DAKOTA
—Ella no debe haber venido sola—me dijo—, debemos salir de este auto.
Intenté calmarme, pero si ese hubiese sido el caso, ¿Por qué estaba sola?, aquellos hombres ya nos hubiesen encontrado, el camino parecía despejado.
El corazón me latía con fuerza por la adrenalina, respiré profundo, intentando distraerme.
—¿De verdad se metió con tu padre?
Él hizo una mueca, al menos me reconfortaba saber que había personas más horribles que yo.
—Si—confesó.
¿Cómo podía estar como si nada esa mujer? haberse metido con el padre y los dos hijos.
—¿Cómo te enteraste de ello?
—No es algo de lo que quiera hablar.
Me llevé las manos al cabello, sobándome la parte donde me había tirado.
—¿Te duele?
—Un poco—jadee—¿Qué hace aquí ella?, Holly me dijo que Adam la había retenido.
—No lo sé, Pearce debió haberla sacado de donde sea que estuviese… aun no me explicó por qué estaba con él.
Apreté los labios.
—Entonces… ¿la conocías bien?
Él sonrió de lado.
—¿Celosa?
Fruncí el ceño.
—¿Por esa perra loca?, claro que no. Al menos me complace saber que nadie, antes ni después, mejor que yo no hay.
Sopesó, lo vi apretar un poco el volante.
—¿Me amabas? —preguntó en tono serio.
No fue un golpe, pero su pregunta me sacó el aire.
Me replantee en ese momento nuestra historia. Parece que no puedo decir a ciencia cierta si lo amaba o no, amaba la forma en como me sentía con él, como fuego por dentro, esa chispa de intuición y adrenalina, yo no necesitaba decirle nada, él adivinaba mis pensamientos. Pero desde que confesó que le gustaba mi amiga, todo eso se derrumbó.
Entonces se preguntan por qué desecho a los hombres, porque también son unos falderos mentirosos como él.
—¿Te vas a poner sentimental después de gritarme?
—Solo responde ¿me amas?
—Lo hice, sí—aventuré—, pero lo jodiste cuando te enamoraste de mi amiga.
Jamás podría olvidar esa traición de él. No dijo nada más; en este viaje ya no sabía si nos matarían los sicarios o acabaríamos entre nosotros.
Sorteó entre los autos hasta que dimos con un parque.
—Este puede ser un buen lugar.
Se estacionó tras un auto sencillo, había mucha gente, sentía el pulso acelerado. Nicholas iba acercarse a él, entonces, como si el destino nos hubiese bendecido un repartidor se bajó apresurado de la motocicleta.
—Vámonos—tiré de él.
Corrí hacia la motocicleta, subiéndome rápidamente, Nicholas subió tras de mí, quitó el freno, aceleré. Escuchamos los gritos de aquel pobre chico.
Nicholas colocó sus manos sobre las mías.
—Déjame hacerlo.
Le cedí el control, al fin y al cabo, por ahora era inevitable escaparme de él y no sabía dónde me llevaría.
Aceleró, el viento me calaba el cuerpo, me sentía demasiado fría y comencé a tiritar, Nicholas se inclinó para pegar su pecho en mi espalda, encerrándome en su cuerpo para calentarme.
—Sigo pensando—me susurró en el oído—, que eres un grano en el culo.
No dije nada, otra discusión no valdría la pena.
Para mi enorme sorpresa llegamos a un hospital, dejamos la motocicleta y entramos caminando.
—¿Por qué estamos aquí?
—Necesitamos que te revisen.
—Pero pueden encontrarnos, estar aquí solo nos expone.
—Entra, debemos hacerlo—no me moví de mi lugar—, eres testaruda—se agachó para tomarme en brazos.
—¡¿Estás loco?! ¡Bájame! también estás herido.
Varios enfermeros se acercaron en cuanto lo vieron entrar.
—¡Está embarazada! —chistó él.
¡Hijo de perra!
Me sentaron en una silla de ruedas y luego me alejaron de su lado.
Eso era lo que quería, ¿no?, estar lejos de él.
Hicieron que me cambiara aquella ropa manchada de tierra y colocarme una bata, después me pasaron a una habitación. Este hospital era raro, era demasiado elegante ¿Nicholas lo había reservado ya? ¿este era su plan?
