HOLLY
En medio de la balacera, el terror que viví en ese momento me hizo creer que jamás sobreviviría.
No hasta que el agente Dominic Bonhuer me sacó de ahí, un convoy de agentes se enfrentó a los sicarios, entonces Dominic aprovechó para meterme a uno de los autos blindados y sacarme de ahí.
—¿Estás herida?
—No.
Nos alejamos de ahí mientras los agentes se encargaban de todo el caos. Intenté controlar los temblores de mi cuerpo, el cuerpo me dolía por la tensión y la mandíbula también, estaba sudando.
Nos alejamos a toda velocidad de ahí.
—Esto es lo que pasa cuando sales con el CEO del corporativo West ¿no?
Soy la madre de dos niños, directora de una institución y novia de un presidente del corporativo a quien están cazando unos sicarios. Estoy en blanco, no sé cómo reaccionar y este tipo haciendo comentarios fuera de lugar.
—No es momento de tus bromas ¡Sácame de aquí!
Dominic conducía demasiado rápido, tenía que aferrarme al asiento.
—No es seguro, debemos quedarnos en un pueblo cercano.
—¿Qué? ¡No!, tenemos que ir tras Adam está muy grave—protesté—, me niego a separarme de él.
—Llegará a un hospital—se desvió enseguida en un cruce de caminos—, tu eres la que está vulnerable, nadie está cubriéndonos.
Al decir eso, eché una ojeada al espejo lateral, era cierto, no había nadie tras nosotros.
—Lo mejor que podemos hacer ahora es despistarlos, si estamos dispersos será menos probable que nos encuentren.
Intenté darles forma a mis pensamientos, cerraba los ojos y aun podía ver a través de mis parpados, escuchar los gritos y disparos, mi cabeza punzaba.
—Es la idea más estúpida que he escuchado—gruñí.
Un par de kilómetros después Dominic redujo la velocidad, encontró una gasolinera.
—Debemos bajar, actúa como turista.
—¡Soy una extranjera!
Entramos a la tienda de conveniencia.
—Cariño—me llamó Dominic en voz alta, me tomó por sorpresa—, ¿Por qué no buscas algo que te guste?
¿Cómo se atrevía?
No dije nada, solo asentí.
Apenas pude ver a la cajera, una mujer de mediana edad que nos miraba desconfiada. ¿Qué se hacía en estos casos?, debía sacar a flote mis conocimientos que había adquirido por las películas.
Tomé dos botellas de agua, un pan de sal, eso me iba a servir para el susto, un par de bolcitas de chocolates para la energía.
—¡Cariño, trae un whiskey!
Maldito, ¿cómo se atrevía a hablarme así?
Busqué entre los congeladores, pero los nombres estaban en griego, ¡concéntrate Holly!, quizá no es tan difícil de leer.
¡Oh m****a!
Sí, si está difícil. No había nada que pudiese entender, las botellas de agua y el resto fueron fáciles de reconocer, pero esto…
No entendí nada de lo que aquí se vendía, debí tomar clases de griego con Adam ¿en qué pensaba todo este tiempo?
Reconocí el estampado de Jack Daniels, que suerte que conozco algunas marcas, tomé una lata y corrí hacia donde Dominic, hijo de las mil putas.
En el mostrador de la caja, la señora y él estaban viendo un mapa de las rutas cercanas.
—Oh, querida, te presento a la señora Pappas.
—Hola.
—Geia ¿pos eisai? —(Hola, ¿Cómo estás?)
—Eh…
—Me mostró el camino al pueblo más cercano, podemos pasar la noche ahí ¿no crees?
—Si, estaría perfecto—contesté con una ancha sonrisa.
—¿Iremos a ese pueblo? —pregunté en cuanto salimos enjuté los ojos, hacía el frio suficiente como para saber que estaba a punto de nevar.
—No, iremos a otro—jadeó cubriéndose el cuello con su chaleco—, eso lo dije para despistarla, por si nos buscan.
Volvimos a subir al auto.
—Oh—abrí el pan salado y comencé a comerlo, el agua sería después.
—¿Por qué rayos estás comiendo un pan salado?
—Es para el susto, creo que aún estoy en shock, no estoy reaccionando como debería después de todo lo que vi.
—Supongo que creíste que eso pasaría.
Mis torpes manos temblorosas apenas me ayudaron a abrir el pan.
—Jamás creí que algo así pasaría.
Una hora después detuvo el auto.
—Tenemos que bajar.
Estábamos en medio de la nada, podía ver el mar muy cerca de aquí.
