estaría perfecto—contesté con una ancha sonrisa.

—¿Iremos a ese pueblo? —pregunté en cuanto salimos enjuté los ojos, hacía el frio suficiente como para saber que estaba a punto de nevar.

—No, iremos a otro—jadeó cubriéndose el cuello con su chaleco—, eso lo dije para despistarla, por si nos buscan.

Volvimos a subir al auto.

—Oh—abrí el pan salado y comencé a comerlo, el agua sería después.

—¿Por qué rayos estás comiendo un pan salado?

—Es para el susto, creo que aún estoy en shock, no estoy reaccionando como debería después de todo lo que vi.

—Supongo que creíste que eso pasaría.

Mis torpes manos temblorosas apenas me ayudaron a abrir el pan.

—Jamás creí que algo así pasaría.

Una hora después detuvo el auto.

—Tenemos que bajar.

Estábamos en medio de la nada, podía ver el mar muy cerca de aquí.

—¿Aquí?

Guardé las cosas en los bolsos de mi abrigo.

—Mejor espera, podrías lastimarte los pies.

Hasta ese momento me di cuenta de ello, estaba descalsa.

—Ah…

Se bajó del auto, lo vi acercarse a la carretera para pedir un aventón. Esto es algo que estaba fuera de mí.

Solo sé que estoy viviendo este momento de pesadilla y me encuentro apesadumbrada, pero no en la forma en la que debería. Sí, aún estoy en shock.

Había un letrero pequeño, un señalamiento, estaba en griego, pero abajo tenía la traducción ARTA.

Dominic hizo que un auto azul se detuviera se agachó para hablar con el conductor, aguardé a su señal, regresó trotando hasta mí, el auto azul nos esperaba. Abrí la puerta del auto para bajarme.

—Espera, cariño, puedes lastimarte los pies.

—No tienes que fingir tanto—susurré, él se agachó para cargarme, intenté guardarme las ganas de alejarlo.

—Le dije que estamos recién casados, así que actúa natural—apreté los labios—. Va a acercarnos al punto de extracción.  

El hombre parecía amable y bonachón, Dominic hablaba con él en griego, incluso parecía la persona más extrovertida del mundo; cuando ellos reían yo reía simuladamente.

Mientras más nos alejábamos, más resistía las ganas de llorar, estaba saliendo de mi shock. Tragaba en seco.

Solo veía que el paisaje cambiaba, había letreros, pero ninguno podía identificarlo, hasta que encontré algunos en mi idioma.

Neochorópoulo, un pueblillo, el hombre se despidió de nosotros, me regaló sus sandalias, eran enormes para mí, pero era mejor que andar completamente descalza.

—Tenemos que comprarte algo de calzado abrigador, o perderás los pies.

Llegamos hacia una tienda, en donde preguntó sobre un calzado para mí, él le había dicho que no tenía nada de eso en su tienda, pero que tenía una hermana con el mismo número de cazado. Le di gracias a dios que Dominic trajera consigo dinero.

—Tenemos que llegar al punto antes de que anochezca, aún nos falta una hora.

—¿Tenemos que pedir aventón?

Me ajusté bien las botas.

—Me temo que sí, por estos lugares hay montañas, hay zonas de alpinismo… ¡ah, el diablo es sabio!

—No lo invoques en esto—me persigné rápidamente.

Un grupo de excursionistas salieron de una taberna y comenzaban a subir a un camper. Dominic corrió para alcanzar al conductor. Me acerqué lentamente, otros hombres se habían acercado también para escucharlo, me miraron varias veces; sentí mi corazón acelerado.

Dominic se acercó con un poco de triunfo.

—¿Qué dijeron?

—Van hacia Tymfi, quieren subir al pico de la montaña—exhaló—, nos dejarán en Papingo

—¿Pero?

—Quieren dinero—chasquee la lengua—, tendré para los pasajes, pero, no puedo cerciorarme de tener para hospedarnos.

—Supongo que…puedo encargarme de ello.

—No podemos hacer ninguna transacción.

Negué con la cabeza.

—Si tenemos que ir allí, paga, ya lo resolveremos.

.

.

.

Sabía que los alemanes tenían la voz muy fuerte, pero sentía que estaban ofendiendo hasta a mi madre, no entendía nada, de nada, deje que Dominic se las arreglará con ellos que bien hablaba su idioma, ¿Cuántas lenguas se sabía?

Dejé que mi mente se quedara en blanco, no me permití retener mis pensamientos, mis hijos, Adam, el caos, dejé que pasaran, para hacer que mi mente se callara y concentrarme en las estridentes voces de los alemanes.

Agradecí cuando nos bajamos.

El pueblo de Papingo estaba repleto de extranjeros, las casas estaban hechas de piedras blancas y madera, eran muy del estilo medievo, como el pueblo francés de la bella y la bestia.

—Y bien ¿Cuál es tu plan?

Tragué en seco.

—Necesitamos encontrar un bar.

—Aquí no hay de esos, les llaman tabernas.

—¿Cómo en las películas?

Me vio como si me hubiera salido un tercer ojo.

—Ajá… ¿Qué estás pensando?

—Podemos ganar algo de dinero si canto, ¿no crees?

—¿Cantar?

—Ayúdame a buscar un lugar donde puedan aceptarme?

Soltó un bufido.

—Está bien.

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