Una doctora hizo observaciones, tenía la presión baja y debían hacerme una ecografía a la par de que me canalizaban.
Mientras preparaban la máquina para la ecografía, Nicholas entró a la habitación, él también tenía una bata y arrastraba el portador de suero, tenía descubiertos los brazos y las piernas que estaban cubiertos de moretones.
No pude evitar sentirme mal por él.
La doctora apenas y reparó en Nicholas, hizo que me levantara la bata, cuando comenzó a untarme el gel descubrí un hematoma algo grande en mi cintura.
—Eso se ve un poco mal— señaló el hematoma—¿Recuerdas con que pudo haberse hecho?
Intenté recordar.
—Con un tronco—confesé, le di un vistazo a Nicholas, que tenía en ceño fruncido y los brazos cruzados.
La doctora solo asintió, comenzó a pasar el instrumento en mi abdomen, así acostada, no se veía tanto mi pequeño vientre, subió el volumen, escuchaba mi corazón, disminuyó aquel sonido. Pude ver el saco amniótico y ahí estaba, la forma de mi bebé, tenía un mes que no lo veía, había crecido tanto.
Me sentía algo sensible, un par de lágrimas silenciosas se escaparon de mis ojos, Nicholas llegó a mi lado y enjuagó mis lágrimas. Lo dejé hacer, aun no quería que se me acercara del todo.
—Bien, parece que todo está normal, la placenta está en su lugar, aunque parece que está un poco inquieto—el bebé se movió y sentí como se acomodaba.
Me sorprendí
—Oh, miren, acaba de mostrarse.
—¿Qué es? —preguntó Nicholas.
Ella examinó, señaló en la pantalla.
—Ven esta parte de aquí, es la ausencia de órganos masculinos.
Abrí los ojos, escuché como Nicholas contenía el aliento.
—Eh… ¿es niña? —asombrada, nunca me imaginé que podría ser una niña.
—Sí, sus latidos están bien, es una niña saludable—se dirigió hacia mí—, por el momento necesita mucho reposo, estar hidratada y necesitamos curar ese hematoma—lo tocó, contuve un siseo—. Si, debemos tratarlo o estará molestando mucho.
Luego se dirigió hacia Nicholas.
—La señora West está al tanto de la situación.
¿Señora West? ¿Hay una señora West?
—Entiendo—contestó él—, en cuanto llegue déjela pasar y… dígale que sea un día.
La doctora asintió y se fue.
—¿Vendrá la señora West?
—Sí, está ansiosa por vernos—contestó ¿vernos?, se sentó a mi lado, ayudándome a limpiar el gel de mi vientre—. Debemos hablar.
Contuve el aliento y tragué en seco.
—Si es sobre quitarme a mi bebé, te juro que haré cualquier cosa para impedírtelo.
Me miró con dureza, terminó de limpiar y me arropó con la sabana.
—Tendré que irme—espere a que continuara hablando—. Mi madre y Eros no tardarán en llegar, quiero que te quedes con ellos.
¡Ah, es cierto!, la madre de Nicholas es la señora West, que estúpida soy.
—Pero ¿Dónde vas?
—No te preocupes por ello…
—¿Vas a regresar a enfrentar a Pearce? ¿estás loco? —¿Cómo podía ir de nuevo a la guerra? —¿Qué paso con lo de quedarte a mi bebé? ¿piensas que solo así serás un buen padre? ¡yendo al matadero! —me sentí desesperada—¿Y si algo malo te pasa? ¿Qué hay de ella?, crecerá sin su padre…
—Entonces estarán bien… estaré tranquilo si me dices que la cuidarás bien.
Lo retuve del brazo.
—¡No me digas eso!, ¡tienes que estar con nosotras!
Me tomó el rostro con ambas manos, delicado.
—Tranquila—me acarició el cabello—, promete que la cuidarás bien—se me cortó el aliento, aferré sus manos—. Mi familia estará encantada de tenerte…
—¡Deja de hablar de eso! —le pasé las manos por el cuello y lo atraje hacia mí en un abrazo—. No te vayas, por favor no te vayas… yo… seré buena, lo juro.
Una risita queda se escapó de él, me acarició los brazos.