—¿Aquí?
Guardé las cosas en los bolsos de mi abrigo.
—Mejor espera, podrías lastimarte los pies.
Hasta ese momento me di cuenta de ello, estaba descalsa.
—Ah…
Se bajó del auto, lo vi acercarse a la carretera para pedir un aventón. Esto es algo que estaba fuera de mí.
Solo sé que estoy viviendo este momento de pesadilla y me encuentro apesadumbrada, pero no en la forma en la que debería. Sí, aún estoy en shock.
Había un letrero pequeño, un señalamiento, estaba en griego, pero abajo tenía la traducción ARTA.
Dominic hizo que un auto azul se detuviera se agachó para hablar con el conductor, aguardé a su señal, regresó trotando hasta mí, el auto azul nos esperaba. Abrí la puerta del auto para bajarme.
—Espera, cariño, puedes lastimarte los pies.
—No tienes que fingir tanto—susurré, él se agachó para cargarme, intenté guardarme las ganas de alejarlo.
—Le dije que estamos recién casados, así que actúa natural—apreté los labios—. Va a acercarnos al punto de extracción.
El hombre parecía amable y bonachón, Dominic hablaba con él en griego, incluso parecía la persona más extrovertida del mundo; cuando ellos reían yo reía simuladamente.
Mientras más nos alejábamos, más resistía las ganas de llorar, estaba saliendo de mi shock. Tragaba en seco.
Solo veía que el paisaje cambiaba, había letreros, pero ninguno podía identificarlo, hasta que encontré algunos en mi idioma.
Neochorópoulo, un pueblillo, el hombre se despidió de nosotros, me regaló sus sandalias, eran enormes para mí, pero era mejor que andar completamente descalza.
—Tenemos que comprarte algo de calzado abrigador, o perderás los pies.
Llegamos hacia una tienda, en donde preguntó sobre un calzado para mí, él le había dicho que no tenía nada de eso en su tienda, pero que tenía una hermana con el mismo número de cazado. Le di gracias a dios que Dominic trajera consigo dinero.
—Tenemos que llegar al punto antes de que anochezca, aún nos falta una hora.
—¿Tenemos que pedir aventón?
Me ajusté bien las botas.
—Me temo que sí, por estos lugares hay montañas, hay zonas de alpinismo… ¡ah, el diablo es sabio!
—No lo invoques en esto—me persigné rápidamente.
Un grupo de excursionistas salieron de una taberna y comenzaban a subir a un camper. Dominic corrió para alcanzar al conductor. Me acerqué lentamente, otros hombres se habían acercado también para escucharlo, me miraron varias veces; sentí mi corazón acelerado.
Dominic se acercó con un poco de triunfo.
—¿Qué dijeron?
—Van hacia Tymfi, quieren subir al pico de la montaña—exhaló—, nos dejarán en Papingo
—¿Pero?
—Quieren dinero—chasquee la lengua—, tendré para los pasajes, pero, no puedo cerciorarme de tener para hospedarnos.
—Supongo que…puedo encargarme de ello.
—No podemos hacer ninguna transacción.
Negué con la cabeza.
—Si tenemos que ir allí, paga, ya lo resolveremos.
.
.
.
Sabía que los alemanes tenían la voz muy fuerte, pero sentía que estaban ofendiendo hasta a mi madre, no entendía nada, de nada, deje que Dominic se las arreglará con ellos que bien hablaba su idioma, ¿Cuántas lenguas se sabía?
Dejé que mi mente se quedara en blanco, no me permití retener mis pensamientos, mis hijos, Adam, el caos, dejé que pasaran, para hacer que mi mente se callara y concentrarme en las estridentes voces de los alemanes.
Agradecí cuando nos bajamos.
El pueblo de Papingo estaba repleto de extranjeros, las casas estaban hechas de piedras blancas y madera, eran muy del estilo medievo, como el pueblo francés de la bella y la bestia.
—Y bien ¿Cuál es tu plan?
Tragué en seco.
—Necesitamos encontrar un bar.
—Aquí no hay de esos, les llaman tabernas.
—¿Cómo en las películas?
Me vio como si me hubiera salido un tercer ojo.
—Ajá… ¿Qué estás pensando?
—Podemos ganar algo de dinero si canto, ¿no crees?
—¿Cantar?
—Ayúdame a buscar un lugar donde puedan aceptarme?
Soltó un bufido.
—Está bien.
