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CAPITULO 4 PERDIDOS EN PAPINGO

HOLLY

—No acepto ningún tipo de cantante o trovador en este lugar—gruñó el búfalo este, por suerte hablaba mi idioma.

Después de recorrer cuatro tabernas y que en ninguna nos aceptaran, no iba a rendirme con este último. El dueño de la taberna parecía toda una caricatura, con el cabello largo y esponjado, barba enorme, gordito y enorme. 

—Por favor, señor, prometo que no será en vano—pedí, haciendo el intentó más grande por ponerle ojos de cachorro.

—¡Ya dije que no! —gritó el gordo búfalo peludo.

Mi mamá me dijo que no tengo que rogar nunca, pero esta es una emergencia, se trata de mi vida, o bueno, al menos solo es para refugiarse.

—Piénselo bien, le prometo que habrá muchas ganancias.

Me miró examinándome, ¿a quién no le agrada ganar dinero?

—¿Y si se van todos?

—Nada de eso—le sonreí anchamente—, verá que será la mejor idea que haya tenido nunca.

Sí, sabía que iba a dudar, seguramente no lo hubiese dudado si fuese una cara bonita.

—¿Siempre es así de molesta? —bufó hacia Dominic.

—La mayoría de las veces—contestó Dominic, divirtiéndose.

—Solo tenemos el equipo de karaoke, confórmate con eso.

—Es más que suficiente.

La taberna estaba, algo llena, pero era la primera que me decía que si… bueno, no del todo, pero si, puedo conseguirlo, solo tengo que ser mi alter ego.

Respiré profundamente, a lo lejos, vi a Dominic divirtiéndose, creo que esperaba la hora en la que pudiese rescatarme. Bien Holly, tu puedes, hazlo por ti, tienes que salir de aquí.

Busqué en la rockola una canción que me supiese, I LOVE ROCK & ROLL, una arriesgada, pero lo intentaré.

Hay diosito, ayúdame con estos extranjeros. Bien, debo invocar a la Gloria Ruiz, mi alter ego debe desempolvarse.

Respiré hondo.

—¿La están pasando bien? —grité animada, sentí el calor en las mejillas cuando la mayoría de las personas giró hacia mí—. Lamento interrumpir sus comidas, pero tengo un poco de problemas económicos—me reí tontamente, sentí un poco más de nervios cuando escuché algunos gruñidos.

M****a.

¿Por qué no funciona mi carisma aquí?, Holly, tienes que salvar esto o si no el búfalo ese te echará de aquí y ese agente tarado se burlará de ti.

Apreté el micrófono entre mis manos y respiré profundamente, comencé a cantar.

.

.

.

—No creí que cantaras tan bien y que tampoco juntáramos tanto—Dominic se acercó con un saquito de papas.

Desde la primera canción que canté, se pasó por las mesas para juntar dinero, por fortuna a la gente les gustó mi voz y varios se acercaron para pedir canciones, eso me hizo sentir más segura, ahora me dolía la garganta.

Él se encargó de darle la cantidad necesaria al búfalo gordo, quien nos regaló una sopa de papa caliente con pan.

—Esto de verdad es una taberna—dije ronca, cuchareando aquella sopa algo insípida.

—No te quejes, cómela—gruñó—, el equipo de extracción vendrá en la madrugada por nosotros.

—¿Cómo está Adam?

—Aun no tengo noticias sobre él.

Apreté los ojos, no debo pensar mal, en mi corazón sabía que estaba bien.

Por mi bien, terminé aquella sopa insípida, Dominic se despidió del búfalo y emprendimos la búsqueda para un hospedaje.

—Odio el frio—refunfuñé.

—Los hoteles están repletos, solo queda esta posada—señaló la fachada de lo que parecía una casa de piedra rustica, incluso el piso era de madera vieja.  

Dentro había poca gente, una viejecita pequeña estaba en el recibidor, otras tantas estaban en los sillones, tendidas frente a la chimenea.

—¡¿Quieren una habitación?! —chilló la viejecita.

La miré atónita, llamó a Dominic para decirle las ventajas de hospedarnos en su posada ya que la mayoría de los turistas se iban a los grandes hoteles.

—Entonces deme una habitación con dos camas.

Sentí las miradas en mi espalda, miré de soslayo, aquellas viejecillas nos estaban mirando y susurrando. Oh dios, entonces las cosas no cambian ni, aunque esté en otro continente.

La viejecilla dueña de la posada le dio las llaves a Dominic y las indicaciones de llegar a la habitación. Esta posada más bien parecía un motel.

Estuve en uno una vez con Adam, hay dios, hasta donde nos había llevado esa calentura.

—Te quedarás en la habitación, haré un recorrido al perímetro y te conseguiré algo de ropa—me indicó—. No salgas, ni contestes si alguien llama ¿entendiste?

Asentí.

—¿Puedo tomar una ducha?

Me miró entrecerrando los ojos.

—No tardaré.

Cerró la puerta al irse.

Esto se sentía una especie de deja vu, terminé encerrada en una habitación.

Fui a tomar una ducha de agua caliente para que no me diese hipotermia, en el proceso no pude evitar contener más mis pensamientos.

Los recuerdos de la balacera, los estallidos y gritos, el cuerpo de Adam siendo arrastrado lejos de mí, su mirada… no puedo evitar pensar en su mirada. Me solté a llorar, todo el estrés que tenía acumulado lo descargué llorando y gritando mientras los chorros de agua caliente me caían en el cuerpo.

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