—Me parece que no he dejado de amarte—susurró, el corazón me dio un vuelco, no me pareció una confesión… era una despedida—. Si todo hubiese sido diferente, lo nuestro hubiese sido maravilloso—me aferré aún más—. Puede que no creas mis palabras, estaba tan absorto en una venganza innecesaria que no te di el debido lugar que merecías… para compensarlo hice lo que querías, pero…—me separó de él—. Tengo tanto con lo que lidiar, pero terminaré lo que comencé.
¿Qué?
Él iba a levantarse, pero lo retuve de la bata, tiré de él hacia mí y lo besé, le pasé los brazos por el cuello de nuevo. Por un segundo se tornó sorprendido, insistí en besarlo, hasta que cedió. Me tomó por la nuca con fuerza y sus labios se hicieron urgentes, tan desesperados como los míos, apenas y podía tomar un poco de aire. Poco a poco me fue acostando en la cama, sentí todo su peso sobre mí, el calor ardiente de su herido cuerpo subía hasta el candor de nuestros labios intentando, vagamente en curar las heridas de nuestro maltrecho corazón.
Se separó de mí, jadeante, sonrió despacio y le devolví la leve sonrisa. Se irguió por completo y se alejó de mí.
—No… ¡espera! ¡Nicky!
—Debo hacerlo—se apresuró.
—¡No lo hagas! ¡Nicholas!
Se detuvo en la puerta.
—Aurora—me miró fijamente—, me gusta ese nombre.
Abrió la puerta y me dejó.
.
.
.
Me quedé dormida de tanto llorar.
Cuando desperté no supe cuánto tiempo había pasado, seguía n el hospital, recostaba en el sofá a mi lado estaba la madre de Nicholas, Cherise, yacía dormida.
Entonces Nicholas si se fue.
Intenté levantarme sin hacer mucho ruido, tomé aquel portador de suero en el que estaba unida y me dirigí hacia la puerta.
—No creo que sea buena idea—pegué un brinco, el hermano menor de Nicholas, Eros, me miraba inquiridoramente—¿Dónde crees que vas?
—Solo quería estirar las piernas—mentí.
Eros enarcó una ceja.
—Te acompaño—se irguió ayudándose por un bastón—. Si ibas a buscarlo, ya no está.
Intenté componer mi rostro compungido.
—Eso me dijo.
—¿Sabes a dónde fue?
Negué con la cabeza.
—Solo dijo que—respiré profundo—, iba a terminar lo que comenzó.
Él asintió.
—¿Sabes de donde te trajo?
—No, pero, tuvimos que tomar un barco para llegar aquí.
—Barco—masculló—¿algún nombre?
Intenté reflexionar.
—Era un barco pesquero, me parece que solo fue una hora…
Eros sopesó.
—¿Qué había dónde estabas?
Si le decía todo ¿iba a encontrar a Nicholas?
—¿Vas a buscarlo?
—Hare que lo hagan—contestó—, no omitas ningún detalle.
—Había una montaña, una laguna, bosque y no muy lejos estaba el mar.
Él sonrió con un chispazo en los ojos.
—Creta, estabas en la isla de Creta.
—Entonces vas a…
No me dejó terminar, tomó su celular y llamó a alguien.
—Está en Creta—le notificó a alguien—, detén a todos ahora. Envía refuerzos al hospital, Pearce debe saber que ya está aquí.
Me estremecí.
—Tendremos que terminar la caminata—hizo amago de regresar.
—Espera, Pearce envió a alguien más.
—¿Quién?
—Sadie, nos atacó cuando veníamos hacia el hospital, ella está con Pearce.