HOLLY—No acepto ningún tipo de cantante o trovador en este lugar—gruñó el búfalo este, por suerte hablaba mi idioma.Después de recorrer cuatro tabernas y que en ninguna nos aceptaran, no iba a rendirme con este último. El dueño de la taberna parecía toda una caricatura, con el cabello largo y esponjado, barba enorme, gordito y enorme. —Por favor, señor, prometo que no será en vano—pedí, haciendo el intentó más grande por ponerle ojos de cachorro.—¡Ya dije que no! —gritó el gordo búfalo peludo.Mi mamá me dijo que no tengo que rogar nunca, pero esta es una emergencia, se trata de mi vida, o bueno, al menos solo es para refugiarse.—Piénselo bien, le prometo que habrá muchas ganancias.Me miró examinándome, ¿a quién no le agrada ganar dinero?—¿Y si se van todos?—Nada de eso—le sonreí anchamente—, verá que será la mejor idea que haya tenido nunca.Sí, sabía que iba a dudar, seguramente no lo hubiese dudado si fuese una cara bonita.—¿Siempre es así de molesta? —bufó hacia Dominic.
ADAMEl grito salió desde lo más profundo de mi.Impactado, sentía un agujero profundo en mi pecho, un dolor sin expresión física.Esas últimas fuerzas que pude soltar me robaron toda la energía, pero el punto de mi enfoque y las esperanzas, fue el rostro asustado y resignado de mi Holly.Cuando ella desapareció de mi vista, no me importó si yo me desangraba.—Tengo que… ella—protesté apenas despegar los labios.Sentía el auto alejarse y unas manos rápidas y toscas colocándome vendajes, sentí un pinchazo en el cuello. Se escuchaban los fuertes impactos contra los vidrios, en el armazón del auto.—Holly—mascullé, el chocar de mis dientes hizo que me doliera la cabeza.Mi cuerpo estaba flojo, demasiado débil, me esforcé por tener abiertos los ojos, “Por favor, amor, abre los ojos” escuchaba las palabras de Holly.Me aferré a ella, a la cantarina voz que me mantenía flotando, trayendo conmigo su rostro. Perdí la noción del tiempo, cuando menos me lo esperé ya estaba en otro lugar, apenas
HOLLYCuando al fin pude salir del baño, encontré ropa abrigable, ¿Dónde la consiguió? no tengo idea.Dominic no estaba en la habitación, me vestí rápidamente, por si llegaba. Luego me senté en el borde de la cama mirando hacia la ventana; no sabía la hora que era, habíamos pasado mucho tiempo de viaje y aun no sentía la realidad del tiempo. Quizá ya era de noche, enormes volutas de nubes oscurecidas estaban sobre este pueblo; me abracé las rodillas consolándome.Ahora mismo podría haber estado tomando un vuelo con mis hijos y mi familia hacia México y no pasar este infierno. En un lugar que no conozco, con alguien que tampoco conozco, intentando salvar mi vida.Triste, seguí mirando por la ventana, fuera unos chispazos blancos caían adormecidos al suelo. No me gustaba la nieve, significa que hace el suficiente frio como para morirse y yo no quiero eso.Escuché un fuerte estruendo, me sobresalté, me quedé atenta.Otro estruendo sacudió la pared, mi corazón se aceleró, escuché el eco d
DAKOTAInquieta me pasee una y otra vez por la habitación, nerviosa.—Dakota, por favor, tienes que calmarte—me decía Cherise.Negué con la cabeza.—Es que cómo pudo hacerme esto ¡Ese imbécil va a pagármelas!Cherise soltó un bufido.—Ese imbécil es mi hijo—masculló.Me dejé caer en la cama de nuevo, sin sentir un poco de remordimiento por haber ofendido a su hijo.—¿Cómo pudo hacerlo? —repetí furiosa—¡dejarnos a las dos!Cherise se levantó de su lugar y vino hacia mí para sacudirme por los hombros.—Mi hijo intenta cuidarlas—su semblante se entristeció y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas—. Las ama demasiado como para dar su vida por ustedes—lloró—, él es mi hijo—tomó aire—, él también es mi bebé.Sostuvimos la mirada, la tensión era asfixiante, ella también sufría y yo estaba siendo deliberadamente tonta. Es cierto, ahora, ambas somos madres, me había puesto como loca cuando Nicholas mencionó el separarme de mi bebé, no puedo imaginar la angustia de ella, al saber todo lo qu