HOLLYEn medio de la balacera, el terror que viví en ese momento me hizo creer que jamás sobreviviría.No hasta que el agente Dominic Bonhuer me sacó de ahí, un convoy de agentes se enfrentó a los sicarios, entonces Dominic aprovechó para meterme a uno de los autos blindados y sacarme de ahí.—¿Estás herida?—No.Nos alejamos de ahí mientras los agentes se encargaban de todo el caos. Intenté controlar los temblores de mi cuerpo, el cuerpo me dolía por la tensión y la mandíbula también, estaba sudando.Nos alejamos a toda velocidad de ahí.—Esto es lo que pasa cuando sales con el CEO del corporativo West ¿no?Soy la madre de dos niños, directora de una institución y novia de un presidente del corporativo a quien están cazando unos sicarios. Estoy en blanco, no sé cómo reaccionar y este tipo haciendo comentarios fuera de lugar.—No es momento de tus bromas ¡Sácame de aquí!Dominic conducía demasiado rápido, tenía que aferrarme al asiento.—No es seguro, debemos quedarnos en un pueblo ce
HOLLY—No acepto ningún tipo de cantante o trovador en este lugar—gruñó el búfalo este, por suerte hablaba mi idioma.Después de recorrer cuatro tabernas y que en ninguna nos aceptaran, no iba a rendirme con este último. El dueño de la taberna parecía toda una caricatura, con el cabello largo y esponjado, barba enorme, gordito y enorme. —Por favor, señor, prometo que no será en vano—pedí, haciendo el intentó más grande por ponerle ojos de cachorro.—¡Ya dije que no! —gritó el gordo búfalo peludo.Mi mamá me dijo que no tengo que rogar nunca, pero esta es una emergencia, se trata de mi vida, o bueno, al menos solo es para refugiarse.—Piénselo bien, le prometo que habrá muchas ganancias.Me miró examinándome, ¿a quién no le agrada ganar dinero?—¿Y si se van todos?—Nada de eso—le sonreí anchamente—, verá que será la mejor idea que haya tenido nunca.Sí, sabía que iba a dudar, seguramente no lo hubiese dudado si fuese una cara bonita.—¿Siempre es así de molesta? —bufó hacia Dominic.
ADAMEl grito salió desde lo más profundo de mi.Impactado, sentía un agujero profundo en mi pecho, un dolor sin expresión física.Esas últimas fuerzas que pude soltar me robaron toda la energía, pero el punto de mi enfoque y las esperanzas, fue el rostro asustado y resignado de mi Holly.Cuando ella desapareció de mi vista, no me importó si yo me desangraba.—Tengo que… ella—protesté apenas despegar los labios.Sentía el auto alejarse y unas manos rápidas y toscas colocándome vendajes, sentí un pinchazo en el cuello. Se escuchaban los fuertes impactos contra los vidrios, en el armazón del auto.—Holly—mascullé, el chocar de mis dientes hizo que me doliera la cabeza.Mi cuerpo estaba flojo, demasiado débil, me esforcé por tener abiertos los ojos, “Por favor, amor, abre los ojos” escuchaba las palabras de Holly.Me aferré a ella, a la cantarina voz que me mantenía flotando, trayendo conmigo su rostro. Perdí la noción del tiempo, cuando menos me lo esperé ya estaba en otro lugar, apenas
HOLLYCuando al fin pude salir del baño, encontré ropa abrigable, ¿Dónde la consiguió? no tengo idea.Dominic no estaba en la habitación, me vestí rápidamente, por si llegaba. Luego me senté en el borde de la cama mirando hacia la ventana; no sabía la hora que era, habíamos pasado mucho tiempo de viaje y aun no sentía la realidad del tiempo. Quizá ya era de noche, enormes volutas de nubes oscurecidas estaban sobre este pueblo; me abracé las rodillas consolándome.Ahora mismo podría haber estado tomando un vuelo con mis hijos y mi familia hacia México y no pasar este infierno. En un lugar que no conozco, con alguien que tampoco conozco, intentando salvar mi vida.Triste, seguí mirando por la ventana, fuera unos chispazos blancos caían adormecidos al suelo. No me gustaba la nieve, significa que hace el suficiente frio como para morirse y yo no quiero eso.Escuché un fuerte estruendo, me sobresalté, me quedé atenta.Otro estruendo sacudió la pared, mi corazón se aceleró, escuché el eco d