NICHOLAS, UN PAR DE DÍAS ATRÁS.—Ya me están doliendo los nudillos por golpear a este bastardo—se quejó Dao.—Esto es aburrido—el otro tipo chascó la lengua bajando las cartas frente a él—, el jefe se fue, ¿por qué seguir aquí? —arrojó las cartas a la mesa.—Vete si quieres, yo me quedo hasta que mis nudillos se destruyan.El otro tipo tomó de su chaqueta una cigarrera.—Nos vemos en la noche, te relevaré—luego salió de la habitación.Esperamos a que se escuchara salir de la casa.—Jefe, es hora.Me deshice del nudo suelto de las muñecas y Dao se encargó de soltarme los pies.—¿Tienes todo? —me sobé las muñecas.—Si—tomó de debajo de la cama un maletín, lo colocó sobre esta y lo abrió.Dentro había ropa limpia y un par de armas.—Jefe… lamento haberlo golpeado tanto.—No te mataré si es lo que piensas—Respiró aliviado—¿Dónde está Pearce?—En Creta, ha pasado unos días ahí, pero recién recibió una llamada de Rhodes, le advirtió que la Interpol está buscándolos—me quité la camisa mancha
HOLLY—Despierta—Dominic me sacudió el hombro.Me erguí rápidamente, la vista nublada y la mente turbada.—¿Qué pasa? —me cubrió rápidamente la boca.Me sobresalté. —Sh, están aquí.Sentí un fuerte estremecimiento, apreté los labios.Agucé el oído, yo no escuchaba nada, pero, de alguna manera ese silencio era inquietante.Dominic me apretó junto a él, escrutando a hurtadillas la por la cortina de la ventana a nuestras espaldas.Mi mente me gritaba desesperada que quería desaparecer. —Nos iremos por la ventana del baño—musitó en mi oído, asentí, atenta—, debes correr hacia la parroquia que vimos antes de llegar aquí, ¿entiendes? —volví a estremecer, el pecho me dolía por la respiración agitada—. Espérame ahí, estaré tras de ti—Mis ojos se volvieron hacia la joven que estaba recostada en la cama; Dominic frunció el ceño y negó con la cabeza—. Debemos dejarla, nadie la busca a ella correrá más peligro con nosotros.Es una niña sola, ella no tenía a nadie ¿Cómo podía dejarla en tal es
HOLLY —¿Por qué te escondiste aquí?De entre aquel resplandor, el rostro de la persona no era visible, pero, no necesitaba verlo para reconocerlo por la voz.—T…tu—mi voz apenas fue un hilo de aliento.—Vámonos, te sacaré de aquí.Se acercó a nosotras, entonces ya podía ver su rostro.Nunca pensé que me sentiría aliviada al ver el rostro de Nicholas, la persona a quien no esperaba ver, pero, aun así, no pude evitar echarme hacia atrás. Por todo lo que he escuchado de Nicholas no sería nada bueno que él estuviera aquí.—¿Dónde está el agente Bonhuer?Nicholas me miró entrecerrando los ojos.—No es momento de dudar—presionó—, vámonos…Alguien se coló por el umbral de la parroquia.—Hora de irnos, muñeca—era Dominic.Viendo que Dominic estaba al lado de Nicholas no me quedó más remedio que aceptar irnos con ellos.Miré hacia atrás a la aterrada Rory.—¡Vámonos, ya! —rugió Nicholas saliendo del lugar.—Vamos—le hablé con calma a ella—iremos al hospital.—¿Estás segura?—Sí, lo juro.Dudó
NICHOLASNo es difícil entender a esta mujer.Para ella soy un ser vil, un monstruo que intenta arrancarle lo más preciado que tiene. Pero prefiero mil veces que me odie de esa manera.Necesito sentirme odiado por alguien más que no sea yo, lo necesito para tener valor para lo que voy a hacer.Holly terminó de sacar su ira sobre mí, pero en sus ojos pude ver que se había arrepentido de haber soltado sus últimas palabras “Patético”Lo soy, terminé siendo un patético hombre de terribles decisiones.—Tienes toda la razón, preciosa—le sonreí.La vi tragar en seco, se replegó en el respaldó y no volvió a decir más. Si de verdad tenía sentimientos por Adam, lo que le dije lo dejaría pasar.La intensa mirada a su lado no se me quitaba de encima, la chica que Holly recogió estaba maltrecha, puedo ver sus notables heridas y otras tantas que aún no han sanado. Rondaba quizá por la edad de Eros, incluso su gesto de desagrado me recordaba a él.—¿Poio eínai to ónomá sou? —(¿Cuál es tu nombre?)No