DAKOTAInquieta me pasee una y otra vez por la habitación, nerviosa.—Dakota, por favor, tienes que calmarte—me decía Cherise.Negué con la cabeza.—Es que cómo pudo hacerme esto ¡Ese imbécil va a pagármelas!Cherise soltó un bufido.—Ese imbécil es mi hijo—masculló.Me dejé caer en la cama de nuevo, sin sentir un poco de remordimiento por haber ofendido a su hijo.—¿Cómo pudo hacerlo? —repetí furiosa—¡dejarnos a las dos!Cherise se levantó de su lugar y vino hacia mí para sacudirme por los hombros.—Mi hijo intenta cuidarlas—su semblante se entristeció y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas—. Las ama demasiado como para dar su vida por ustedes—lloró—, él es mi hijo—tomó aire—, él también es mi bebé.Sostuvimos la mirada, la tensión era asfixiante, ella también sufría y yo estaba siendo deliberadamente tonta. Es cierto, ahora, ambas somos madres, me había puesto como loca cuando Nicholas mencionó el separarme de mi bebé, no puedo imaginar la angustia de ella, al saber todo lo qu
NICHOLAS, UN PAR DE DÍAS ATRÁS.—Ya me están doliendo los nudillos por golpear a este bastardo—se quejó Dao.—Esto es aburrido—el otro tipo chascó la lengua bajando las cartas frente a él—, el jefe se fue, ¿por qué seguir aquí? —arrojó las cartas a la mesa.—Vete si quieres, yo me quedo hasta que mis nudillos se destruyan.El otro tipo tomó de su chaqueta una cigarrera.—Nos vemos en la noche, te relevaré—luego salió de la habitación.Esperamos a que se escuchara salir de la casa.—Jefe, es hora.Me deshice del nudo suelto de las muñecas y Dao se encargó de soltarme los pies.—¿Tienes todo? —me sobé las muñecas.—Si—tomó de debajo de la cama un maletín, lo colocó sobre esta y lo abrió.Dentro había ropa limpia y un par de armas.—Jefe… lamento haberlo golpeado tanto.—No te mataré si es lo que piensas—Respiró aliviado—¿Dónde está Pearce?—En Creta, ha pasado unos días ahí, pero recién recibió una llamada de Rhodes, le advirtió que la Interpol está buscándolos—me quité la camisa mancha
HOLLY—Despierta—Dominic me sacudió el hombro.Me erguí rápidamente, la vista nublada y la mente turbada.—¿Qué pasa? —me cubrió rápidamente la boca.Me sobresalté. —Sh, están aquí.Sentí un fuerte estremecimiento, apreté los labios.Agucé el oído, yo no escuchaba nada, pero, de alguna manera ese silencio era inquietante.Dominic me apretó junto a él, escrutando a hurtadillas la por la cortina de la ventana a nuestras espaldas.Mi mente me gritaba desesperada que quería desaparecer. —Nos iremos por la ventana del baño—musitó en mi oído, asentí, atenta—, debes correr hacia la parroquia que vimos antes de llegar aquí, ¿entiendes? —volví a estremecer, el pecho me dolía por la respiración agitada—. Espérame ahí, estaré tras de ti—Mis ojos se volvieron hacia la joven que estaba recostada en la cama; Dominic frunció el ceño y negó con la cabeza—. Debemos dejarla, nadie la busca a ella correrá más peligro con nosotros.Es una niña sola, ella no tenía a nadie ¿Cómo podía dejarla en tal es
HOLLY —¿Por qué te escondiste aquí?De entre aquel resplandor, el rostro de la persona no era visible, pero, no necesitaba verlo para reconocerlo por la voz.—T…tu—mi voz apenas fue un hilo de aliento.—Vámonos, te sacaré de aquí.Se acercó a nosotras, entonces ya podía ver su rostro.Nunca pensé que me sentiría aliviada al ver el rostro de Nicholas, la persona a quien no esperaba ver, pero, aun así, no pude evitar echarme hacia atrás. Por todo lo que he escuchado de Nicholas no sería nada bueno que él estuviera aquí.—¿Dónde está el agente Bonhuer?Nicholas me miró entrecerrando los ojos.—No es momento de dudar—presionó—, vámonos…Alguien se coló por el umbral de la parroquia.—Hora de irnos, muñeca—era Dominic.Viendo que Dominic estaba al lado de Nicholas no me quedó más remedio que aceptar irnos con ellos.Miré hacia atrás a la aterrada Rory.—¡Vámonos, ya! —rugió Nicholas saliendo del lugar.—Vamos—le hablé con calma a ella—iremos al hospital.—¿Estás segura?—Sí, lo juro.Dudó